Texto y fotos: José Antonio Sandoval Escámez

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Miguel Ángel Garnica

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La estación del metro Popotla se localiza en la delegación Miguel Hidalgo, en la colonia del mismo nombre, su iconografía es un árbol, un ciprés o ahuehuete que crece en México. A unas cuadras de distancia sobre la Calzada México-Tacuba se encuentra el ahuehuete de aquel dibujo, el llamado “Árbol de la Noche Triste”, entre las calles Mar Blanco, Instituto de Higiene y Noche Triste, en el poblado de Tacuba.

La historia cuenta que fue en este lugar que un abatido Hernán Cortés se detuvo a descansar y se recargó en el tronco del ahuehuete a llorar, justo hoy 30 de junio hace 497 años, la muerte de cientos de sus soldados a manos de los mexicas en 1520; pero este capítulo de la historia no inició aquí, sino un mes antes.

A casi 500 años de la Noche Triste y de un árbol… para llorar
A casi 500 años de la Noche Triste y de un árbol… para llorar

Estación del metro Popotla de la Línea 2 del Sistema de Transporte Colectivo Metro, la cual tiene la iconografía de un árbol basado en el denominado de “La Noche Triste” ubicado a unas cuadras de distancia.

Es a principios de mayo de 1520 cuando Hernán Cortés tiene que salir rápidamente de Tenochtitlan a Veracruz tras la llegada de Pánfilo de Narváez al puerto quien tenía intenciones de apresar al conquistador y llevarlo ante las autoridades en Cuba. Es así que sale con un grupo de españoles y deja a Pedro de Alvarado al mando de otro grupo de españoles en la ciudad. Pocos días después de la salida de Cortés se registraron las festividades de Toxcatl, para el dios mexica Tezcatlipoca, en la zona del hoy Templo Mayor.


Antes de la Noche Triste

Mientras los mexicas se encontraban en ceremonia en el Templo Mayor, Pedro de Alvarado al frente de un grupo de españoles decidió entrar a la plaza y, sin razón alguna, matar a los indígenas que se encontraban en el lugar, la mayoría de ellos principales y sacerdotes. No se tiene el registro del por qué de la decisión de Alvarado y Cortés tampoco lo menciona en sus Cartas de Relación que envió al rey, lo que sí sabemos es que este acto provocó el enojo y la ira de los indígenas en Tenochtitlan.

Así, la relación de por sí tensa, entre los indígenas habitantes de Tenochtitlan y los españoles se rompió completamente. Alvarado y el resto de los españoles que se encontraban a su mando, junto con los indígenas rehenes y aliados, entre ellos Moctezuma, se retiraron al Palacio de Axayacatl – en la zona que hoy vemos el Monte de Piedad-, donde permanecieron atrincherados hasta el 24 de junio de 1520.

Es ese 24 de junio cuando Cortés regresó de Veracruz triunfante sobre Pánfilo de Narváez, pero es a su entrada a la ciudad de Tenochtitlan que nota una tensa calma, al entrar al Palacio de Axayacatl, en ese momento fue informado de lo ocurrido en el Templo Mayor y del por qué de la rebelión indígena. Es así que el 25 de junio Hernán Cortés subió a Moctezuma a la azotea del palacio de Axayacatl para que tranquilizara a su pueblo, pero recibieron una lluvia de piedras de las cuales una golpeó la cabeza del tlatoani provocando su muerte el 28 de junio, según lo mencionan los historiadores Duverger, Miralles y Martínez en sus obras.

A casi 500 años de la Noche Triste y de un árbol… para llorar
A casi 500 años de la Noche Triste y de un árbol… para llorar

El conquistador de Extremadura, España, Hernán Cortés, quien no creyó que uno de sus grandes errores durante la conquista de Tenochtitlán fue dejar al mando a su capitán Pedro de Alvarado. Foto Casasola.

Los mexicas atacaron el palacio durante el día, mientras los españoles trataron de resistir y de salir de la ciudad, pero siempre fueron rechazados por los indígenas. Los pasos por las tres calzadas Tepeyac, Iztapalapa y Tacuba - en ese entonces rodeadas de agua- que llevaban a tierra firme fueron destruidos por los mismos indígenas para que los hombres de Cortés no pudieran huir, así llegó el 30 de junio.

