El pasado martes, al celebrarse el partido copero entre Atlante y Pachuca, en el Andrés Quintana Roo, cuando el cuarto oficial del partido, Adalid Maganda, de tez morena, ingresó al vestidor tuzo a revisar los uniformes, fue recibido por los jugadores con burlas racistas, imitando los sonidos emitidos por un mono.
Todo parece indicar que se lo reportó al árbitro central; sin embargo, éste, con poca personalidad, no se atrevió a asentar los hechos en la cédula; sino que, al consultar con la superioridad y apegándose a las instrucciones recibidas se limitó a decir que los futbolistas habían tenido un comportamiento inapropiado.
Por principio de cuentas, no se tiene que ser muy inteligente para una vez analizada la situación, percatarse de que existen las suficientes evidencias para asegurar que los hechos ocurrieron tal y como se los acabo de relatar.
La directiva hidalguense ha hecho mutis, cuando se antojaba mandatorio (en el caso de ser inocentes) salieran a la palestra a negar categóricamente los hechos, exigiendo una investigación y/o, derecho de réplica en los medios en que se ha publicado la noticia ¡El que calla otorga!
¿Por qué “el doctor”, en entrevista telefónica con El Gran Diario de México, minimizó el problema y pretendió darle carpetazo? Digo, me parece que la reacción más lógica del jerarca arbitral hubiera sido de indignación, exigiendo que todo fuera esclarecido a plenitud, en beneficio gremial.
Para nadie es un secreto que el homónimo de ‘Palillo’ y alto dirigente balompédico en la bella airosa, de una forma u otra, tiene bien maiceados a varios líderes de opinión y personajes con poder de decisión.
¿Por qué le han aplicado la ley de la mordaza al cuarto oficial Adalid Maganda, personaje que presuntamente sufrió las burlas racistas?
Si no existieron dichas burlas, lo más fácil sería que lo desmintiera y san se acabó.
¿Y la disciplinaria, apá? ¿Por qué no abre una investigación?
Por donde lo quieran ver ustedes, es un caso de gravedad extrema. Por un lado no puede ser que los silbantes reciban instrucciones desde el escritorio y las cumplan a cabalidad. ¿A dónde vamos a parar? Y por el otro, un caso de discriminación racial no debe quedar impune.
Todo esto sin mencionar que no hace mucho tiempo los silbantes se fueron a la huelga para “exigir un trato digno”…
¿A esto le llaman un trato digno?... ¡Para eso me gustaban!
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