Texto: Elisa Villa Román
David tenía ocho años cuando notó que su abuelita, que estaba cocinando, se sentía mal. La llevaron al médico y descubrieron que tenía diabetes. A partir del diagnóstico todos los días tenía que medir sus niveles de glucosa pinchándose un dedo y poniendo la gota de sangre en su medidor de azúcar. “Yo miraba cómo sufría. Desde entonces quería encontrar cómo evitar que mi abuelita y personas con diabetes sufrieran”, recuerda.
En México tres de cada 10 niños y siete de cada 10 adultos tienen altas probabilidades de padecer diabetes, por el sobrepeso, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública. El doctor Mario Landetta, que tiene 25 años trabajando en el sector público, explica que “las personas con diabetes tienen que pincharse varias veces al día para medir sus niveles de glucosa. Lo hacen para saber cuánta insulina aplicarse”, y así poder controlar la enfermedad.
La abuelita de David falleció hace unos años y no pudo ver lo que su nieto, quien ahora tiene 24 años, creó para ella y para ayudar a otras personas que padecen diabetes: una pulsera que mide los niveles de glucosa sin necesidad de pincharse los dedos para sacarse sangre, que además envía las mediciones al teléfono celular de los pacientes para que puedan monitorear sus niveles de glucosa.
El inicio de la pulsera
David Shimomoto Sánchez es de Baja California y siempre supo que quería ser ingeniero , como su papá. Escogió ingeniería en nanotecnología porque era una carrera nueva y ahí conoció a José Tejeda, su ahora compañero y socio de proyecto. David recuerda que la carrera no fue fácil: “En segundo semestre de la ingeniería las materias eran muy difíciles. Seguí echándole ganas y me pude graduar hace tres años. Salí en 2014 con mi compañero José, ambos tuvimos esa misma circunstancia. Sin embargo, ambos logramos pasar las materias”.
Después de la licenciatura, David y José iniciaron su maestría en el Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada, donde unieron sus conocimientos para crear la pulsera. Cuando iniciaron con el proyecto un profesor les dijo que no podían realizarlo, dijo que “todavía no teníamos los conocimientos para llevarlo a cabo”, cuenta David.
Aún así, ambos siguieron trabajando en la creación de la pulsera y hace dos años la presentaron como proyecto terminal de la maestría. El año pasado participaron en un concurso de innovación empresarial que organiza Santander y ganaron el primer lugar en la categoría Proyectos de Innovación Empresarial, en el que compitieron contra más de mil proyectos de jóvenes universitarios de 158 universidades de toda la República.
David recuerda que en el concurso habían alrededor de 20 jueces evaluando su proyecto, algunos de ellos “nos daban negativas porque el dispositivo era muy avanzado para la época y dijeron que sería difícil tener la aceptación del público porque ya está muy utilizado el glucómetro tradicional, que es invasivo”.
A pesar de eso, la mayoría de los jueces vieron la pulsera como algo que podía introducirse al mercado, “sólo había que trabajar en la aceptación del público por la nanotecnología”, dice David, cuyo proyecto recibió un premio de medio millón de pesos, que usaron para comprar material y producir sus primeras pulseras. También les otorgaron una beca para un curso de emprendimiento en una universidad de Estados Unidos, así como la asesoría y el seguimiento de su proyecto.
“Cuando ganamos el premio Santander, la Fundación Carlos Slim se puso en contacto con nosotros. Dijeron que ellos no nos podían apoyar económicamente; sin embargo, sí nos podían apoyar con la validación del dispositivo”, recuerda David.
La Fundación Carlos Slim actualmente los está ayudando con las pruebas de calidad de las pulseras. Las van a probar en algunos hospitales por medio de la organización y posteriormente iniciarán el papeleo en la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para venderlas en masa.
Un mes después del concurso, en julio de 2016, conocieron a Jesús Pérez, un ingeniero en electrónica con quien han trabajado hasta la fecha y los ha apoyado a mejorar las pulseras prototipo. “Jesús es relativamente nuevo en el equipo, pero también está muy contento. Su amplia experiencia de más de 10 años avalan su carrera como ingeniero en Electrónica”, dice David.
Convencer al público
A pesar de que los ingenieros consiguieron ganar el premio Santander “lo más difícil ha sido la aceptación de inversionistas y del público, no creen que se pueda medir la glucosa sin pincharse”, dice David.
La pulsera se ve como un brazalete cotidiano pero es un biosensor que obtiene lecturas precisas sobre los niveles de glucosa en la sangre en tiempo real. Una pequeña corriente eléctrica hace que la glucosa salga a la superficie de la piel. Así la pulsera puede hacer la medición de manera puntual, porque los niveles de glucosa en la piel son los mismos que en la sangre.
Esta tecnología se ha usado desde los años 60. El primer biosensor para la detección de glucosa fue desarrollado en un hospital infantil en Estados Unidos en 1960 y a la fecha existen más de 500 compañías en el mundo que fabrican biosensores de glucosa. Sin embargo, éstos son llamados “invasivos” porque requieren sangre del paciente para medir la glucosa por medio de implantes tipo aguja que se introducen en la piel del abdomen o en el brazo.
