Los ex árbitros, convertidos en analistas especializados en los medios se han dividido en dos grandes campos hostiles. Por un lado se encuentran mis amigos, Felipe Ramos Rizo y Bonifacio Núñez, quienes son exhaustivos en su análisis y casi nada les parece; están demasiado atentos buscando la paja en el ojo ajeno y siempre encuentran algún “pero” para cualquier trabajo arbitral, por aseado que sea.

En el otro extremo están Armando Archundia Téllez, quien se define como “un quijote para el arbitraje”, y Marco Antonio Rodríguez muy activo en las redes sociales; más actualizados con la terminología y las disposiciones oficiales, que los demás, sintiéndose todavía parte integral del gremio, sin romper las ataduras, dispuestos a exonerar a los silbantes de muchas de sus responsabilidades, cuestión que en repetidas ocasiones oblitera sus juicios, dispuestos a justificar errores y aplaudir aciertos.

En medio de estás dos opuestas corrientes se encuentran los Brizio. Por un lado Arturo, quien goza de la credibilidad popular debido a su brillante trayectoria y carisma. Siempre mesurado y asertivo. Diplomático, si es necesario ambiguo, tratando de eludir la confrontación con la opinión generalizada, salvo que tenga todos los pelos de la burra en la mano.

Por el otro, Eduardo (servidor y amigo) demasiado frontal en sus juicios, evitando discutir las jugadas de apreciación, buscando explicaciones apegadas a la regla de juego, que frecuentemente topan con la ignorancia que otorgan las creencias populares, los usos y las costumbres que rigen en nuestro querido deporte. Necio, con convicciones arbitrales demasiado acendradas e incomprendidas.

Ese es estimados lectores, el panorama que nos ofrece “la crítica especializada” en cuanto a cuestiones arbitrales se refiere. Buenos, malos, regulares, objetivos, tendenciosos o imparciales. No hay de otros. Es para lo que nos alcanzó.

¿Quieren más?, pues ahí tenemos a algunos de los comentaristas y analistas del futbol, que no conformes con comunicarnos toda la sabiduría que poseen en cuestiones balompédicas, se toman el atrevimiento de invadir el ámbito reglamentario, criticando cual eruditos en la materia a los de negro, externando su docta opinión, dictando jurisprudencia al respecto, algunas veces hipotecando su punto de vista al servicio de intereses mezquinos.

Mil veces he escuchado a alguien decir: “Perdimos por culpa del árbitro”, pero nunca aceptar “ganamos gracias al silbante”…. Alguien miente. Nada es verdad, nada es mentira…, todo es del color... del cristal con que se mira.

ebrizio@hotmail.com

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