La XXII Asamblea Nacional del PRI se está celebrando en cinco sedes, pero la atención está puesta en Campeche, con el tema de los candados para los candidatos a elección popular, y en Guadalajara, con la propuesta de futuro. ¿Quién? y ¿Qué? Estatutos y visión.

En ese contexto, llama la atención la propuesta de crear una Comisión de Etica y la importancia de que su abanderado deba tener como principal virtud una trayectoria en el sector público intachable y con reconocimiento social, no solamente de los militantes y simpatizantes del PRI.

Salinas de Gortari se ha referido a la estructura de su partido como una nomenclatura firmemente anclada y organizada con presencia en todo el territorio nacional. Esto es una ventaja (un voto duro identificable) sobre los otros grandes partidos, los cuales tienen una presencia alta en algunas regiones y baja en otras y requieren de alianzas para obtener los triunfos electorales sobre el PRI, pero que después no han tenido la capacidad de convertir, esta unión durante las campañas, en gobiernos de coalición.

Esta nomenclatura tiene sus propios intereses que, cuando se alejan de las expectativas de la sociedad, son un lastre para los candidatos y han ocasionado algunas derrotas. Este aparato que demostró su eficiencia en el “antiguo régimen” -tan añorado por los neo-seguidores de MORENA-, pero ahora debe moverse con la corriente. El primer síntoma de esta intención es el posicionamiento contra el abuso del poder de algunos de sus jóvenes prospectos -la pandilla de exgobernadores- que han acabado perseguidos por la justicia por reproducir comportamientos y prácticas del pasado.

La contra-corriente sería continuar con la soberbia de suponer que México no ha cambiado y desconocer que su penetración en el electorado juvenil es baja y, en una parte importante de éste, el PRI ni siquiera le genera animadversión. El reposicionamiento tiene que ser con un discurso honesto y directo. El abandono de la perpetua corrección política -que busca no moverse del centro- y la adopción de posturas más acordes con una realidad en la que impera la amplia pluralidad de valores y de grupos. La posición de Levín Coppel (Excélsior, 7-08-17) social demócrata y de centro-izquierda puede ser suscrita por muchos servidores públicos que trabajan para reducir la desigualdad social y las condiciones inequitativas que perjudican a los más pobres.

No basta una “mea culpa” mediático. Hay que cuestionarse con seriedad porque algunos personajes públicos que hace años hubieran sido cuadros priistas han decidido mantenerse alejados y han desarrollado su vocación por servir a nuestro país en las más diversas trincheras, decidiendo no participar en las lides partidistas. Tal vez haya una excesiva burocracia o los consejos directivos locales hayan sido controlados por caciques o líderes de grupos clientelares, que movilizan a los votantes.

¿Quiénes serán los candidatos? ¿Apertura o cierre? ¿Inclusión o exclusión? En la XVII Asamblea de 1996 la postura fue sólo favorecer con el apoyo de la maquinaria a quienes tuvieran antecedentes partidistas. Hoy ¿cuáles son los tiempos? Eso es lo que se debate y se resolverá el sábado en la sesión plenaria.

¿Hacia dónde va el PRI? ¿Un pasado remasterizado o una propuesta de centro-izquierda viable financiera y económicamente? La política de la dádiva, el asistencialismo, sólo reproduce la pobreza. El uso del gato pardo -aquel que no da color- es el camino más directo al fracaso. El uso de la promesa incumplible en las campañas es una de las principales causas del descreimiento en la política y en sus ventajas en la solución de los conflictos.

¿Quién? Un hombre o una mujer que proyecte una imagen de compromiso social. ¿Qué? Volver a los básicos. Estrategias viables de combate a la pobreza. Discurso claro en favor de los marginados. Empatía con los jóvenes que no ven en los esquemas de estudio o trabajo tradicionales un camino a la superación personal. Distanciamiento de intereses creados que mantienen privilegios a grupos cerrados. Contundencia en las acciones de anticorrupción. Esos son los retos del PRI y, en su conjunto, del resto de los partidos. La ideología los distingue y eso, que en un mundo pragmático como el que vivimos pasa a un segundo plano, puede ser la clave para obtener o no ese pequeño porcentaje de la votación que se necesita para ganar o perder en elecciones competidas. Basta recordar lo sucedido en Francia con Macron.


Profesor de Posgrado de la Facultad de Derecho de la Universidad Anáhuac del Norte
cmatutegonzalez@yahoo.com.mx

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