Más Información
Adriana Malvido invita a unirse al nuevo movimiento ambiental ABC/MX; convoca a la juventud para enfrentar la crisis climática
José Ramón López Beltrán y su familia agradecen apoyo con foto navideña; “nos sentimos muy afortunados”, dicen
Decomisan arsenal, granadas y equipo táctico en Pantelhó, Chiapas; catean rancho tras enfrentamiento
3 de cada 4 menores en México no reciben pensión alimenticia; PVEM propone pago retroactivo desde nacimiento
El Ministerio Público federal trató de presionarlo. Le preguntó varias veces, de golpe, de quién desconfiaba, quién lo había delatado, quién lo había “puesto” —como se dice en el argot policiaco— para que las autoridades lo atraparan.
El Chapo nunca dudó ni renegó de su compadre, su socio histórico en el Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada García. Y consistentemente contestó, en medio de la metralla de cuestionamientos, que no sabía ni siquiera si alguien lo había “puesto”, pero que si alguien lo hizo, no había sido El Mayo.
Incluso Joaquín Guzmán Loera confesó que vio tres o cuatro veces a El Mayo durante el medio año que transcurrió desde que se escapó del penal de Almoloya, Estado de México, hasta que lo recapturaron en Los Mochis, Sinaloa.
El más reciente de los encuentros, dijo, sucedió una semana antes del 8 de enero de este año cuando fue recapturado. La junta, según el testimonio de El Chapo, tuvo como sede la comunidad de La Cruz, cabecera municipal de Elota, Sinaloa, mejor conocido como Cruz de Elota.
Esta declaración de Joaquín Guzmán Loera se habría dado poco tiempo después de su captura en enero, y me la revelaron dos fuentes de inteligencia del gobierno federal mexicano hace entre dos y tres semanas, es decir, antes de que se supiera públicamente de las declaraciones de Rosa Isela Guzmán Ortiz, supuesta hija del capo, al periódico británico The Guardian.
Ella denunció que la recaptura del Chapo hace dos meses se debió a que fue traicionado por el gobierno y por El Mayo Zambada, celoso de que quería otorgarle a su hijo Iván Archivaldo Guzmán Salazar el control de la organización criminal.
Emma Coronel, actual mujer del capo, y José Refugio Rodríguez Núñez, su abogado más visible, han contestado, presuntamente a nombre de Guzmán Loera y hermanas, desconociendo a la supuesta hija (ambas partes aceptaron una prueba genética para despejar dudas) y descalificando sus declaraciones sobre pactos con el gobierno y traiciones dentro del cártel.
Según mis fuentes, Guzmán Loera habría contestado más preguntas sobre El Mayo, diciendo que anda “a salto de mata” por temor a ser capturado, que se mueve de rancho en rancho, como los que tiene en las comunidades El Salado y El Álamo, de Culiacán, y que se encuentra golpeado emocionalmente por varias detenciones en su círculo más íntimo: están en la cárcel sus hijos Ismael Zambada Imperial El Gordo, Vicente Zambada Niebla El Vicentillo y Serafín Zambada Ortiz, así como su hombre de confianza José Rodrigo Aréchiga Gamboa El Chino Ántrax, que fungía como líder de Los Ántrax, banda a la que las autoridades identifican como el brazo armado bajo el mando de la familia Zambada.
Los órganos de inteligencia del gobierno mexicano radiografían a Ismael El Mayo Zambada García como líder histórico del narco en la región, pero ya no con la capacidad de operación de antaño debido a su precario estado de salud y sus casi 70 años de edad.
historiasreportero@gmail.com