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Texto: Mauricio Mejía Castillo
Fotos: Archivo fotográfico de EL UNIVERSAL y Revista GENTE Sur Número 149
Diseño Web:
Miguel Ángel Garnica
México quedó fascinado. La noche del 22 de febrero de 1962, Marilyn Monroe llegó de incógnito a la Ciudad de México. Lucía un vestido verde amarillo. Antes de que alguien la reconociera, subió a un automóvil que la llevó a avenida Reforma al Hotel Continental Hilton, que luego se le conocería sólo como Hotel Continental. En la puerta de su habitación había un enorme letrero: “no se admiten visitas”.
La estrella llegó a México de incógnito el 22 de febrero de 1962.
Dos días después, una multitud abarrotaba el salón Tesoro del Hilton; la Monroe concedería una conferencia de prensa. Aburridos, después de una hora de espera, los reporteros y fotógrafos pretendían irse cuando apareció ella. “Vestía un entalladísimo traje jersey de seda color verde nilo, demasiado sencillo (…) Se adivinaba que la estrella no traía nada abajo”, publicó “El Pajarito Indiscreto” en su columna de espectáculos de EL UNIVERSAL.
La rubia, copa de champagne en mano, comenzó a contestar a los periodistas. De los mexicanos dijo que eran hombres ardientes. De Brigitte Bardot, que era una encantadora mujer y que Frank Sinatra y Marlon Brando eran sus actores favoritos. Que con Joe Di Maggio nunca habló de béisbol y que aprendió mucho de Arthur Miller, ex esposos suyos los dos; beisbolista el primero, escritor el segundo. Que volvería a posar desnuda si estuviera en las mismas condiciones, económicas y físicas, en que lo hizo 15 años antes con una tela roja bajo su cuerpo y por la que le pagaron 50 dólares. Incluso afirmó que entre sus planes estaba el venir a México para producir sus propias películas.
Serie fotográfica de la conferencia de prensa que ofreció en México en el Hotel Continental Hilton aquel febrero de 1962. Foto: Humberto Zendejas.
Marilyn en una de sus poses más famosas, durante la película "La comezón del séptimo año".
El redactor del periódico Cine Mundial, Ramón Ortiz González, escribió: “Marilyn en ningún momento perdió el control de los numerosos fogonazos y sonreía, y en sus expresiones, sus ojos parecían gritar una sola palabra: sexo”.
Del mismo diario era Antonio Caballero, uno de los 38 fotógrafos que había retratado aquella tarde. Una imagen de Caballero pasó a la historia: aquella en que la actriz, al cruzar la pierna, sonriente siempre, dejó ver que no era rubia natural. Se publicó en Cine Mundial; una franja negra cubriendo la entre pierna.
Foto: Antonio Caballero.
Norma Jean Baker, mejor conocida como Marilyn Monroe, a los 19 años.
Ese mismo 22 de febrero, Teodoro Aceves, gerente del restaurante El Taquito, en el centro histórico, recibió una llamada del propio regente de la ciudad, Ernesto P. Uruchurtu. Le recomendó que preparara el lugar para recibir a unos invitados de lujo. La anécdota la cuenta Rafael Guillén, dueño del famoso establecimiento taurino.
Visitó Reforma, El Carmen, Coyoacán y el estado de Guerrero
¿Quiénes serían esos invitados de lujo? ¿Acaso el presidente Adolfo López Mateos? No hubiera sido extraño, pues era cliente del lugar. Pero no era el caso.
En una entrevista realizada en 2009 por el periodista Alberto Cabor, don Rafael Guillén, padre, recordó esa tarde. “El negocio estaba casi lleno. De inmediato, uno de los muchachos, emocionado, corrió hasta mí para decirme casi gritando: ´ ¡Señor Guillén, señor Guillén, ahí viene Marilyn, ya llegó!´ Me acomodé rápidamente el cabello y la corbata, y salí a recibirla”. La luminaria iba acompañada del escritor cinematográfico José Bolaños, mexicano, con quien supuestamente tuvo un romance.
Ese día, la actriz de Una Eva y dos Adanes comió carnitas, mole, chalupitas, guacamole, gusanos de maguey, acompañados de tequila y daiquirís. Un mariachi, traído ex profeso para la ocasión, alegró el banquete.
Cerca de tres horas estuvo Marilyn en el emblemático restaurante de la calle del Carmen. Al terminar, se dirigió con sus acompañantes a Coyoacán.
En el restaurante del centro histórico El Taquito, la actriz estadounidense comió mole, chalupitas, tacos de gusano de maguey y tomó tequila. Luego se dirigió a la casa de “El Indio” Fernández, actor y director de cine, ubicada en Coyoacán, donde pernoctó y quien le enseñó cómo tomar tequila con sal y limón. Cortesía.
Foto de Marilyn en una playa de Santa Mónica, California, luciendo un suéter de Chinconcuac, México.
Al saber que la norteamericana estaba en México, María Félix dijo no estar interesada en conocerla, cuenta a este diario la profesora Julieta González, del staff de la Casa Fuerte de “El Indio” Fernández. “En desagravio don Emilio [El Indio] le ofreció una comida en su casa. Tenemos unas fotografías donde están en unas sillas del comedor y “El Indio” le está enseñando a tomar tequila. Le dijo ´te pones sal en una mano, le chupas al limón y le tomas al caballito´. Como no le salía, le decía one more time. Aquel momento quedó grabado en la fotografía que es la principal de nuestro texto.
Don Emilio hablaba perfectamente inglés. Además le dijo que le podía contar sus más íntimos secretos. Que su casa iba a ser una tumba para ellos. La comida fue muy íntima. La actriz Columba Domínguez, esposa del anfitrión, y el fotógrafo Gabriel Figueroa también estuvieron presentes. Esa noche, Marilyn Monroe durmió en la casa del director mexicano, en la calle de Dulce Olivia.
González relata que “El Indio” le regaló a su huésped un par de cómodas de caoba para la casa que acababa de comprar en los Estados Unidos.
El símbolo sexual del siglo XX partió de México el tres de marzo. Acapulco y Taxco fueron los otros puntos que visitó. Horas antes de su vuelo, donó diez mil dólares al Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI), en presencia de la Primera Dama, Eva Sámano de López Mateos.
Marilyn con su clásico peinado. Su visita coincidió con la de la también actriz Rita Haywoorth.
El domingo 5 de agosto de ese 1962 Marilyn apareció muerta en su casa. Las notas periodísticas decían que el cuerpo marcado con el número 81 128 de la sala 33 del depósito de cadáveres de Los Ángeles llevaba más de un día sin ser reclamado. En la papeleta no aparecía el nombre de la estrella que tantas veces iluminó las marquesinas, sino el de la mujer de 36 años: Norma Jean Baker. Fue hasta el siguiente día que Di Maggio recogió los restos. Cada nota de las siguientes entregas luego del suceso revelaba el estado de absoluta soledad en que Marilyn murió. Las fotografías dejaban ver, en la habitación de donde fue sacada sin vida, dos cómodas de caoba mexicana.
Muerte en la soledad
Una de las últimas fotos de Marilyn antes de morir, fueron subastadas.
El lunes 6 de agosto de 1962, EL UNIVERSAL daba a conocer una foto de la actriz en primera plana, informando de su muerte.
Fuentes:
Cine Mundial, febrero y marzo de 1962; Una historia que contar, de Rafael Guillén; revista Gente Sur, febrero de 2009; acervo hemerográfico de EL UNIVERSAL.