Fue la noche del 30 de junio de 1520 cuando la situación fue insoportable y Cortés tomó la decisión de salir del palacio al amparo de la oscuridad. La ruta que decidió tomar fue la Calzada que llevaba a Tlacopan, hoy Tacuba, por ser la más corta para salir de la isla, la de Iztapalapa era muy larga y la de Tepeyac tenía más aberturas cubiertas por puentes que permitían el paso de embarcaciones, la de Tacuba tenía menos cortes o puentes, solo tenía tres.


La huida de Cortés

Un día antes mandó construir puentes móviles para colocarlos sobre las aberturas y facilitar el paso, pero por tiempo sólo se construyó uno, el cual sería colocado y después llevado a la siguiente abertura como menciona el investigador Juan Miralles, este movimiento se haría en las tres aberturas hasta llegar a tierra firme en la zona de Popotla.

Aquella noche Hernán Cortés salió en completo silencio junto con sus soldados y aliados tlaxcaltecas, además de varios principales mexicas en calidad de rehenes, igualmente llevó a las hijas de Moctezuma, a quien le prometió cuidarlas. Cortés fue a la cabeza del contingente y Alvarado en la retaguardia junto con otros capitanes españoles.

A pesar del sigilo con el que se dio la salida del Palacio de Axayacatl, al momento de colocar un “puente” sobre la primera apertura e iniciar el paso, una mujer que había salido por agua dio la voz de alerta entre los indígenas quienes comenzaron el ataque, a lo largo de la calzada y sobre canoas a ambos lados lanzando flechas y piedras arrojadas por hondas, según lo menciona el historiador José Luis Martínez en su biografía de Hernán Cortés, al hablar de la salida de los españoles.

El ataque de miles de indígenas enfurecidos provocó que el plan de colocar el puente en la segunda abertura fuera peligroso y muy pocos pudieron pasar por este, ya que los indígenas lograron tirarlo junto con los españoles que intentaban continuar y parte de la laguna se tiñó de sangre de los enemigos de los mexicas.

Tras una larga huida a través de la calzada que llevaba al pueblo de Tacuba, Cortés decidió tomar un respiro antes de seguir, en este lugar hoy se encuentran en su primer tramo las calles de Tacuba e Hidalgo, en el Centro Histórico.

Luego Cortés continuó por lo que hoy conocemos como Puente de Alvarado en la colonia Tabacalera, denominado así porque cuenta la tradición que en esta zona se encontraba una abertura de la calzada, la cual no pudo ser franqueada por muchos españoles y fue Pedro de Alvarado quien cruzó dando un salto, López de Gómara lo dice de la siguiente manera: “[Alvarado] llegó al último puente y saltó al otro lado sobre la lanza. De este salto quedaron los indios espantados y aun españoles, pues era grandísimo, y otros no pudieron hacerlo, aunque lo probaron, y se ahogaron”.

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Imagen de Pedro de Alvarado, a quien se le atribuye la matanza del Templo Mayor y la proeza de saltar un puente abierto de la entonces calzada de Tacuba, sin caer al agua y así salvar su vida. Foto Casasola.

La calzada continuaba por las hoy calles de San Cosme entre las colonias San Rafael y Santa María la Ribera, y su último tramo era lo que hoy es la Calzada México-Tacuba, que va desde avenida Circuito Interior hasta el antiguo pueblo de Tacuba.

Tras la huida Cortés se detuvo en un prado denominado Popotla, que traducido del náhuatl significa “Donde abundan los popotes”, es aquí donde se encontraban varios árboles ahuehuetes, que en náhuatl significa “Viejo del agua”, por crecer en zonas lacustres, de pantanos. Aquí esperaba noticias de los últimos españoles que faltaban, hasta que llegó Pedro de Alvarado herido junto con otros cuatro españoles, todos a pie, el conquistador fue informado de que eran los únicos sobrevivientes de la retaguardia.

A casi 500 años de la Noche Triste y de un árbol… para llorar
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Azulejos colocados en una escuela ubicada cerca del “Árbol de la Noche Triste” y que muestran el topónimo de Popotla y su traducción al español “Donde abundan los popotes”.

