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El Sistema de las Naciones Unidas en México saluda la publicación de la primera Constitución en la vida de la Ciudad de México. Nos situamos frente a un documento histórico que encara con solidez y profundidad los desafíos centrales de la agenda del desarrollo, la paz y los derechos humanos para la Ciudad de México.
El proceso para su elaboración mediante grupos redactores plurales y el mecanismo de parlamento abierto, reivindican el valor de la política, de la participación ciudadana y del diálogo como herramientas fundamentales para procesar las diferencias ideológicas y sistematizar las aspiraciones sociales.
La paridad en términos de género de la Asamblea Constituyente es un logro en sí mismo. También, la consulta realizada a los pueblos, comunidades y barrios originarios sobre el capítulo correspondiente a sus derechos materializa su derecho a la consulta previa, libre e informada, además de sentar un importante precedente a nivel internacional.
Esta Constitución será una guía para cumplir con el carácter universal, indivisible y progresivo de los derechos humanos, así como a contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
La Constitución hace grandes contribuciones al definir a la Ciudad de México como pluricultural y como espacio de refugio y asilo, al establecer el derecho a la ciudad y desglosar sus implicaciones en términos sociales, políticos, territoriales y ambientales, al definir derechos económicos específicos y establecer con toda claridad el derecho universal a una vida digna conforme a los más altos estándares de bienestar.
La igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, así como el reconocimiento a la diversidad sexual y a los derechos sexuales y reproductivos es uno de los elementos centrales de la Constitución, como lo es también el reconocimiento del derecho al cuidado.
En el ámbito institucional subrayamos el enfoque metropolitano del desarrollo urbano y territorial que recupera el papel de la planeación y la conformación de un Consejo Autónomo de Evaluación de todas las políticas con facultades para emitir recomendaciones vinculatorias. También la creación del Cabildo de la Ciudad como espacio de coordinación entre el gobierno central y las alcaldías, el reconocimiento del papel que deberá jugar el Consejo Económico y Social, además de las obligaciones de consulta para las instituciones públicas y el establecimiento de la figura de revocación del mandato.
Desde sus ámbitos de especialización, diversas agencias del Sistema de las Naciones Unidas en México, a solicitud de las autoridades y de la Asamblea Constituyente, acompañaron el proceso.
Consideramos que el resultado final es muy satisfactorio. La Constitución coloca a la Ciudad de México a la vanguardia internacional en numerosos temas de desarrollo y derechos humanos. Es un punto de partida para la Ciudad y una contribución tangible para lograr un desarrollo sostenible, en el marco de la Agenda 2030, con igualdad y plena vigencia de los derechos humanos.
Coordinador residente del Sistema de las Naciones Unidas en México