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Las Chivas vencieron categórica y brillantemente al América 0-3 en el Clásico del Futbol Mexicano, con una demostración de futbol de alta calidad, velocidad, dinámica, movilidad y precisión al ataque, así como seguridad, rapidez, concentración y firmeza en la defensiva.
La actuación del Guadalajara fue muy completa, fulgurante y refulgente, sólo le permitió a su acérrimo rival que le compitiera durante 18 minutos, ya que a partir del primer gol marcado por Isaac Brizuela un minuto después, el conjunto tapatío fue dominador absoluto, a tal grado que la ventaja de tres tantos pudo ser más abultada, pues los americanistas estuvieron en riesgo de sufrir una goliza catastrófica y más humillante en el Estadio Azteca.
Las Chivas dieron una lección a las Águilas. El argentino Matías Almeyda le ganó la partida al mexicano Ignacio Ambriz. Todo lo que intentó le resultó casi a la perfección. Su dinámica y orden táctico le permitieron excelente distribución para cubrir la cancha y cerrar los espacios. Y fue muy superior en la generación de juego ofensivo y efectividad.
Isaac Brizuela, con su verticalidad, buen criterio y contundencia fue el más importante al marcar dos goles y dar el pase para el tercero al relevo Carlos “Gullit” Peña. “El Conejo” deslumbró por su habilidad y efectividad.
En este extraordinario resultado de las Chivas caben todos los calificativos y hasta las metáforas. “Hacía tantos años que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo”, escribió el gran escritor jalisciense –de Sayula— Juan Rulfo en su inmortal obra Pedro Páramo. Futbolísticamente, el Guadalajara alcanzó el firmamento por la enorme calidad exhibida al punto de aplastar a su odiado rival deportivo. Cuesta trabajo recordar una exhibición tan completa y convincente como ésta en el pasado reciente de los tapatíos.
Al mismo tiempo, fue la reivindicación del futbolista mexicano en una Liga que prefiere al extranjero y ante un equipo como América que tiene ese estandarte. El Guadalajara le dio toque a su oponente, lo dominó y lo bailó.
Fue la mejor versión del Jarabe Tapatío, esta bella expresión del folclor mexicano, en una cancha de futbol –otra metáfora— ante el extranjerismo que prevalece en los equipos de la Liga. Un triunfo de lo mexicano, tan significativo, que el sábado en el Azteca se corearon los “olés” y el “Chivas, Chivas” en altísimos decibeles.
ecamarenar@tdnsports.com