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La reciente realización de la sexta Conferencia Internacional de Estadísticas de Turismo, auspiciada por la Organización Mundial del Turismo (OMT), parece un marco apropiado para hacer un análisis de los avances y retos pendientes que en la materia se presentan en nuestro país.
Vale la pena mencionar que se pueden identificar tres etapas por las que ha discurrido el foco de la atención sobre la medición del fenómeno turístico: en primer lugar, y en virtud de las connotaciones propias del desplazamiento e internación de personas fuera de las fronteras de su residencia habitual, los esfuerzos se orientaron hacía el alcance de acuerdos básicos para determinar las categorías de viajeros, lo que incluso es visible en la propia definición actual de turismo de la OMT que privilegia estas consideraciones por sobre la descripción de los diferentes ángulos del fenómeno turístico; hacia finales del siglo pasado y en virtud de que los rubros del sistema de contabilidad nacional excluían la especificidad del turismo como una industria de industrias, se privilegió el diseño de la Cuenta Satélite del Turismo que operando bajo los principios de la citada contabilidad nacional, permitiera el fortalecimiento de las capacidades para medir la incidencia económica del turismo, aspecto fundamental para fortalecer la argumentación sobre la importancia del turismo; finalmente, en los últimos años, se presta atención especial al dimensionamiento del turismo en el ámbito subnacional y se explora la cuantificación de otros aspectos del fenómeno, lo que, por cierto, fue un tema central de la mencionada conferencia Internacional, habiéndose puesto en el centro de la agenda la medición de la sustentabilidad en el turismo.
En México, de ninguna manera se puede afirmar que la atención a los sistemas estadísticos del turismo sea una actividad reciente, aunque, ciertamente, una buena parte de los instrumentos y metodologías que generan información que cuantifica el fenómeno, no fueron diseñados de manera deliberada pensando en el turismo. En todo caso, es oportuno subrayar que al paso de los años se han realizado avances importantes en el trabajo de la cuantificación del fenómeno turístico en México, dentro de los que se pueden destacar la Cuenta Satélite del Turismo y el Indicador Trimestral de la Actividad Turística (Inegi), la Cuenta de Viajeros Internacionales (Banco de México), el Sistema Integral de Operación Migratoria (Instituto Nacional de Migración) y el sistema de monitoreo de la ocupación hotelera de la Secretaria de Turismo.
No obstante y entendiendo que los sistemas estadísticos no son un fin en sí mismos, sino que contribuyendo a dar certeza a los agentes económicos y a la opinión pública permiten la adecuada toma de decisiones y la definición de políticas públicas, parece que estamos en un buen momento para identificar las debilidades y necesidades no cubiertas con la información actual.
Así, por ejemplo, es urgente avanzar en la caracterización de los viajeros por mercado de origen, pues si bien hoy sabemos cuántos residentes de cada país se internan a México, no contamos con información pormenorizada del gasto de cada origen geográfico, ni de su estadía; de igual forma, la información del mercado doméstico de viajes no acaba de ser consistente; por otro lado, genera incertidumbre el que en materia del dimensionamiento del empleo en el sector contamos con tres magnitudes de distintas fuentes (Inegi, Styps y Sectur), todas ellas con cifras diferentes y sin aprovechar cabalmente los registros administrativos del Seguro Social.
Evidentemente, en estos procesos las formidables capacidades tecnológicas deberían ser un factor que posibilite llevar a un nuevo estadio la medición del fenómeno turístico, pero también la evaluación de las políticas públicas del sector. Un claro ejemplo de lo que se podría realizar con estos recursos es el de la medición de los esfuerzos de promoción turística con recursos públicos que, tradicionalmente, no son evaluados en función de sus resultados reales y sobre los que sigue existiendo una percepción de falta de transparencia y de una limitada rendición de cuentas.