Tal y como si se tratara, al más puro estilo de Gabriel García Márquez, de la “Crónica de una muerte anunciada”, los dueños del balón acordaron, por unanimidad, el cese del ‘Consorte de Liendre’ como timonel nacional; toda vez que la Selección Nacional no caminaba en lo futbolístico y la pendenciera conducta del ahora ex técnico era ya insostenible.

Me parece que la gota que derramó el vaso (la agresión del ‘Piojo’ a Martinoli) era altamente predecible, tanto así que ya lo había amenazado en las redes sociales. La dirección de Selecciones Nacionales debió orientarle al respecto e incluso enviar un extrañamiento a la televisora correspondiente, no para restringir la libertad de crítica ni de expresión, pero sí, solicitando respeto, que se cuestionara su trabajo (mas no su persona) y que por favor no se metieran con su familia; digo, porque aparentemente esos eran los motivos que enojaban a Miguel Herrera.

Igualmente se equivocaron al no explicarle a la hija de Miguel los alcances de sus actos, desde la primera vez que hizo su aparición, haciéndole entender que su papá es una figura pública, que recibiría elogios, pero también críticas, y que finalmente éstas no iban dirigidas a su persona, sino al DT nacional. También escapa a mi entendimiento que viajar con el equipo no es sano... y ahí está la prueba.

De cualquier forma, los días de Herrera estaban contados. Había terminado su romance con la prensa, con sus propias manos fue cavando su tumba, se envolvió en un berenjenal en donde su escasa preparación, su nula tolerancia a la frustración, sus problemas con las figuras de autoridad, su protagonismo y su fragilidad emocional, terminaron por pasarle la factura.

Quien en esta ocasión de verdad me apantalló fue el flamante presidente de la FMF, Decio de María Serrano, con el discurso en el que anunció oficialmente lo que era ya un secreto a voces. Sereno, claro, objetivo, sin precipitarse, utilizando apropiadamente el lenguaje, reconociendo la problemática que enfrentaba, siendo conciliador con la prensa, sin enojarse, dando respuestas emocionales. ¡Enhorabuena!

Pero (siempre hay un pero), fue tan brillante su alocución y ha agarrado tantas tablas, que evadió con maestría una de las preguntas que más nos interesaba a propios y extraños, cuando fue cuestionado respecto de que si los futbolistas, concretamente los hermanos Dos Santos (Giovani y Jonathan) también iban a ser sancionados, se salió por la tangente. Digo, tanto peca el que mata la vaca, como... el que le agarra la pata.

ebrizio@hotmail.com

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