Las autoridades recibieron el dato con incredulidad.
Sus informantes dentro del penal de Puente Grande, en Jalisco, les avisaron con dos semanas de anticipación que Rubén Oseguera González, El Menchito, hijo del cabecilla del Cártel Jalisco Nueva Generación, había comprado su libertad. Y que el monto era de 80 millones de pesos.
No lo creyeron hasta que sucedió. Y en contra de todo pronóstico, fue declarado libre por falta de pruebas, el veinteañero a quien el gobierno federal ubica ahora como número dos del considerado cártel más peligroso de México. Era enero de 2014.
Durante el tiempo en que estuvo preso por vez primera El Menchito —menos de un año— los cuerpos de inteligencia de la administración del presidente Enrique Peña Nieto recibieron un mensaje atribuido a su papá: que se cambiaba por su hijo, que lo encarcelaran a él pero permitieran a su muchacho estar fuera. La decisión oficial fue continuar con esa negociación, pero fuentes de alto nivel me confían que nunca hubo segunda comunicación por parte del capo.
Según información gubernamental, Rubén Oseguera Cervantes El Menchito, también apodado El Junior, estaba con su padre en Villa Purificación, Jalisco, el primero de mayo de este año, cuando un fallido operativo para detenerlos derivó en una batalla que incluyó una cifra récord de narcobloqueos y el derribo de un helicóptero del Ejército.
Hay informantes del gobierno que aseguran que en ese episodio, El Menchito resultó herido de bala, al parecer en un brazo. Pero esto no había sido confirmado.
Los datos que recibieron las autoridades marcan que, tras esta batalla de fin de semana que ocupó todas las primeras planas, las células de Nueva Generación se escondieron en la sierra jalisciense, así como en los estados vecinos de Michoacán, Colima y Nayarit.
La detención de El Menchito se dio en un fraccionamiento atrás del Club Atlas, frente al bosque de Los Colomos, en la zona metropolitana de Guadalajara, lugar que han empleado históricamente los capos más relevantes de México para establecer la vivienda de sus familias y lavar dinero.
De acuerdo con reportes oficiales, Jalisco Nueva Generación centra su peligrosidad en el dinero que maneja, sobre todo de la importación de precursores químicos de China y el sureste asiático, que son convertidos en metanfetaminas que se venden en Estados Unidos y Europa. Esto lo logran, en buena medida, gracias a la enorme impunidad con la que operan en los puertos de Manzanillo y Veracruz.
Se ha detectado su participación también en secuestros y extorsiones, que alimentan su financiamiento y le permiten, por ejemplo, comprar armas de gran poder en la violenta región de Medio Oriente, donde las vigentes guerras y revoluciones han significado un enorme crecimiento del mercado negro de armamento.
SACIAMORBOS. ¿Cuántos penosos malabares más tendrá que hacer Emilio Chuayffet? Se le caen los platos, se estrellan hasta romperse en el piso y él finge la sonrisa al público.
historiasreportero@gmail.com