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Las mujeres nos tenemos que esforzar el doble: primero para demostrar que somos talentosas y después para superar las barreras que enfrentamos por el hecho de ser mujer. Esta situación se ve reflejada en distintas esferas de la vida política, económica y social.
¿Cuántas de nosotras no nos hemos sentido, alguna vez en nuestra vida, desvaloradas por ser mujeres? ¿Quién no ha sido constantemente interrumpida en las juntas de trabajo? Estoy segura que muchas de nosotras en pleno siglo XXI hemos escuchado algún “¿Para qué estudias? Mejor consigue a un hombre que te pueda mantener”. ¿Cuántas veces han dudado de nuestras capacidades laborales por el hecho de tener hijos? ¿Quién no ha sido juzgada ante un asenso en el trabajo por utilizar “otros medios” para conseguir el puesto?
Estas actitudes son sólo algunos de los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres todos los días. Es verdad que ha habido avances institucionales para evitar las prácticas discriminatorias en contra de la mujer, pero no son suficientes para ponerle fin a los prejuicios culturales que impiden su desarrollo integral. Lamentablemente, esto sucede en todos los sectores. Las mujeres son juzgadas desde una óptica machista que es más intolerante y más cruel.
Hillary Clinton definitivamente es un parte aguas. Es la primera vez que una mujer es candidata a la presidencia de Estados Unidos. Me parece inconcebible que en el 2016, todavía sea criticada por no comportarse de acuerdo con las características correspondientes y aceptadas para una mujer. La critican por ser fría, dura y poco emocional; adjetivos que nunca serían usados para desprestigiar a un hombre.
Hillary Clinton es juzgada más que cualquier hombre, con argumentos irrelevantes para su desempeño político, por el simple hecho de ser mujer. Es más difícil avanzar cuando tienes que considerar que algunos prejuicios culturales presentes en la sociedad pueden malinterpretar una actitud más agresiva o vigorosa, cuando probablemente en un hombre sería celebrada.
Las mujeres tenemos que considerar estos aspectos si queremos triunfar en un mundo que se mueve todavía bajo una lógica masculina. Debemos seguir adelante con valentía, tomando en cuenta que la vara con la que miden nuestras acciones y actitudes no es la misma para los hombres que para las mujeres. Por lo tanto, debemos esforzarnos más, prepararnos más y estar dispuestas a superar obstáculos adicionales, que no tienen nada que ver con nuestra capacidad o nuestro talento, sino con prejuicios que cada vez son más absurdos, pero todavía permean en la sociedad actual.
Así que yo las invito a que no permitan que estas barreras culturales las limiten. Levanten la voz y no se desanimen cuando se enfrenten con estas situaciones. Al contrario, que sean una razón más para seguir adelante y poco a poco cambiar lo que tanto daño nos hace a todos. No tengan miedo y sean asertivas, firmes, contundentes y seguras de sí mismas. Lo más valioso y poderoso es que también podemos dejar al descubierto el corazón y demostrar el amor con el que hacemos las cosas. Sí. Probablemente serán juzgadas, pero vuelvan a levantarse, ignoren las críticas deconstructivas y sigan avanzando con el corazón abierto y la frente en alto. Entonces estaremos más cerca de una sociedad en donde las mujeres puedan desarrollarse en igualdad de condiciones que los hombres.
Fundadora de la Fundación Angélica Fuentes