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La semana pasada se cumplieron diez años del inicio de “la guerra” en contra del narco y del crimen organizado. No se trata sólo de un aniversario, de una fecha para repetir las graves miserias de un país que entró en un túnel de horror del que no ha podido salir. Tampoco se trata de repetir lo que ya se ha dicho hasta el cansancio, los graves errores de dos gobiernos que han permanecido con la misma estrategia. De lo que se trata es de preguntarnos: ¿qué se puede hacer y cómo se puede salir de este callejón?, porque los resultados expresan a un país que necesita urgentemente encontrar otro camino.
La historia se remonta al anuncio de Felipe Calderón que se lanzó al vacío y se llevó al país consigo, al igual que Enrique Peña Nieto, quien simplemente tomó la estafeta para continuar con la misma carrera. Peña modificó el discurso guerrero de su antecesor, pero no cambió la ruta. ¿Dónde está el diagnóstico? ¿Cuál fue la estrategia además de sacar al Ejército a la calle y hacer los operativos? Hoy, una década después, hasta las Fuerzas Armadas consideran que se han dedicado a hacer una tarea que no tiene que ver con su mandato, según lo dijo el propio general Salvador Cienfuegos. ¿Cómo es posible que a lo largo de diez años no se haya podido construir una fuerza policiaca confiable y eficaz para garantizar la seguridad del país? ¿A qué se han dedicado los crecientes recursos presupuestales que se han invertido en esta guerra?
Entre los diversos materiales que se han publicado hay un balance de Vice News en donde se muestran los datos de un país cada vez más cruento. Las cifras son alarmantes para un país que supuestamente vive en paz: para empezar, hay un hueco de información porque 90% “de los delitos no llegan a la estadística oficial”; según los datos del Inegi y de su encuesta de victimización, de los 29.3 millones de delitos que se cometieron el año pasado, sólo se denunciaron 3 millones y apenas en un 1.8 se abrió una investigación previa; la no denuncia creció de 81 a 94%. Los homicidios dolosos se han duplicado antes y después de esta década terrible; lo mismo sucedió con la tortura; las desapariciones han crecido 48 veces; el tráfico de armas subió 15%; la extorsión se elevó 61%; se calcula que el lavado de dinero se disparó en 141%; el secuestro aumentó un 48% y la trata de personas es nueve veces más alta; las ejecuciones extrajudiciales han crecido 4 veces (aristeguinoticias.com, 9/XII/2016).
No se vislumbra en el corto plazo que vaya a darse un cambio en la estrategia, más bien todo apunta hacia un reforzamiento de la misma estrategia, pero con una serie de reglas que legitimen y “normalicen” la intervención militar en las calles. Lo cual significa seguir con el mismo modelo y darle sustento legal. Se ha construido un sentido común que dice: mientras no haya policías confiables, las Fuerzas Armadas tienen que permanecer en las calles. Esta resignación reconoce el problema, pero no cuestiona la estrategia, tampoco considera alternativas. Es como una terapia de choque, se ha aplicado en múltiples ocasiones a lo largo de diez años, no cura, muchas veces agrava, pero no se quiere dejar el tratamiento a pesar de los resultados que muestran un fracaso y una crisis de derechos humanos imparable.
Es necesario volver a preguntarse por lo básico: ¿se puede ganar esta guerra, porque todas las experiencias muestran lo contrario? ¿Cuál es la alternativa a esta estrategia? ¿Por qué no podemos movernos del modelo punitivo contra las drogas a una política de salud pública? ¿Hasta cuándo vamos a seguir alimentando la escalada de más armas y más balas que ha destruido los tejidos sociales? ¿Cómo se puede tener a una clase política tan miope que sólo da pasos de enano, como aprobar el uso de la marihuana para fines médicos, cuando en Estados Unidos cada día hay más estados que legalizan su uso recreativo? ¿Hasta cuándo vamos a seguir tolerando el juego de las armas que llegan a México procedentes de la frontera sur del vecino que está repleta de armerías? El muro frente a las armas lo deberíamos hacer nosotros.
Diez años con la misma estrategia y un pésimo resultado, ahora vamos a legalizar la militarización, no aprendemos nada…
Investigador del CIESAS.
@AzizNassif