Las cinco medallas obtenidas por la delegación mexicana en los Juegos Olímpicos de Río son el escudo que han comenzado a utilizar los dirigentesdel deporte para tratar de minimizar y ocultar el desorden y las pugnasque existen entre las federaciones, la Comisión Nacional de Cultura Físicay Deporte (Conade) y el Comité Olímpico Mexicano (COM).
México no pudo superar lo realizado hace cuatro años en Londres 2012, donde ganó siete preseas; su mejor actuación fuera de casa. El nuevo ciclo olímpico comenzó coincidentemente con el nuevo sexenio y con la designación de Jesús Mena como titular de la Conade. El ex clavadista no duró ni dos años y renunció a su cargo “para atender asuntos personales”. Entonces, llegó al relevo Alfredo Castillo, en abril del año pasado, más por su amistad con el presidente Enrique Peña Nieto que por su conocimiento en el ámbito deportivo, ahí comenzaron las pugnas con las federaciones y el COM.
Castillo exigió cuentas claras a los federativos y cerró la llave del presupuesto oficial. Las federaciones y el COM se sintieron afectados y despojados y todos comenzaron a pelear entre acusaciones, dimes y diretes, no de frente, siempre por separado y por la espalda. Muchos deportistas se vieron afectados realmente, otros tantos no, por este conflicto, pero lo utilizaron como pretexto para justificar sus fracasos.
Siempre pasa lo mismo. El deporte mexicano no tiene proyectos sólidos y consistentes. Y en los dos sexenios recientes ni siquiera terminaron su gestión los designados para la dirección de la Conade: Carlos Hermosillo fue relevado por Bernardo de la Garza y Castillo suplió a Mena.
Los conflictos entre directivos han sido el común denominador del deporte mexicano; lucha por el poder y el control, egos confrontados, tristemente.
El boxeador Misael Rodríguez, ganador de bronce en peso medio, y la atleta Guadalupe González, plata en marcha de 20 kilómetros, son el mejor ejemplo de que sí hay talento en México. Con dos años en el pugilismo y tres en la caminata, respectivamente en el COM, no cumplieron el ciclo olímpico de cuatro años y sus éxitos son producto de sus grandes fortalezas, disciplina, tenacidad y personalidad, y no el resultado de un proyecto integral y sistemático.
Reconoció Castillo que se distrajo durante los primeros días del evento en compañía de su pareja sentimental “por frivolidad” y que le faltó sensibilidad para resolver los conflictos entre directivos. Y se le señala también de haber hecho mal uso de acreditaciones para sus cercanos colaboradores. Estos hechos rebasan las líneas de la irresponsabilidad y la incapacidad.
Trascendió que Aurelio Nuño secretario de Educación Pública cuestionó al directivo por su “aventura luna mielera” en Río, pero habría quedado satisfecho con los resultados obtenidos y es un hecho que no le pedirá su renuncia. Castillo comparecerá el lunes ante los diputados.
Carlos Padilla presidente del COM, se puso el antifaz de víctima y se quejó de no haber recibido ni un solo centavo de la Conade este año y reconoció que les faltó trabajar en armonía. Es decir aceptó que los egos y diferencias irreconciliables prevalecieron entre ellos.
La historia se repite y el deporte mexicano es presa de las ambiciones de los “dirigentes”.
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