Más Información
Pifia ortográfica se cuela en transmisión del debate sobre CNDH; “Dictamen a discución” pasa desapercibido en Canal del Congreso
Delegación mexicana va a la COP29 en Azerbaiyán; promoverá “política ecológica y ambiental humanista” de Sheinbaum
Piden a Sheinbaum estrategia contra promesas de campaña de Trump; “lo va a cumplir”, advierten académicos de la UNAM
¿Qué les pareció, estimados lectores de El Gran Diario de México, el Clásico del futbol mexicano? En mi opinión, en esta ocasión, resultó muy entretenido y hubo de todo, desde errores, hasta golazos, sin que faltara por supuesto la polémica arbitral.
Antes de que se jugara el partido, todo hacía ver que los de Coapa saltarían a la cancha del ‘Coloso de Santa Úrsula’ como amplios favoritos, incluso en las casas de apuestas los momios estaban 1 a 4 en contra del Rebaño Sagrado.
Cuando nos enteramos de que el silbante del partido sería Fernando Guerrero, lo cuestionamos. No por su falta de capacidad, sino porque sería la tercera vez en apenas 10 fechas que lleva el torneo en que le estaría silbando, tanto a las Chivas como al América, cuestión que desde mi punto de vista no es sana. ¿Acaso será que no hay otro juez con los tamaños necesarios para pitar este tipo de encuentros? Igualmente, me resulta muy desagradable que cada que se aproxima un Clásico, la pantalla se inunde con escenas que nos recuerdan las broncas que se han armado con el correr de los años del Clásico, haciendo apología de la violencia, intentando ponderar la rivalidad existente con un argumento tan triste.
Digo, hay mil formas de hacer crecer el interés: los golazos, las figuras de cada equipo, anécdotas, jugadas polémicas, futbolistas que han militado en ambos bandos, los ex técnicos. Si estuviera en mis manos, prohibiría que se recordaran las batallas campales en el Clásico.
Entrando de lleno al partido, pienso que los emplumados tienen poco de qué quejarse. Si bien es cierto que les anularon un gol legítimo cuando agonizaba el partido por inexistente fuera de lugar de Oribe Peralta, también lo es que jugaron toda la segunda mitad contra diez adversarios, cuestión que no supieron aprovechar.
Las imprecisiones se multiplicaron, carecieron de profundidad y variantes en el ataque, se olvidaron de disparar de media distancia, sin mencionar que el gol de la quiniela, fue un regalo de Osvaldito Martínez, quien al pretender retrasar el balón, le puso un bombón a Omar Bravo, para que se abriera el marcador. Digo ¿También de ese yerro tuvo la culpa el árbitro?
De la jugada más futbolera del partido se derivó el segundo gol, cuando por derecha el ‘Dedos’ López mandó un centro a la cabeza de Omarcito Bravo, quien se anticipó y remató para abajo como Dios manda. Nadie lo podía creer, el Guadalajara estaba derrotando dos por cero a las Águilas en el Azteca.
La pena máxima con la cual los dirigidos por Nacho Ambriz se acercaron en el marcador fue inobjetable, lo mismo que la tarjeta roja para Carlos Salcido por malograr, mediante falta, una clara y manifiesta oportunidad de gol, cuando Quintero se aprestaba a disparar al marco.
No faltará quien quiera convertir al nazareno en el chivo expiatorio. Para mi gusto hizo un buen trabajo, siendo el prietito en el arroz el gol invalidado al América. En el último de los casos… les dieron una sopa de su propio chocolate.
ebrizio@hotmail.com