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20:30 horas del 24 de enero de 2017, el gobernante más agresivo de los Estados Unidos contra México en los últimos cien años prepara el texto de menos de 140 palabras que va a “tuitear”, apunta al avión que transporta a la misión diplomática de nuestro país, apunta y dispara. El misil pega en el blanco. La prensa inicia su trabajo. Los políticos y la comentocracia plantean inmediatamente la cancelación o no de la visita del Presidente Peña Nieto a su vecino del norte.
Los secretarios Videgaray y Guajardo sorprendidos por algo que era previsible reclaman y declaran que obtienen una concesión y les dicen que el tuit fue un error provocado por el empalme de agendas políticas. Mientras están cautivos en su reunión de diez horas en la Casa Blanca, ven al sonriente Trump mostrando a los medios de comunicación las órdenes ejecutivas firmadas para desaparecer las ciudades santuarios de inmigrantes y extender el muro fronterizo, aderezada con la declaración que está ansioso de recibir al Presidente Peña y ofrecer una colaboración estrecha. Los enviados cuando salen de sus pláticas, anuncian que recibieron un trato digno y que hubo avances. “Un día de contrastes”.
Los partidos políticos pasmados. López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas -que entienden más de política- en principio, expresaron su apoyo incondicional al Presidente. Los oportunistas lo condicionaron a que sea lo que ellos quieren. Muchos aprovecharon para rasgarse las vestiduras y recordar los múltiples agravios que hemos sufrido. Otros recordaron la asimetría de la relación y el poderío norteamericano.
El Presidente Peña Nieto emitió un mensaje en el que no menciona por su nombre al Presidente de Estados Unidos, que es el adversario. No hay que confundirnos, no todos los norteamericanos son nuestros adversarios. No hay consenso amplio con la política antimexicana, ni siquiera en su gobierno, mucho menos en la clase política o en los estados y ciudades con población migrante significativa. Peña Nieto anuncia que aplaza cualquier decisión al regreso de la misión y que la consultará con las dos instituciones propias del Federalismo: el Senado y la Conferencia Nacional de Gobernadores.
El mundo a la expectativa. El peso se recuperó porque Trump declara que Estados Unidos necesita a un México fuerte. Las acciones de CEMEX subieron, no hay que olvidar que el muro requiere concreto. Millones de migrantes hoy sufren inseguridad y tienen miedo. El gobierno mexicano les promete ayuda en 50 consulados, que aun siendo bien intencionada y eficiente será insuficiente. No hay un discurso contundente. El formalismo y la prudencia prevalece. Guajardo, muy optimista, en entrevista con Ciro Gómez Leyva a las 7:30 a.m.
El dedo de quien se cree el “Eisenhower de los negocios” se prepara, escribe, lanza un nuevo misil twitero que pega en el corazón de Los Pinos: “… Si México no está dispuesto a pagar por el muro, sería mejor cancelar la reunión”.
No quedó salida. Hubo que confrontar al adversario, a Trump, que no tiene todas consigo. El ataque a la industria automotriz establecida en México afecta al empleo en nuestro país, pero más a los inversionistas japoneses y alemanes. La orden ejecutiva migratoria afecta profundamente a la agro-industria californiana y a la economía texana. La beligerancia trumpiana pone en riesgo las inversiones norteamericanas en la exploración y explotación del petróleo en nuestro país. Tenemos muchos aliados. Todos con el Presidente.
Hay que entender que el aparato gubernamental norteamericano no es monolítico, ni sus agencias responden plenamente a los intereses del inquilino de la Casa Blanca -pregúntele a Obama-. La autonomía del Banco Central y los aparatos de seguridad quedó expuesta en la campaña electoral con las filtraciones de la CIA y el FBI. La sociedad es plural y los centros de poder ampliamente descentralizados.
Hay que fortalecer los enlaces con nuestros aliados dentro de los gobiernos federal, estatales y citadinos (NY, LA y Chicago) y la oposición formal a Trump. El ninguneo al soberbio es una buena estrategia cuando no hay disposición al diálogo. Fidel Castro fue maestro en esa materia. Las posiciones estridentes no conducen a nada.
Mao decía: “Los enemigos de tus enemigos son tus amigos”. Trump ha acumulado animadversiones dentro y fuera de su país. Si bien los intereses de los Estados Unidos para ellos siempre están primero, los del actual Presidente no necesariamente sean los intereses de todos y eso hay que aprovecharlo. Sin cuartel contra Trump, quien ha demostrado que en sus ansias de trepar al “Olimpo” norteamericano pasará sobre cualquier dignidad o principio que se le oponga.
El dilema de ir o no ir a Washington era intrascendente. Lo que importaba era la forma en que se cancelara el viaje. Debe quedar claro a Trump que los mexicanos no tenemos miedo, que daremos la lucha por nuestros intereses y que tenemos más aliados, incluso dentro de su gobierno, que la miopía política trumpiana es incapaz de percibir.
El TLCAN, el muro y la migración son temas coyunturales. Lo que realmente cuenta es que Trump acepte, de buena o mala gana, que hay tres grandes países en la región, que son igualmente importantes, que se necesitan recíprocamente para consolidarse frente al resto del mundo y que el desarrollo sustentable y el bienestar futuro de los canadienses, estadounidenses y mexicanos depende de una integración justa y con respeto mutuo. Los misiles tuiteros son parte de la nueva forma de hacer la diplomacia.
Profesor de Asignatura de El Colegio de México
cmatutegonzalez@yahoo.com.mx