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La Organización Internacional del Trabajo señala, en su World of Work Report 2014, a la diferencia de salarios entre los países de origen y destino, como el principal determinante de la migración. Al igual que otros organismos internacionales, menciona que las tasas de emigración tienden a ser mayores en las regiones en las que el porcentaje de trabajadores pobres es mayor y la proporción de población con protección social es menor, señalando como causas de la migración las condiciones de pobreza de las regiones de origen.
En México, según datos del Coneval, la pobreza aumentó de 2012 a 2014, pues pasó de 45.5% a 46.2% de la población, es decir, en dos años el número de pobres aumentó en dos millones. También informó que dentro de las diversas carencias, la que afecta a un mayor porcentaje de la población, 58.5%, es el no acceso a la seguridad social. En términos de ingreso, en dos años, aumentó el porcentaje de la población con ingreso inferior a la línea de bienestar, en 2012 fue de 51.6% y en 2014, de 53.2%. A pesar de dicho panorama económico y social, en lugar de aumentar los flujos migratorios de mexicanos hacia Estados Unidos, se observa todo lo contrario.
Según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2014, Enadid, de agosto de 2009 a septiembre de 2014, salieron de México 719 mil personas básicamente jóvenes, pues de cada 100 migrantes 48 tenían entre 15 y 29 años, población en edades productivas. Para el mismo periodo, 1 millón de mexicanos que se encontraba en EU regresó a su país de origen.
Pero esta situación es reciente, ligada a la crisis económica de dicho país que comenzó a dar luces en 2008. México durante cuatro décadas vivió la tragedia de perder una gran cantidad de población en edades productivas, actualmente las cifras oficiales manejan la cantidad de 12 millones de personas de origen mexicano que residen en EU, y si sumamos la segunda y tercera generación, suman más de 35 millones en 2014; es decir, ningún país en el mundo tiene al 30% de su población residiendo fuera de sus fronteras.
La crisis económica de los años setenta fomentó una dinámica de crecimiento exponencial en el flujo de mexicanos a EU, ocasionada por la reestructuración productiva que permitió la flexibilización del trabajo. Esto demandó un gran contingente de trabajadores no calificados. Según datos de Conapo, en 1970 habían 864 mil mexicanos residiendo en EU, en 1980 ya eran 2 millones 840 mil, en 1990 sumaban lo doble: 4 millones 400 mil, en 2000 eran ya 9 millones 300 mil y en 2010 ya no siguió el crecimiento exponencial, pues sumaban 11 millones 900 mil mexicanos.
Cuando inician los problemas de falta de empleo por una recesión económica, los primeros trabajadores en ser expulsados del mercado laboral son los inmigrantes; es una fuerza de trabajo vulnerable susceptible a ser despedida en cualquier momento y que está a la espera de que se le vuelva a contratar en cuanto mejore el ciclo económico. Los mexicanos somos una fuerza de trabajo en reserva para cuando se necesite y fácilmente desechable cuando la economía se estanca.
Si bien es verdad que la migración está ligada a las condiciones de pobreza de los países de origen, también es necesario voltear la mirada a las necesidades de fuerza de trabajo de los países receptores, porque en México no se han mejorado las condiciones económicas, ni políticas ni sociales y estamos teniendo actualmente un flujo migratorio neto negativo.
Profesora de la Facultad de Economía e
integrante del CACEPS - UNAM