El historiador Christian Duverger cuenta de este momento que cuatro mil guerreros tlaxcaltecas, aliados de Cortés, murieron durante la huida, toda la artillería se encontraba en el fondo de la laguna, además de una gran cantidad de españoles, caballos y rehenes. Otros tantos fueron capturados al no poder salir de la ciudad y posteriormente fueron sacrificados. Es en este momento que un afligido Cortés, al pie de un ahuehuete, derramó lágrimas por las pérdidas.


La controversia del lugar donde lloró Cortés

No se tiene una versión si Hernán Cortés se sentó al pie del ahuehuete o siempre se mantuvo de pie, López de Gómara en su Historia General de las Indias menciona que "Cortés a esto se paró, y aun se sentó, y no a descansar, sino a hacer duelo sobre los muertos y [por los] vivos [que] quedaban, y pensar y decir de la fortuna le daba con perder tantos amigos, tanto tesoro, tanto mando, tan grande ciudad y reino...”.

Tampoco se sabe a ciencia cierta si su llanto fue largo, lo que sí se afirma es que derramó varias lágrimas por las pérdidas humanas, como lo menciona Bernal Díaz del Castillo, al momento que Cortés ve llegar a Pedro de Alvarado herido y con otros cuatro españoles más “…como Cortés y los demás capitanes le encontraron de aquella manera y vieron que no venían más soldados, se le saltaron las lágrimas de los ojos.”, para después retomar el camino de huida hacia Tacuba para de ahí partir con sus aliados a Tlaxcala.

Por otro lado, no se puede afirmar contundentemente que Hernán Cortés lloró al pie del viejo árbol, incluso el historiador Juan Miralles en su libro “Hernán Cortés. Inventor de México” va más allá y menciona que al llegar a tierra firme en Popotla “…pasaron a todo correr; por tanto no hubo ocasión para que Cortés se sentara a llorar bajo la fronda de un ahuehuete”. El mismo Cortés en su Carta de Relación enviada al rey Carlos I de España no menciona este hecho.

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Imagen del ahuehuete de la “Noche Triste” en la zona de Popotla en el año de 1843, se observa que ya se encontraba enrejado para su cuidado. A la izquierda corre la hoy calzada de México-Tacuba. Foto de Detroit Publishing Co.

A pesar de lo anterior se mantiene la tradición de las lágrimas del conquistador por la pérdida de sus hombres y del inicio de una confrontación que siempre trató de evitar en la conquista del Imperio Mexica.

Aquella noche del 30 de junio de 1520 se le conoció como “La Noche Triste”, cuando los españoles y sus aliados indígenas fueron derrotados por los habitantes de México-Tenochtitlan. Así, el árbol conservó su antiguo nombre “Árbol de la Noche Triste”, pero muchas personas han querido cambiarlo por “Árbol de la Noche Victoriosa”, haciendo referencia a la victoria de los mexicas sobre los conquistadores, los cuales perdieron gran parte de sus hombres, artillería, caballos y aliados tlaxcaltecas.


Un árbol para llorar

En la actualidad, de aquel centenario ahuehuete sólo queda parte del tronco, del cual una gran extensión está quemado por varios incendios, uno de ellos fue en 1972, tras este evento se trató de rescatar y mantener con vida, intentos que lograron que el árbol tuviera nuevos retoños.

Un segundo incendio lo atacó el 9 se septiembre de 1980, ahora causado por un corto circuito provocado por una feria que se instaló en la calle a un costado del árbol, según lo menciona la nota de EL UNIVERSAL del 10 de septiembre de 1980. Este evento sí lo dañó por completo y ya no se pudo rescatar más. Hoy, los restos del tronco se encuentran apuntalados con columnas de concreto y piedras.

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Imagen de bomberos apagando el incendio del “Árbol de la Noche Triste” el 9 de septiembre de 1980.

Los restos se encuentran protegidos por una reja de metal que evita que los visitantes y curiosos terminen con lo que queda del ahuehuete. Tiene dos placas, una dentro de la reja colocada en 1998 que dice: “En este árbol lloró Hernán Cortés después de la derrota ante los defensores aztecas”.

