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La primera gran batalla contra el dragón del populismo en Europa se ha librado este domingo 23 de abril, día de San Jorge, en Francia. De los extremos, el de la derecha xenófoba y cerrada representada por Marine Le Pen ha pasado a la segunda vuelta. No es un resultado que sorprenda si se recuerdan las tendencias regionales e internacionales respecto al desencanto político.Le acompañará en estas dos semanas de campaña Emmanuel Macron, candidato considerado centrista. Lo es si pensamos en su idea de unir a la socialdemocracia, a la derecha moderada y el espíritu republicano social heredado del general De Gaulle, uno de los referentes franceses de la historia contemporánea.
De los resultados electorales de este domingo pueden extraerse algunas primeras reflexiones. 1) Por primera vez desde la fundación de la V República Francesa (fundada precisamente por De Gaulle a finales de los años 50) ningún candidato o candidata de las dos fuerzas tradicionales estará presente en la segunda vuelta. La política finalmente refleja los cambios de la realidad.
2) En este sentido, el quinto puesto, con 6% de los sufragios, obtenido por el socialismo francés debería de abrir un periodo de análisis importante respecto a la vigencia del espectro político socialdemocracia/democracia-cristina (centroizquierda-centroderecha), no sólo en Francia, en Europa en general.
3) Aunque nada más conocerse los primeros sondeos y resultados se ha activado el llamado “frente republicano”: el resto de los candidatos hacen público su apoyo a Macron con el objetivo de evitar una victoria del populismo (como ocurrió ya en el año 2002); es sustancialmente importante no pensar que Le Pen no podría ganar la segunda vuelta. Del otro lado del Atlántico se llegó a decir que Mister Trump no podía ser presidente… Si se habla de hacer una política diferente a la tradicional, el líder del movimiento “En Marcha” debe cuidarse de creer que el resto de la población francesa que no apoya al Frente Nacional está ya con él. El abstencionismo electoral es fiel acompañante del fantasma populista.
4) Relacionado con esto, las elecciones presidenciales francesas pueden ser una muestra más de que no es la democracia en sí misma lo que ha desencantado, sino la forma tradicional de hacer política. Macron, cuya mayor crítica ha sido la de no ser político, podría ser considerado un candidato “anti-establishment” igual que Le Pen.
Si el candidato centro-liberal llega a ser presidente tendrá que trasladar ese movimiento a las elecciones legislativas de junio. Francia tiene un sistema semipresidencialista y por lo tanto, esos resultados pueden paralizar el funcionamiento y alimentar el desencanto en general. ¿Jean-Luc Mélenchon, líder de “Francia Insumisa” (la izquierda radical) y los votantes anti-globalización creerán que es posible el cambio desde adentro del sistema?
5) Para Europa, la presencia de Macron resulta positiva en todos sentidos. En el más inmediato, de los cinco candidatos que se presentaban en la primera vuelta, él había asumido en el discurso su europeísmo con la prioridad de relanzar el proceso de construcción comunitaria frente a discursos euro-hostiles y euro-escépticos.
En el sentido a largo plazo, frente a un escenario con el Brexit en puertas y elecciones generales en Alemania próximamente, el ocupante del Palacio del Elíseo es uno de los actores fundamentales de este proceso. No por nada el Día de Europa es el 9 de mayo, fecha en que Francia dio a conocer en 1950 la llamada “Declaración Schuman”. Este año, la conmemoración sólo dos días después de la segunda vuelta electoral gala.
No podemos decir aún que el dragón del populismo ha sido enterrado en Francia ya, pero salvo catástrofe Macron será el próximo presidente franco. Por hoy, San Jorge ha vencido. Libros y rosas para todas y todos.
Internacionalista por la UNAM y experto
en integración europea por la Universidad Autónoma de Barcelona
agarciag@comunidad.unam.mx