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En el documento de Criterios de Política Económica para 2017 se estimaba un crecimiento económico del Producto Interno Bruto entre 2 y 3 por ciento; para principios de año, el Fondo Monetario Internacional, en la revisión de sus estimaciones de crecimiento presentadas en su Informe Perspectivas de la Economía Mundial. Actualización de las Proyecciones Centrales, consideró que la economía mexicana tendría un crecimiento de 1.7 por ciento, ello debido a la situación de revisión de nuestro comercio con Estados Unidos para los próximos meses. En dicho informe se mantiene la alerta sobre el nivel de endeudamiento de México. También las Naciones Unidas, en su documento sobre la Situación y Perspectivas de la Economía Mundial 2017, estimó que el PIB de México crecería en 1.9 por ciento debido, al igual que el FMI, a las condiciones de inestabilidad en los mercados de comercio por las posibles medidas que se emprenderían por la nueva administración estadounidense.
Ante este panorama adverso, el Banco de México reconoció que, efectivamente, no hay condiciones para esperar un crecimiento superior al 2 por ciento, por ello bajó sus estimaciones de crecimiento, de 1.5 a 2.5 por ciento, a un nuevo rango de entre 1.3 a 2.3 por ciento, mientras que la Secretaría de Hacienda, en un claro reconocimiento de las condiciones adversas de la economía, bajó sus proyecciones con respecto a las establecidas en los Criterios de Política Económica de un rango de 1.5 y un máximo de 1.7 por ciento de crecimiento.
Frente a los esperados menores ritmos de crecimiento de la actividad económica, tenemos los problemas asociados a los crecientes niveles de endeudamiento que se observan en las finanzas públicas, ambos, tanto el sector privado de la actividad productiva como el sector público, muestran desequilibrios, y ninguno genera las condiciones de financiamiento suficiente entre sí que logre compensar ese desbalance financiero, situación que se agudiza por la menor generación de recursos adicionales resultado de una falta de un mayor crecimiento de la producción del país, y con ello compensar en el mediano plazo los incrementos en la deuda pública.
En el reciente documento emitido por la Secretaría de Hacienda titulado Información de Finanzas Públicas y Deuda Pública, se observa que los datos proporcionados en materia de endeudamiento público se amplían cada vez, así el Saldo Histórico de Requerimientos Financieros del Sector Público registró, hasta febrero de este año, 9 billones 689 mil millones de pesos, cantidad que comparada con el Producto Interno Bruto estimado para 2017 en los Criterios de Política Económica, representarían el 48 por ciento; sin embargo el mismo informe da cuenta que el total de la Deuda Pública Bruta —que suma el total de pasivos financieros que el gobierno tiene en moneda extranjera, las variaciones cambiarias y los ajustes, así como el total de créditos pendientes de pago pagaderos dentro del país mediante valores gubernamentales provenientes del Banco de México, la Banca Comercial y la de Desarrollo— fue de 10 billones 50 mil millones de pesos, cantidad que constituiría 50 por ciento de toda la actividad económica estimada por la Secretaría de Hacienda para 2017.
Si las expectativas de menor crecimiento se acentúan y los niveles de endeudamiento continúan, el desequilibrio financiero se profundizará, y las recientes medidas, entre otras, para pagar los altos niveles de deuda pública, como han sido la utilización de los remanentes de operación del Banco de México —cuya cantidad recientemente entregada a la Secretaría de Hacienda ascendió a 321 mil millones de pesos— apenas pospondrían el constante aumento de deuda pública, y cuyos recursos bien podrían destinarse para evitar recortes presupuestales a programas sociales prioritarios para la población.
Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM.
caceps@gmail.com.