Paz, un rompecabezas

Título: Tránsito de Octavio Paz (Poemas, apuntes, ensayos)

Autor: Adolfo Castañón

Editorial: El Colegio de México

La obra de Octavio Paz es amplia y variada, y abarca distintos géneros, épocas, intereses; Adolfo Castañón hizo un esfuerzo descomunal a lo largo de más de 40 años para estudiarlos, en diferentes tonos: crítica, revisión, crónica, memorias, reseñas, citas exhaustivas, lecturas repetidas, la búsqueda de otros autores que leyeron o frecuentaron (concepto de Borges) textos definitivos, esbozos, primeras versiones, trabajos no recopilados, entrevistas y diálogos, epistolarios, referencias cruzadas, y en un volumen que sobrepasa las 700 páginas, con caja de gran tamaño, expone a un Paz conocido y no.

La primera persona a la que consulta Castañón es a él mismo: cuándo lee por primera vez a Paz, lo que significa en su vida familiar, los momentos clave, alegres o dolorosos, y cómo los relaciona con el poeta; cuándo lo conoce, sus relaciones laborales directas o no, los libros que él trabajó (nadie como Castañón en la revisión a fondo de Pasado en claro y la primera edición de las Obras completas), lo que descubre en otros críticos, para lograr un retrato íntimo pero accesible de un autor complejo, en vida y obra, para presentarlo al lector ya desarmado y vuelto a armar.

La tarea no es fácil: este libro podría compararse con una novela de Robbe-Grillet, en que las escenas se repiten con ligeras variantes no siempre fáciles de detectar, regresa en muchas ocasiones a los sitios descritos, los libros leídos (como el detective de Les Gomes) hasta descubrir algo que, en todas las travesías, se nos había perdido. El resultado es que vemos a un Paz no siempre conocido, expuesto en la intimidad pero sin traicionarlo, y para sus admiradores, un escritor entrañable en todos los géneros que practicó; el lector puede diferir en los gustos de Castañón, pero estará de acuerdo con la visión general, y hasta le dará la razón en cuanto a concepto de los mejores libros o poemas de Paz, aunque no es tan audaz y en casi todo coincide con la mayoría de los lectores en cuáles son ésos. Es de agradecer la inclusión de textos ajenos poco difundidos que ayudan a la calidez del libro.

El mayor problema es el de todo buen editor cuando se hace cargo de sus propias obras: además de las inevitables erratas, hay inconsistencias ortográficas y gramaticales, y hay nombres en el texto (como el mío y el de Jaime Labastida) excluidos del índice onomástico, donde el muy mencionado Zaid sólo está tres veces.

Diario de un seductor
Autor: Sören Kierkegaard
Editorial: Alianza Editorial


¿Quién es de mayor pecar aunque cualquiera mal haga?; el seductor, un intelectual que se aprovecha de la fascinación que despierta en una joven inteligente y sensible; en ambos hay interés por las letras y las artes, pero también pasión y sensualidad incluso destructivas; al separarse ella se siente abandonada; a él lo persiguen para siempre los remordimientos; más que de amor se habla de ética. Autobiográfico.

La isla del padre
Autor: Fernando Marías
Editorial: Seix-Barral


En un subgénero muy frecuente en tiempos recientes, ante la inminencia de la pronta desaparición del padre, el escritor es invadido por los sentimientos, la pesadumbre y los temores ante la certeza de lo inmediato, y acude a los recuerdos, que intenta hacer perpetuos al revivir momentos de aventuras de cuando era niño y el padre le dedicaba aventuras irrepetibles en un lugar sólo de ellos; conmovedor pero logrado.

Altazor. Alquimia y revelación
Autor: Óscar Wong
Editorial: Fontamara

Entre lo mejor de la poesía hispanoamericana se encuentra la obra del chileno Vicente Huidobro, y en especial su Altazor, que se presta a muchas interpretaciones, pero del que casi siempre nos faltan las claves para no atorarnos en su lectura, o atenernos sólo a su riqueza verbal y su juego de ritmos y contrapuntos. Wong lo ha estudiado con detenimiento y nos facilita esas claves; lectura sólo para entusiastas y cultos.

Lunática
Autora: Martha Riva Palacio
Editorial: FCE / f,l,m


El mayor temor de los viajeros en la antigüedad era no alcanzar a entrar a las ciudades antes que cerraran sus puertas, por el ataque de los hombres-lobo (vagabundos peludos, desarrapados, hambrientos que no reparaban en comer carne humana); Riva Palacio retoma la leyenda pero la convierte en una idea romántica: la de ser especial, con características que no se comparten; versos bellos aunque a ratos necesitan rima.

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