La otra placa, mucho más reciente, se encuentra fuera de la reja, con fecha del 20 de febrero de 2013, cuando se concluyó la última remodelación del lugar por parte del gobierno central de la Ciudad de México y la delegación Miguel Hidalgo. Esta placa, colocada por el gobierno capitalino, narra el momento histórico de la Noche Triste y el instante cuando el conquistador derramó lágrimas por su derrota, menciona que “Cortés perdió esa noche [30 de junio de 1520] la mayor parte de su ejército, hombres, caballos y armamento. Triste, al ver pasar los restos de sus tropas, lloro el dolor al pie de un viejo árbol de ahuehuete que se hallaba en el camino, se sabía vencido por los mexicas.”

A casi 500 años de la Noche Triste y de un árbol… para llorar
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A casi 500 años de la Noche Triste y de un árbol… para llorar
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Placas ubicadas a un costado del ahuehuete, la primera colocada en 1998 y la segunda en febrero de 2013.

EL UNIVERSAL realizó un sondeo entre las personas que se encontraban cerca de este legendario árbol para saber si sabían de los hechos que se cree ocurrieron en este lugar, todos coincidieron en mencionar la Noche Triste y el llanto de Hernán Cortes; sobre los motivos de las lágrimas del conquistador un hombre mencionó que “lloró porque perdió la batalla ante los ‘aztecas’”, en tanto que una mujer madre de familia comentó que desconocía por qué lloró, pero que era importante que se difundiera más la historia del lugar.

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Aspecto actual del parque donde se encuentran los restos del “Árbol de la Noche Triste”.

Como parte de esta remodelación, terminada en febrero de 2013, se puso de nuevo en funcionamiento una fuente con iluminación que se localiza a espaldas del ahuehuete que, según personas entrevistadas, se encontraba en abandono y llena de basura. Ahora cuenta además con iluminación dentro del agua. La iluminación abarcó también tanto el árbol como la zona circundante a este parque.

Parte de la remodelación del parque contempló la realización de un mural denominado “La Noche Victoriosa” de Enrique Martínez Maurice, en una barda cercana de una iglesia, la Parroquia de Nuestra Señora del Pronto Socorro; también se mantuvo el centro cultural al cual se le cambió el nombre a “La Noche Victoriosa” localizado a un costado de la fuente.

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En la primera imagen un aspecto de la fuente localizada a espaldas del árbol y que fue remozada en 2013. La segunda imagen el mural “La Noche Victoriosa” elaborado por Enrique Martínez Maurice en 2013, en la barda de la Parroquia de Nuestra Señora del Pronto Socorro.

Los entrevistados coincidieron en que es necesaria más vigilancia en la zona para proteger lo que consideran un “monumento nacional” que debe ser cuidado y conservado, ya que “es parte de nuestra historia como mexicanos”. También dijeron que las remodelaciones han ayudado a que más personas se acerquen al lugar y conozcan la historia, “no sólo del árbol, sino de todo el barrio de Popotla y Tacuba”.

Sobre el posible cambio de nombre de “Árbol de la Noche Triste” a “Árbol de la Noche Victoriosa”, muchos desconocían el tema. Un hombre habitante de la zona por más de 40 años refirió que estaría mal cambiar el nombre ya que “en todo el mundo se le conoce de esta manera y no por unos políticos vamos a cambiar la historia”.

Además del viejo árbol hay otro ahuehuete a un par de metros, de un tronco mucho más pequeño pero muy frondoso, el cual pareciera proteger con su sombra los restos del antiguo “Árbol de la Noche Triste”.

Foto principal:

Una familia del siglo XIX posando frente al Árbol de la Noche Triste en Popotla en 1902, Colección Villasana-Torres.

Fotos antiguas:

Archivo EL UNIVERSAL.

Fuentes:

Cartas de relación

de Hernán Cortés; Cortés de Christian Duverger; Hernán Cortés. Inventor de México de Juan Miralles; Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo; Historia general de las Indias de Francisco López de Gómara; Hernán Cortés de José Luis Martínez; 6 Siglos de historia gráfica de México 1325-1976 Tomo I de Gustavo Casasola.

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