En la temporada 71-72 disputarían la final América vs. Cruz Azul, intentamos conseguir boletos, pero resultó imposible. En virtud de que mi papá actuaría como juez de línea (en aquellos tiempos “abanderado”) y aprovechando que los árbitros podían introducir el coche hasta las entrañas del ‘ Coloso de Santa Úrsula’ para estacionarlo, mi hermano Arturo y un servidor, nos metimos en la cajuela, una vez adentro, fue fácil abandonar nuestro improvisado “caballo de Troya”, tomar el elevador que comunica el túnel con los palcos, para llegar hasta las tribunas y disfrutar del juego del hombre.
Pasaron los años y por esas cosas que tiene el destino, una vez que me convertí en silbante profesional llegó el día en que se cristalizó un sueño largamente acariciado, pitar un partido con el Azteca lleno. Jugaron Cruz Azul contra las Chivas. Ese día debutó Norberto Scoponi bajo los palos con La Máquina y se impuso el Rebaño Sagrado al son de un gol por cero, golazo de fuera del área, anotado por el ‘Chepo’ de la Torre de por medio… ¡Toqué el cielo!
Pero la vida “se lució poniendo ante mí un caramelo” (olé Sabina) al permitirme, tiempo después, la dicha inicua de dirigir la final (de ida) Necaxa vs. Chivas, con el Azteca lleno hasta las lámparas, grata e inolvidable experiencia. Quién iba a decir que aquellos dos muchachos que algún día, en complicidad con su padre, se “colaron de polizones” al estadio, llegarían a estar en el centro de esa sagrada cancha arbitrando la final del campeonato mexicano, porque mi hermano Arturo también lo hizo. Es más, los tres de la dinastía tuvimos nuestros quereres con El Azteca.
Todos estos recuerdos se agolpan en mi mente toda vez que el Estadio Azteca cumplirá 50 años el próximo 29 de mayo. Con Maracaná, son los dos únicos inmuebles que han albergado sendas finales de la Copa del Mundo, en donde por cierto en ambas tuve el gusto de ser testigo presencial desde la tribuna.
El primer gol de Arlindo. Ver jugar a Pelé y a Maradona, “la mano de Dios”, “el partido del siglo” cuando Beckenbauer jugó con el hombro dislocado. El golazo de Manuel Negrete. Cuando mis Pumas lograron su primer título de Liga, con gol de Cabinho a pase de Spencer Cohelo. Cuadrangulares, Liguillas, finales. Escuchar a 100 mil compatriotas entonar, con el alma sobrecogida y un nudo en la garganta, nuestro himno nacional… ¡Feliz cumpleaños!
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