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El triunfo de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales francesas tiene dos lecturas iniciales simplificadas: la primera es que la ciudadanía le dijo no a los partidos políticos tradicionales y la segunda es que le dijo sí al establishment.
Los partidos políticos históricos en Francia quedaron aniquilados desde la primera vuelta electoral. Dos movimientos pasaron a la gran final. Uno relativamente joven —si tomamos del Frente Nacional sólo la era de Marine Le Pen— y otro recién nacido.
Uno, el antisistema, antiestablishment, muy a la Donald Trump, de Le Pen, planteaba hacer de lo que conocemos como Francia todo al revés.
Y otro, el vencedor, mucho más parecido a la figura de un candidato independiente, con la personalidad de Emmanuel Macron, de 39 años, formado en el sistema francés, que participó a alto nivel del actual gobierno socialista de Francois Hollande pero renunció desencantado de la administración y los partidos, y fundó su movimiento alternativo que logró entusiasmar, conquistar. Macron es, pues, un candidato antipartido, pero no antisistema ni antiestablishment. Plantea, eso sí, ajustes de fondo a lo que quieren los franceses que sea su sistema y su establishment en las décadas por venir.
¿Puede pasar algo así en 2018 en México?
No es un escenario que esté ahorita en la conversación pública, pero frente al desencanto generalizado con la clase política, pienso que desde luego puede surgir una figura que emocione y represente una alternativa real frente a los repetidos vicios de un devastado PRI, un desgastado PAN y un incierto Morena.
Es verdad que en México el piso no está parejo para los candidatos independientes frente a los partidos políticos, pero tampoco lo estaba para Jaime Rodríguez Calderón El Bronco hace un par de años en Nuevo León, uno de los estados más importantes y poderosos del país. El hartazgo motivó que grupos empresariales y de medios de comunicación financiaran y respaldaran a una figura singular, emanada del sistema (era priísta unos días antes de registrarse como “independiente”), que fuera capaz de dar certidumbre pero plantear un cambio genuino en la manera de hacer política involucrando a la ciudadanía.
Hoy, sin embargo, con bastante facilidad se dice que en México una alternativa a los partidos y candidatos viejos no es posible para el 2018. Creo que esta decepción se basa en que la “Bronco-euforia” se vio sepultada por la pobrísima gestión de gobierno del mandatario nuevoleonés y porque los otros aspirantes sin partido a la Presidencia de México no han logrado conectar con la gente ni con la opinión pública (tal vez porque es demasiado temprano en la contienda, tal vez porque sus personalidades y/o trayectorias no son evaluadas como idóneas).
Pienso que en México el ánimo social está tan revuelto que pueden surgir muchas cosas en la elección presidencial venidera. Y con las restricciones de dinero y spots, en la era de las redes sociales y el involucramiento ciudadano, por qué no pensar que se asome por ahí —desde la izquierda, la derecha o el régimen— un Macron mexicano.
SACIAMORBOS. Se solicita tour de encuestadores a Francia. No se la van a pasar mal, digo, es París. Las encuestas de allá, en las dos vueltas electorales, fueron exactas en reflejar el resultado de las urnas, a pesar de clásicos fenómenos disruptivos.
historiasreportero@gmail.com