Una parte muy importante de la izquierda partidista en México, como en otros países, está hecha de rupturas y divisiones. El PRD, nacido después del fraude electoral de 1 988 que llevó a Salinas a Los Pinos, tal vez ha sido el mayor esfuerzo de unidad de las izquierdas. El origen del Sol Azteca tuvo como propuesta de país un proyecto diferente al que enarbolaron los tecnócratas neoliberales, el TLCAN. Un proyecto que hoy —después de 30 años— ha entrado en una fase de crisis e incertidumbre. Poco a poco el esfuerzo unitario se fue agotando y terminó por fragmentarse en 2012, cuando AMLO decidió separarse del PRD y formar Morena. La separación no fue por grandes diferencias ideológicas o programáticas, sino por razones menos importantes, como la disputa en los liderazgos y las distancias entre grupos y tribus. En este contexto hay que ubicar lo que sucede con el caso de Miguel Barbosa, todavía coordinador de la bancada de su partido en el Senado, que no es el primero ni será el último en apoyar a AMLO rumbo a 2018.

Podemos hacer una larga lista de liderazgos fundadores que han abandonado al PRD, desde Cárdenas y Muñoz Ledo, pasando por Encinas y Ebrard, hasta el propio AMLO. Estas salidas han sido en diferentes momentos y por razones singulares, pero han generado que el PRD haya perdido una gran parte de su capital político. Hay que recordar que sus últimos triunfos electorales han sido aliados con el PAN en 2016, una fórmula que se inauguró en 2010. En este momento el perredismo se enfrenta a decisiones importantes. Poco a poco ha sido desbancado por Morena, sobre todo en la Ciudad de México, y rumbo a 2018 no cuenta con un liderazgo fuerte y propio.

En el Senado hay una abierta desbancada: de sus 19 integrantes originales, 9 se han salido del PRD, pero sólo dos casos se han ido abiertamente con Morena, Robledo y Delgado. La adhesión de Barbosa, a quien se le ha descalificado de forma amplia, tanto por sus anteriores declaraciones en contra de AMLO, como por su apoyo a Mancera, pone el dedo en la llaga rumbo a 2018. A Barbosa le piden coherencia sus propios compañeros y algunos medios lo quieren mandar a la hoguera.

La decisión del senador poblano es una anticipación de lo que tarde o temprano tendrá que hacer el PRD rumbo a 2018. Una opción es la que propone Barbosa, apoyar a AMLO; otra es buscar una alianza con el PAN, en donde se sumaría de forma subordinada con los blanquiazules, como el Partido Verde hace con el PRI; y una tercera es lanzar su propia candidatura, con el riesgo externo de dividir el voto de la izquierda y con el riesgo interno de quedar como un partido completamente minoritario.

Veremos cómo evoluciona esta crisis del perredismo para saber el destino del senador, pero, sobre todo, para ver qué harán los perredistas en 2018…

Investigador del CIESAS.
@AzizNassif

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