Hace poco tiempo observé horrorizado en la televisión cómo en el vecino país del norte, un policía acribillaba a un joven afroamericano que iba pasando por ahí sin deberla ni temerla, metiéndole 16 tiros. Casi me da el soponcio al día siguiente cuando, también en la pantalla chica, atestigüé que Obama, el presidente de Estados Unidos de América, con toda pompa y circunstancia “indultaba” a dos pavos, para no ser sacrificados y consumidos en el Día de Acción de Gracias.

En el mismo orden de ideas, el otro día fui a un restaurante y le solicité al mesero un salero, a lo cual el “acomoda mesas” me explicó que “por la ley de salud, ya no ponen la sal en todas las mesas, salvo que sea solicitada por el comensal”. ¡Órale! Por aquello de la hipertensión. ¡Vale! Pero yo aguanté y esperé, pacientemente, que me proporcionaran el salero. Al fin y al cabo se trata de mi salud.

Igualmente me enteré con que no se permite anunciar “comida chatarra” en los programas dedicados a la gente menuda. También, que prohibieron que los narco-corridos se difundan en las radiodifusoras de algunos estados del norte de la República. Faltaba menos.

Sin embargo, al mismo tiempo, la Suprema Corte de la Nación, procurando el bien de todos los mexicanos, otorgó un amparo a cuatro respetables ciudadanos para que cultiven, cosechen y consuman la mariguana con fines lúdicos. ¡Ternurita!

No te excedas en el consumo de sal, que los infantes no cometan el suicidio de utilizar en su dieta comida chatarra, que la sociedad no escuche los narco-corridos. Son nocivos, mal ejemplo e incentivan el tráfico de estupefacientes, pero “verde que te quiero verde”, el verde es vida. A beber y a quemar, que la vida se va acabar. ¿Qúe les parece, estimados lectores de EL UNIVERSAL?

¿Y quieren más? El otro día fui a comprarme unos lentes para vista cansada, puesto que los que tenía se rompieron. A decir verdad, ya los necesitaba desde la época en que me desempeñé como silbante. Le pedí a la dependiente del Sanborns que me hiciera el favor de expedirme una factura, solícita, regresó para explicarme que “no me la podía mandar por correo electrónico (como lo manda la ley) porque ¡no había sistema!”. Es decir, Carlos Slim es dueño de Telmex (por lo tanto de Prodigy) y también es propietario de “Sangrons” y ¡no había internet para mandarme la factura! Pero qué cosas suelen pasar en nuestro país. Sólo en México. Y eso es en verdad, lamentable.

Ya con esta me despido. Con lo polémica que resultó la semifinal que escenificaron los Pumas de la UNAM y las Águilas del América. Los más furibundos críticos de “lo que pasa en la cancha” son precisamente los que nunca estuvieron en ella... la feria de las contradicciones.

ebrizio@hotmail.com

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