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El próximo presidente de Estados Unidos anunció las medidas que implementará desde el primer día de su mandato. Se trata de 17 acciones; nueve de ellas afectan directa o indirectamente a México, más de la mitad. Por ello, resulta prioritario y urgente que el gobierno mexicano comprenda a fondo la lógica de negociación de Donald Trump y que diseñe estrategias y políticas para hacerle frente. Contamos con apenas dos meses para poner en marcha uno de los operativos diplomáticos más importantes en la historia de México.
Las dos decisiones que más nos afectarán son, y cito: “Deportar a más de dos millones de indocumentados ilegales, cancelando las visas a los países que se rehúsen a recibirlos de regreso”. La segunda medida clave para México reza: “Renegociar o retirarse del Tratado de Libre de Comercio de América del Norte, bajo el Artículo 2205”. Ese Artículo establece que: “Cualquiera de las partes puede retirarse de este Acuerdo seis meses después de haber entregado una notificación por escrito a las demás partes”.
Es decir, para mediados del año próximo podríamos vivir la crítica situación de tener a cientos de miles de mexicanos repatriados, buscando trabajo, escuelas y un lugar dónde vivir, combinada con un cierre masivo de empresas que estaban dedicadas a exportar sus productos a Estados Unidos. Se mezclará una urgencia inusitada por generar empleos con un entorno de menos remesas y la quiebra o desaparición de industrias y centros de producción. Así, cuando más se necesiten los empleos, menos habrá. Cualquiera de las dos medidas, sola, significaría un reto mayúsculo para México. En conjunto, anticipan un escenario de los más complejos que haya vivido nuestro país en memoria reciente.
¿Bajo qué lógica de negociación funciona Trump? Es vital comprenderlo en estos momentos. Sus planteamientos reflejan lo que en teoría de la negociación se conoce como asumir una posición “maximalista” o en inglés play chicken. En el caso del TLCAN, la estrategia consiste en anunciar a priori la intención de repudiar por completo el Tratado. Si las contrapartes, México y Canadá, no están de acuerdo con algunas de las modificaciones que exija Washington, podrán decir: aceptas mis condiciones o se termina todo. ¿Qué prefieres, perder todos los beneficios o aceptar las enmiendas que estoy exigiendo, aunque no te gusten?
En el caso de los indocumentados opera una lógica similar. El mensaje a México es claro: o hacemos algo de este lado para impedir la migración a Estados Unidos o te voy a deportar al total de los ilegales. En pocas palabras: México, hazte responsable de tus ciudadanos y encárgate de que no crucen hacia el norte.
Frente a un negociador maximalista como Trump no hay otra receta más que convencerle de que las medidas que está tomando van directamente en contra de sus propios intereses. Está facultado, en efecto, para realizar deportaciones masivas y romper las cadenas de producción que se han construido a lo largo de veinte años. Pero, ¿beneficia esto a Estados Unidos?
No he mencionado las otras siete medidas que afectan a México. Baste decir que México tiene la necesidad urgente de convocar a sus mejores negociadores y a países que, como Canadá, son socios y aliados en esta causa, para mitigar los efectos de las primeras políticas de Trump.
Internacionalista