Las campañas del 2017, la última aduana antes de la sucesión presidencial están por terminar. Cuando estas líneas salgan de las rotativas faltarán menos de 36 horas para que inicie el denominado “Periodo de Reflexión” y, por fin, terminen las contiendas electorales en cuatro estados. Mas de 21 millones de electores podrían concurrir a sufragar el próximo domingo, de ellos, acumulando los datos del Inegi por estado, más del 63% cuentan con acceso a medios sociales y por lo menos la mitad cuentan con un smartphone.

Si tomamos el promedio de tiempo de conexión del usuario en México, 7 horas 14 minutos, durante el último mes de campaña podemos acumular mas de 200 horas de navegación por persona donde un más de diez millones de electores pudieron ser impactados por contenidos digitales.

Este tiempo supera ya el tiempo de exposición a otros medios masivos de comunicación como radio y televisión. Es una lástima atestiguar una vez mas que la gran mayoría de lo distribuido no necesariamente podía ser verificado, es decir, en el 2017 predominaron en las campañas las mentiras.

En una reciente entrevista a Arturo Pérez Reverte, el escritor explica el porqué ha dejado de dialogar regularmente a través de medios sociales, “las redes son formidables, pero están llenas de analfabetos, gente con ideología pero sin biblioteca, y pocos jerarquizan…”. Y es con este diagnóstico sumario y fulminante que debemos analizar lo acontecido durante las semanas de campaña.

Desde la manera de potenciar las filtraciones y las notas en medios tradicionales, el uso de las instituciones de procuración de justicia para justificar supuestas investigaciones hasta el desarrollo de las mentiras emotivas para asignar atributos negativos a los políticos, aprovechando la inercia social donde es mas fácil y mas atractivo creer que un o una candidata es corrupta a reflexionar al respecto.

En medios digitales la convención es que no existen políticos honrados, la corrupción es una característica inherente a todos, incluidos a los de Morena, pero con la salvedad que ellos “si han robado ha sido infinitamente menos que lo que se ha llevado el PRI”, es la verbalización más recurrente ante los escándalos en los que se han visto envueltos la ex candidata Eva Cadena y Delfina Gomez. Esto es una terrible derrota democrática y comunicacional de los valores, pero una victoria pírrica de las campañas de desprestigio.

Ya nadie cree en las encuestas, tan solo en el Estado de México el 80% de ellas fallarán, la razón, ninguna coincide en la trifecta de primero, segundo y tercer lugar. Si de por sí la credibilidad de los encuestadores ya estaba muy deteriorada, creo que este año se les ha asestado la puntilla como medio de predicción, sin embargo han sido muy asertivas en generar percepción, no sobre el resultado, sino sobre la tendencia. Por lo menos en el Estado de México, prácticamente ningún candidato se ha movido del margen de error, pero hoy por hoy, nadie duda sobre la caída de algunos o del empate de otros, y bastaría leer el porcentaje de no respuesta o de indecisos para saber que la moneda está en el aire para los cuatro candidatos punteros.

Y por si fuera poco ahora han salido a la luz encuestas “por Facebook”, que no son otra cosa que sondeos manipulados donde no se discrimina origen, ni viralización de las respuestas, es tanto como si en campo se valiera que una persona convenciera al encuestador de irle a preguntar a ciertos vecinos su opinión, y peor aún no solo vecinos, sino invitados a la casa o comunicarlos por teléfono. Porcentajes de error declarados de 3.6% cuando en realidad nunca se han discriminado realmente el origen de los usuarios, ni siquiera que sean reales y menos aún el humor social del respondiente. Este fue uno de los errores, reconocido por el propio Nate Silver, en sus predicciones que daban la victoria a Hillary Clinton.

En esta campaña vimos cómo el colmo de los intentos de manipulación las fotos con photoshop usadas por diputados para tratar de inculpar gobernadores, videomensajes plagiados a la letra, la reaparición de la “mafia del poder”, que nunca se fue pero jamás había sido tan recurrida, el uso descarado de influenciadores y bots en la elección del Estado de México, la difusión de encuestas falsas, “rompieron récord del uso falso de mi marca”, dijo el propio Roy Campos, la aparición de cientos de sitios de noticias, algunas falsas, otras parodias y las más con la intención de mantener dentro de un criterio editorial a los usuarios.

En resumen, queda demostrado que el usuario de medios sociales actualmente decidirá elecciones, la pregunta es si realmente busca información o solamente está ávido de contenidos que refuercen convicciones ya formadas, si está abierto al dialogo y al debate o solo a la confrontación y al contraste, si quiere valorar propuestas o solamente consumir política disfrazada de humor, ironía y sátira. En la respuesta y el uso que de ella hagan los estrategas electorales y sus clientes los políticos está no solo el futuro de la mercadotecnia digital, sino la salida a la encrucijada democrática en la que estamos hoy.

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