En 2014 salió a la venta un reloj medidor de glucosa no invasivo que se comenzó a trabajar a principios del 2000 en Estados Unidos. Fue aprobado en ese país en 2011, pero el dispositivo realizaba lecturas imprecisas y era muy caro mantenerlo. Su precio oscilaba entre 250 y 350 dólares y cada sensor costaba de 4 a 5 dólares cada uno. La pulsera que los jóvenes mexicanos crearon cuesta 2 mil 500 pesos (es decir, alrededor de 130 dólares) y los repuestos cuestan 10 pesos cada uno.
La pulsera que David inventó sólo debe colocarse en la muñeca, se enciende y envía las mediciones al celular vía Bluetooth. Además, puede competir contra los glucómetros tradicionales porque tienen un error similar, de aproximadamente 20% y permite guardar los datos en un teléfono celular inteligente, para llevar un seguimiento de las lecturas.
El doctor Landetta explica que “no hace daño pincharse todo el tiempo, pero entre menos invasivo sea un producto es mejor para el paciente, porque es más cómodo”.
El problema de la diabetes en México
En México viven entre 9 y 12 millones de personas con diabetes, pero la mitad de quienes la padecen no lo saben, reportó la Federación Internacional de la Diabetes (IDF por sus siglas en inglés).
La diabetes es una enfermedad en el cual la glucosa en la sangre se encuentra en un nivel elevado. Esto se debe a que el cuerpo no produce o no utiliza adecuadamente la insulina, una hormona que ayuda a que las células conviertan la glucosa, que proviene de los alimentos, en energía. Sin la suficiente insulina, la glucosa se mantiene en la sangre y con el tiempo este exceso da lugar a la diabetes.
El doctor Landetta explica que “dependiendo de la enfermedad, las personas tienen que checarse una vez a la semana, una vez al día o dos veces al día el nivel de glucosa. El médico es quien indica cada cuánto deben hacerlo”.
La IDF precisa que México se ubica en el sexto lugar de personas diabéticas en el mundo y de continuar con este ritmo en los próximos años subirá al quinto puesto. La obesidad, el sobrepeso y la falta de actividad física repercuten en el incremento de pacientes diabéticos y cada 3 segundos se diagnostica un caso nuevo.
Desde 2000, la diabetes mellitus es la primera causa de muerte entre las mujeres y la segunda entre los hombres mexicanos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública.El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que el año pasado hubo 98 mil 521 fallecimientos por diabetes mellitus. Es la segunda causa de muerte en el país, sólo después de las enfermedades del corazón. Además, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, México es la nación de Latinoamérica con más muertes a causa de la diabetes.
El futuro de la pulsera
Para seguir produciendo las pulseras, David y su equipo de trabajo iniciaron una campaña en Donadora, plataforma en la que a través de un donativo de 2 mil 500 pesos las personas pueden adquirir una pulsera medidora de glucosa, que se fabricarán de manera artesanal; es decir, los tres jóvenes y un equipo de alrededor de 50 personas armarán uno a uno los dispositivos que el público adquiera .
La campaña inició el 21 de marzo y en su primer día superó la meta. Hasta el momento han reunido casi 70 mil pesos y tienen más de 60 pulseras en pedido. La mayoría fueron solicitadas por mexicanos, pero también hay pedidos de Brasil, Uruguay, Estados Unidos y España.
Se puede conseguir en la página de Internet de Donadora en preventa y la campaña termina en 26 días. El nombre del donador queda registrado y los creadores se ponen en contacto con él para acordar a qué dirección enviar la pulsera. Las pulseras se entregarán a más tardar en marzo de 2018, pero David espera entregarlas antes, en un plazo de 6 a 8 meses.
Además de la campaña para adquirir el biosensor de glucosa no invasivo, David y su equipo están contactando “a distintas empresas del sector médico que podrían estar interesadas en hacer una fusión con nosotros” para obtener más financiamiento y en el futuro producir las pulseras en masa y no sólo por encargo.
Sin embargo, aún tienen algunas dificultades que deben vencer. El aumento del precio del dólar puede afectar el costo de la pulsera, porque ocupa componentes traídos de Estados Unidos para su elaboración.
“Lo que se ocupa del extranjero son componentes electrónicos que sólo se pueden conseguir en México con intermediarios. Digamos que un componente electrónico cuesta 50 pesos trayéndolo de Estados Unidos y en México cuesta alrededor de 75 pesos”, lamenta David.
Pese a las dificultades, David su personal especializado trabajan para mejorar la calidad de vida de las personas con diabetes. “Como emprendedor a veces es difícil que te escuchen, pero siempre va a haber alguien que pueda apoyarte”, confía.
Comenta que su familia está muy orgullosa de los logros de su equipo y siempre lo han apoyado. Además, “la convivencia con mis compañeros es muy buena. Los tres nos llevamos muy bien y estamos muy felices de poder hacer este dispositivo algo real”, concluye.