Las Águilas del América derrotaron categóricamente a unos “tristes Tigres que tragaban trigo en un trigal” en la final de la ‘Concachampions’, logrando así, no solamente el bicampeonato, sino ganando el boleto para participar en el Mundial de Clubes, a celebrarse en Japón del 8 al 18 de diciembre próximo, para de paso convertirse en el máximo ganador de este torneo al haberse ceñido por séptima ocasión la corona. ¡Enhorabuena!
Sin embargo, llama poderosamente mi atención, que en la alineación inicial de los de Coapa hayan aparecido únicamente tres futbolistas nacidos en México (el cancerbero Hugo González, el lateral derecho Paul Aguilar y el centro delantero Oribe Peralta), mientras que los otros ocho eran foráneos, aunque le parezca difícil aceptarlo, estimado lector.
Del mismo modo, cabe mencionar que de los tres jugadores tricolores, solamente el portero González es producto de las fuerzas inferiores americanistas, toda vez que Aguilar se forjó en las filas del Pachuca y Oribe Peralta debutó con los Monarcas. (El ‘Chepe’ Guerrero, mexicano, canterano atlantista, jugó 45 minutos).
Los ocho extranjeros, le cuento, fueron: Pablo Goltz (argentino), Pablo Aguilar (paraguayo), Miguel A. Samudio (paraguayo), Andrés “el rifle” Andrade (colombiano), Oswaldo Martínez (Paraguayo), Darwin Quintero (colombiano), Rubens Sambueza (argentino) y Darío Benedetto (argentino). Sin mencionar que para la parte complementaria ingresó Michael Arroyo (ecuatoriano)… una verdadera Torre de Babel.
He escuchado un clamor popular ponderando el gran trabajo realizado por Ricardo Peláez para obtener cuatro títulos con cuatro diferentes técnicos, me uno a todos ellos. Solamente que me gustaría puntualizar (sin de manera alguna pretender demeritar los logros alcanzados) que ha hecho un gran trabajo contratando jugadores, que no formándolos. ¿Y la cantera apá? Ese es un detalle importante.
Bueno sería también mencionar que de los nueve futbolista extranjeros que lograron el histórico título para “los millonetas”: Quintero, Sambueza y Benedetto ya están naturalizados, es decir, ante Dios y ante los hombres son mexicanos... son nuestros paisanos.
Por eso, me resultó patético observar que durante el festejo, luego de agradecer al creador de todas las cosas los dones recibidos, tanto el ‘Científico del Gol’, Darwin Quintero, como Darío ‘Pipa’ Benedetto, “nuestros paisanos”, se pavonearan por el sagrado césped del Coloso de Santa Úrsula envueltos en la bandera de su país natal, la de Colombia el primero y la de Argentina el segundo.
Digo, entiendo que “en este mundo no hay cosa más buena y más sana… que cada quién haga lo que se le dé su regalada gana”, pero siempre he tenido mis dudas al respecto: estos individuos ¿se naturalizan mexicanos… por conveniencia o por convicción?
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