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Vientos de primavera renuevan la política en Francia. El presidente Emmanuel Macron y el primer ministro Edouard Philippe rompen moldes al integrar un gabinete plural con secretarios de Estado y ministros de izquierda y de derecha, de En Marcha e independientes, todos ellos con trayectorias que avalan sus capacidades.
Lo había prometido Macron: un gabinete plural y paritario en género, medido por las capacidades de sus integrantes. Los números son éstos: de En Marcha e independientes, 10 ministros o secretarios de Estado; de la izquierda Partido Socialista o Partido Radical de Izquierda, otros 6; de la derecha, Los Republicanos-UDI-y Mo DEM otros 6, contando al primer ministro. En total 22 ministros y secretarios de Estado. La política francesa se mueve con rapidez, en tiempos cortos: Macron, paralelamente, crea un nuevo partido, “La República en Marcha”; frente a los viejos partidos desgarrados construye, con posiciones propias, coaliciones para gobernar con las políticas y programas que le permitieron ganar la elección presidencial.
Y tras ganar, a gobernar, una larga marcha que arranca con tiempos cortos. Las elecciones legislativas de la Asamblea Nacional se realizarán el 11 de junio en primera vuelta y el 18 en segunda vuelta para los diputados que no obtengan en la primera vuelta mas de 50% de la votación de su circunscripción; en cada circunscripción podrían participar los que tengan más del 12.5% de la votación.
Hay seis ministros designados que participarían como candidatos a la Asamblea Nacional. Los dos presidentes anteriores, Nicolas Sarkozy y François Hollande acordaron que quien perdiera su elección como diputado debería renunciar al Ministerio o Secretaría de Estado para la que hubiera sido designado. Esto lo aplicará igualmente Macron. Todavía pueden optar por mantener su candidatura o renunciar a ella. La lista de candidatos se cierra este viernes 19.
Los grandes cambios generan resistencias: el partido derechista fracturado, Los Republicanos, expulsa a quienes aceptan formar parte del gobierno del primer ministro Philippe, quien perteneciera también a sus filas, amenaza a quienes vayan a la elección legislativa con los colores de Macron. Alguno de los nuevos ministros dijo “quiero a mi partido, pero más a mi país”; a la izquierda, en el Partido Socialista no deja de haber ciertas turbulencias aunque ve con mejores ojos los cambios, consciente de su propia crisis de identidad; en el Partido Movimiento Demócrata moderado de centro derecha parece haber una mejor adaptación a los cambios: François Bayrou fue nombrado ministro de Justicia y Sylvie Goulard ministra de la Defensa.
Los cambios políticos son de fondo y se ven con temor o con esperanza, tan inquietantes como necesarios, inéditos desde la V República (1958). Pero de cara a las dificultades que reconoce Macron no se quedará Francia viendo pasar el tiempo y arreciar las tempestades sobre un pueblo que ha construido y defendido el Estado del bienestar, la igualdad, la seguridad y la solidaridad, ahora asolado por las desigualdades, la inseguridad y el desempleo sobre todo juvenil. Macron ha colocado estos temas políticos en un primer plano.
Algunos nombramientos eran ya previsibles, otros han sido sorpresa como el de Nicolas Hulot, sin partido, ministro de la transición ecológica y solidaria, que había sido invitado en 2002 y en 2016, hasta que finalmente llega su cita con la política. O el nombramiento de la ministra de Cultura Françoise Nyssen, de En Marche, quien aceptó porque considera que Macron colocó a la cultura en primera posición de su programa. O como Gerard Collomb, ministro del Interior, proveniente del Partido Socialista con 40 años de experiencia y alcalde de Lyon, esa ciudad considerada laboratorio del macronismo económico. Sin duda es novedad el nombramiento de dos experimentados políticos de centroderecha provenientes del Movimiento Demócrata (Mo Dem), Bayrou y Goulard.
La última batalla electoral es la Asamblea Nacional. Macron necesita mayoría para gobernar. Francia es audaz frente a las transformaciones políticas, lo ha sido desde la Revolución Francesa de 1789, es creadora e innovadora. Macron deberá utilizar esa energía para construir nuevos paradigmas y abrir caminos para Francia y para Europa con respuestas a los desafíos de los nuevos tiempos.
Periodista y analista internacional