Alberto Barranco

¿Reforma fiscal obligada?

Condensada en apenas una simple hoja, la propuesta de reforma fiscal enviada al Congreso por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, encendió los focos rojos en México, urgiendo los analistas y líderes empresariales a emparejar la cancha para mantener competitividad

11/05/2017 |00:56
Redacción El Universal
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Como usted sabe, el punto fino de la alternativa de la Casa Blanca apunta a reducir el Impuesto Federal sobre la Renta de una tasa cuyo monto máximo alcanza 39% a sólo 15%.

Las fanfarrias festinaban el mayor recorte de impuestos en la historia de Estados Unidos.

En México la tasa máxima para empresas es de 32%, y para personas físicas de 35%.

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Y aunque del dicho al hecho hay un largo trecho, la discusión parlamentaria se iniciaría en agosto; y aunque pareciera difícil la luz verde de cara al colosal déficit fiscal del país del norte, en la revisión de las telas de la propuesta pareciera injustificado el temor de México, aunque, claro, el escenario golpearía al resto de los países.

El déficit fiscal del vecino del norte alcanza 526 mil 800 millones de dólares.

De entrada, el proyecto Trump plantea la cancelación de deducciones dejando en la mesa sólo dos, la aplicable para donativos a instituciones de carácter social y la derivada de intereses de hipotecas.

En la ruta, por ejemplo, se cancela la que permite restar el Impuesto sobre la Renta de carácter estatal y local.

Aunque la pérdida de deducciones, por más que se incluiría el gasto derivado del cuidado de niños, se vende como simplificación fiscal, la posibilidad de que los usuarios llenen su declaración anual en el espacio de una tarjeta postal, frente a las 199 formas, actuales la cancelación implicaría una recaudación de miles de millones de dólares, sobre todo para corporativos.

De hecho, se plantea beneficiar fundamentalmente a la clase media y de menores ingresos.

La lógica de los asesores de Trump es que en el nuevo escenario regresarán billones de dólares al país, lo que activaría la actividad económica y por tanto la recaudación.

El boquete, pues, ese pagaría sólo.

La posibilidad habla, entre otras cosas, de un impuesto de una sola vez, a tasa de 8%, frente a la de 6% que se ofrece en México, para repatriar las ganancias de firmas estadounidenses en el exterior, y en general para capitales golondrinos.

Sin embargo, considerando que el país de las barras y las estrellas tiene prácticamente empleo pleno, la creación de más factorías implicaría una sobreoferta que afectaría los niveles salariales… al alza, naturalmente.

El texto dejó fuera la posibilidad del impuesto fronterizo cuyo resultado final habría encarecido los productos que llegan al mercado estadounidense.

Estaríamos hablando de un arancel de 20%.

Del otro lado de la moneda se elimina el impuesto sobre las inversiones netas de 3.8% aplicable a quienes ganan más de 200 mil dólares al año, además de borrarse el impuesto al patrimonio que aplica a propiedades con valor mayor a 5.49. millones de dólares para individuos y 10.98 para parejas.

La encrucijada oscila entre las dudas sobre un incremento al déficit fiscal, y un posible crecimiento económico de Estados Unidos de 3%.

La bala, sin embargo, no es tan letal para México.

Balance general. Aunque la propuesta inicial tiene como eje al Fondo Monetario Internacional, retomada por un grupo plural de legisladores la idea de crear un Consejo Fiscal para acotar la planeación y ejercicio discrecional de la Secretaría de Hacienda del presupuesto, está siendo bloqueada por ésta.

La acción se apuntala con el concurso de la bancada priísta y sus satélites.

Lo cierto es que la posibilidad tiene la simpatía de las cúpulas empresariales y la academia, en un escenario en que la exigencia de contrapesos apunta a la prudencia.

A contrapelo de las voces que hablan de “estricta disciplina fiscal”, entre 2008 y el año pasado mientras los ingresos públicos crecían 25.7% en términos reales, es decir descontada la inflación, el gasto se incrementó 38.1%.

El diferencial, naturalmente, se cubrió con deuda, lo que explica el incremento explosivo de ésta.

El Consejo Fiscal tendría etiqueta de independiente.

Silencio en Capufe. A una semana de haberse “balconeado” la filtración de documentos confidenciales por parte del número dos en el mando de Caminos y Puentes Federales de Ingresos, Mauricio Sánchez Woodworth, para favorecer a cuatro empresas que obtuvieron contratos por 700 millones de pesos, el organismo mantiene un espeso silencio.

El funcionario es director de Infraestructura Carretera.

El director general de la instancia, Benito Neme, presume tener una relación cercana con el presidente Enrique Peña Nieto.

La ortodoxia apuntaría a solicitar al funcionario involucrado, correos electrónicos al calce, a solicitar una licencia para no entorpecer la investigación.

Naturalmente la Secretaría de la Función Pública está dormida.

IMSS y PRI. Investigado por la Secretaría de la Función Pública en torno a supuestas irregularidades en una licitación para la contratación de servicio integral de diálisis peritoneal automatizada, el delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social en Puebla, Enrique Doger Guerrero, se mantiene activo en sus aspiraciones políticas.

Acaba de reunirse con el subsecretario de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Territorial, Juan Carlos Lastiri Quiroz, según ello para promover la unidad en el PRI.

La sospecha es que el concurso apuntó a confeccionarle un traje a la medida a la firma Baxter de México, al colocar en escena condiciones que apuntaban a la máquina cicladora de succión con que opera, dejando de lado la de gravedad con que opera la competencia.

En México sólo tres empresas cuentan con registro de máquinas cicladoras, de las cuales participaron dos en la licitación.

En el desahogo del proceso no hubo presencia de un testigo social.

La empresa ganadora fue quien cotizó más alto.

Doger Guerrero podría ser amonestado, sancionado pecuniariamente o inhabilitado.

¡Azúcar! La semana próxima, concretamente el lunes, se reunirán en Washington el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross y el de Economía de México, Ildefonso Guajardo, en busca de ubicar una salida frente a las restricciones que se plantean para nuestras exportaciones de azúcar.

A presión de la competencia se plantea prácticamente que el flujo del país se centre en el dulce bruto, es decir mascabado, para refinarlo en el país de las barras y las estrellas.

Naturalmente el valor agregado sería para ellos.

albertobarrancochavarria0@gmail.com