Alberto de la Cruz, el abogado de los 11 policías federales presos por la fuga de El Chapo Guzmán, asegura que fue la PGR, que la PGR filtró los videos con audio para reforzar la acusación contra sus defendidos.
Sería una filtración perfectamente intencionada, pues según me explicó el abogado, el video está editado para crear una percepción distorsionada de los hechos.
En el Poder Judicial se lavan las manos y aseguran que el video no salió del expediente en poder de un juez.
Hay versiones enloquecidas que quieren ver en esta trama la mano de un precandidato del PRI pescando en el río revuelto: que si fue Nuño para eliminar a Osorio, que si fue el propio Osorio para disolver a la parte del equipo de seguridad que el presidente Peña Nieto no le ha autorizado amputar; en fin, teorías del complot entretenidas, pero chafas.
Disipada la tolvanera de las primeras reacciones, va quedando claro que el gran perjudicado por la filtración de octubre será el presidente Peña Nieto. Tres meses después de la imperdonable fuga, el trabajo de control de daños comenzaba a rebajar en lo posible las dimensiones de las heridas y cicatrices. Y entonces la PGR, o una mano siniestra en un juzgado, o un traidor en el área de seguridad, alguien, decidió que era buen momento para volver a sacar a flote el ignominioso capítulo de El Chapo. Alguien calculó que obtendría un beneficio al clavarle una puñalada al gobierno del presidente Peña Nieto, al presidente Peña Nieto.
Es una filtración que huele a 1994, a ganas de pudrir las cosas. Es comprensible que el comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales, se comprometa en público a investigar la filtración. ¿En serio lo hará? ¿Y qué tal si la búsqueda lo conduce, como aseguró el abogado De la Cruz, al despacho de Arely Gómez, o a seguirle el rastro a un ministro de la Suprema Corte, o a un secretario de Estado?
Como en el 94, alguien parece estar construyendo la tarima para un crimen. La filtración del miércoles huele a desdicha.
MENOS DE 140. 80% de los mexicanos respaldan descontar el día a los maestros faltistas (Gabinete de Comunicación Estratégica, octubre 15). Duro.
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