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Hace unos días, en el marco de la inauguración del 15 Congreso del Consejo Nacional Empresarial Turístico, el secretario de Turismo, Enrique De la Madrid habló de la importancia de focalizar los esfuerzos en materia de turismo internacional, no tanto en el aumento del número de visitantes, sino en el incremento de su gasto. Dicho de otra forma, habría que preocuparse por contar carteras y no cabezas…
El planteamiento expresado por el titular de la Sectur es, por demás, acertado y se produce en un momento en que los flujos de turistas internacionales reflejan ya el efecto de las variaciones en el tipo de cambio del peso frente al dólar, que del inicio de enero al final de agosto acumula una devaluación nominal del 13.2%.
Hemos aprendido que las variaciones en el tipo de cambio hasta un cierto umbral no tiene un mayor efecto en el volumen de turistas; sin embargo, en 1995, ante una devaluación significativa sí se reportó un importante aumento en la llegada de turistas internacionales y una disminución el volumen de ingresos; en 2002 y 2003 en que se observó una revaluación de la moneda mexicana, ello no supuso una contracción en el número de viajeros y sí un pequeño aumento en su gasto.
En este momento es posible reconocer que ni el número de turistas, ni el ingreso de divisas acusan un cambio dramático como resultado de dicha devaluación, pero sí que se aprecia, particularmente en el segundo cuatrimestre del año, una disminución importante en el gasto medio de los turistas no fronterizos de un 7.8% y una caída acumulada en los primeros ocho meses del año de 2.7%.
Vale la pena tener en mente que al paso del tiempo México capta un gasto medio bajo. De acuerdo con el Barómetro del Turismo Mundial de la Organización Mundial del Turismo –OMT–, al dividir los gastos de visitantes entre los turistas internacionales en 2014, un turista dejó en nuestro país, en promedio, una derrama eco nómica de 504 dólares.
A manera de comparativo, en otras latitudes el gasto medio en el mismo periodo fue el siguiente: Turquía 744 dólares, Egipto 750, España 1,003, Canadá 1,055, República Dominicana 1,098, Tailandia 1,548, Estados Unidos 2,369, India 2,558 y Australia 4,623.
En justicia hay que reconocer que hay una distorsión en el caso mexicano pues el gasto de los turistas fronterizos es más bien limitado.
No obstante, al considerar solo el gasto medio del turismo no fronterizo aunque se tiene una importante mejora pues este fue de 849 dólares, ante competidores directos como República Dominicana, Canadá y, muy especialmente, Estados Unidos se sigue obteniendo un rendimiento menor per cápita.
En realidad más allá del aspecto coyuntural de la reducción del gasto medio por efecto del tipo de cambio, el tema estructural de fondo es el de cómo llevar el gasto medio a niveles superiores.
Parece evidente que conseguir el propósito antes mencionado pasa por dos vías: el aumento de la estadía del turista y el incremento de su gasto diario. Para conseguir ambas condiciones, necesariamente se debe fortalecer la competitividad de los destinos, los productos y las experiencias turísticas, actualmente puestos en el mercado, al tiempo de impulsar la diversificación de la oferta.
La lógica indica que es necesario aumentar las opciones de entretenimiento de los turistas, porque si bien es fundamental la inversión en el componente del alojamiento, el gran desafío es como asegurar que los turistas salgan de los hoteles a divertirse y a comprar.
En el mismo sentido, se debe perseverar en la diferenciación de la oferta de cada destino, integrando de manera adecuada los valores locales pero transformados ante un mercado exigente sí, pero dispuesto a gastar si encuentra razones para ello. Sin duda, México tiene una materia prima turística formidable y hay una buena oferta puesta en el mercado, pero los desafíos de mercados globales y de alta competencia demandan la realización de mayores esfuerzos.
Un último apunte debe hacerse sobre la medición del gasto turístico que efectúa el Banco de México y que aunque se realiza de acuerdo con los estándares internacionales del Fondo Monetario Internacional y de la propia OMT, seguramente puede hacerse con una mayor precisión y con instrumentos tecnológicos más modernos que una simple encuesta en la que se apela a la memoria y buena voluntad del turista al declarar su gasto de viaje.
Director de la Facultad de Turismo y Gastronomía, Universidad Anáhuac México Norte
Twitter: @fcomadrid