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Por Enriqueta Cabrera
El triunfo de Donald Trump en las elecciones deja abiertas múltiples incertidumbres después de la campaña más destructiva de la historia de Estados Unidos. En su discurso como Presidente electo Trump dijo que quería ser el Presidente de todos los estadounidenses. Hillary Clinton resaltó la mañana del miércoles en su discurso público tras la derrota que “Estados Unidos está más dividido de lo que pensamos” dijo que era necesario aceptar el resultado electoral y dar una oportunidad de Donald Trump. Barack Obama al referirse a los resultados electorales y al cambio de poder en la Casa Blanca, dijo que así es la democracia, unos ganan y otros pierden, pero “todos estamos en el mismo equipo, no somos Demócratas y Republicanos, primero que nada somos estadounidenses.”
La pérdida de la Presidencia por Hillary Clinton tuvo que ver también con fracturas ocasionadas, por el rechazo a grandes cambios. ¿Por qué una mujer Presidenta? ¿No fue acaso ya suficiente haber tenido un primer Presidente afroamericano por dos periodos? Se suma también la misoginia de hondas raíces que se vió a lo largo de la campaña.
El editorial de este miércoles del New York Times, titulado “La Revuelta de Trump”, afirma que tres palabras:”Donald Trump Presidente” eran impensables para decenas de millones de estadounidenses –para gran parte del resto del mundo— y ahora se han convertido en el futuro de Estados Unidos. Resalta así el país dividido, escindido y fracturado que dejó la campaña. Las divisiones son profundas y no sólo se dan entre demócratas y republicanos, tienen otras raíces mucho mas profundas que tienen que ver con la forma en que las distintas partes se adaptan a los grandes cambios o se aferran al pasado de los blancos supremacistas. ¿Puede el Presidente electo tener una política distinta a la del candidato? ¿La modera o será la misma? ¿Es posible llevarla adelante?
Las elecciones mostraron un país dividido con múltiples fracturas. Primero la electoral, cuyos resultados dieron a Trump la mayoría de los votos electorales necesarios para ganar la elección, pero a Hillary Clinton la mayoría del voto popular según algunos conteos no definitivos. Pero también fue evidente la fractura entre el país rural y el de las grandes ciudades; el país de los blancos supremacistas que no aceptan el cambio demográfico y las minorías que crecen; entre el país de los jóvenes millenials y de las generaciones de sus padres y abuelos; entre el país de las distintas geografías y niveles de desarrollo; entre el de una minoría inmensamente rica y los que ven descender su nivel de vida; entre los que tienen empleo bien remunerado y los que carecen de éste; entre las generaciones con mayor educación de la historia y las que apenas alcanzaron la básica. El martes se vió un país dividido entre el rojo y el azul. ¿Puede Donald Trump encontrar la fórmula para unificar al país fracturado, dividido?
¿Cómo gobernará el 45 presidente de Estados Unidos? Llevará adelante las políticas del candidato y los odios sembrados, con el rechazo a los que son distintos y el racismo, con la deportación de 11 millones de indocumentados, con el muro que construirá en la frontera, la misoginia abierta, el golpe a la seguridad social y el fin del Obamacare, con el fin a los decretos ejecutivos de Obama entre los que destaca la no deportación de estudiantes universitarios que llegaron a Estados Unidos siendo niños, con el proteccionismo comercial y la reducción de impuestos a los ricos. ¿Puede Donald Trump Presidente cambiar esas políticas que guiaron su campaña, pero sobre todo que están son parte del país dividido, incluso polarizado que es Estados Unidos? Tendría que comenzar por sumar a todos y eso significaría otras políticas para gobernar.
Donald Trump Presidente contará con un enorme poder, no sólo por ocupar la presidencia del país mas poderoso del planeta en términos militares y económicos. En materia de política interna contará también con un Congreso de mayoría Republicana en las dos Cámaras y podrá contar con una Corte Suprema de mayoría conservadora, sólo tendría que hacer un nombramiento que el Congreso se encargaría de avalar. Pero tener un poder tan grande implica una enorme responsabilidad. Podrá gobernar en beneficio de todos los estadounidenses, sólo atendiendo a todos, construyendo coaliciones. ¿Podrá Donald Trump cambiar el signo de la división por el de la suma?
Finalmente, esto requeriría que Trump abandonara las políticas con que inició su campaña y que se convirtieron en su caballo de batalla: como el desprecio y la acusación a los mexicanos que cruzan la frontera (para trabajar) como violadores, criminales y narcotraficantes, la expulsión de los inmigrantes indocumentados en vez de encontrar un camino para integrarlos, o la construcción del muro en la frontera en vez de los puentes en todos los órdenes para afianzar la relación con México.
Enorme tarea la que tendría adelante el Presidente Trump si pretende, como lo dijo, gobernar para todos los estadounidenses.
Internacionalista