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Texto y fotos actuales: Magalli Delgadillo
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
El dibujo representa la estructura de lo que fue la cúpula de “El Toreo”, la plaza taurina que por muchos años estuvo cercana a esta terminal subterránea (motivo por el cual, se le asignó la imagen). Aunque esta famosa construcción no siempre estuvo en ese lugar. De hecho, este famoso espacio fue inaugurado el 22 de septiembre de 1907, pero en la colonia Condesa, donde el primer espectáculo fue mixto, es decir, con toros y novillos.
En esa ocasión, participaron los matadores Manuel González “Rerré”, Agustín Velasco “Fuentes Mexicano”, Alberto Cosío “Patatero”, Jesús Tenes, Samuel Cosío y Pascual Bueno —los dos últimos pertenecían a la Cuadrilla Juvenil—. El desempeño de cada uno fue relatado por esta casa editorial de la siguiente manera:
“Bravo y noble fue el primer toro lidiado en esa plaza. Alberto Cosío ‘Patatero’ dio el primer capotazo y lo corrió por derecho. Cuatro varas tomó el astado, arrancándose de largo y pasó después al mando de ‘Fuentes Mexicano’, a quien se confirmó la alternativa en esa tarde. Su faena de muleta fue valiente y excelente (…) ‘Rerré’ —matador de los toros español que debutó esa noche— estuvo muy desafortunado en su actuación. En cambio a Samuel Solís se le ovacionó en repetidas veces. Pascual Bueno y las cuadrillas fueron asimismo ovacionadas”.
Después de 39 años de tauromaquia, “en 1946, el ‘El Toreo’ fue sacado a patadas de la (…) Condesa para que Ángel Urraza pudiera fraccionar los terrenos donde, ocho años más tarde, se inició la construcción de El Palacio de Hierro Durango”, según menciona Héctor de Mauleón en su libro La ciudad que nos inventa (2014).
La construcción esférica, instalada en los límites con la urbe del ahora municipio de Naucalpan en el Estado de México, fue dirigida por el ingeniero Alberto Robles Gil. En el proyecto también participó el empresario Oscar Braniff, quien trajo el material y la estructura de hierro, proveniente de Bélgica.
En el recinto taurino, el cual se convirtió en el ícono del paradero Cuatro Caminos, se emplearon 100 toneladas de hierro, 800 mil tabiques, 3 mil barricas de cemento, entre otros materiales. El costo total fue de 300 mil pesos, de acuerdo con datos de EL UNIVERSAL en una nota publicada el 24 de agosto de 1947, el día posterior a la inauguración. Este recinto no tardó en convertirse en un referente capitalino. Incluso, a pesar de su demolición, sigue siendo recordado por los transeúntes y los locatarios como “la bola”.
Así, fue cuando el 23 de noviembre de 1947 se llevó a cabo la segunda inauguración de esta plaza de toros, cercano a lo que en la actualidad es el paradero de la estación del metro Cuatro Caminos, que en esos años no existía, pues fue abierta al público 29 años más tarde, en 1976. Ese día, el matador de toros Lorenzo Garza apadrinó a Jorge Medina.
Esta casa editorial, en una de sus notas especiales de inauguración de “El Toreo” citó al periódico El Imparcial, el cual dio a conocer los siguientes datos: ocupaba una superficie 18 mil 400 metros cuadrados en forma de pentagonal; "el aspecto de circo era monumental y espacioso” con una fachada circular; el redondel tenía un diámetro de 45 metros.
Todo era sostenido por fuertes columnas. “Dentro había (…) 906 barreras, además de los 158 palcos descubiertos en sobra, con capacidad para seis personas cada uno y 84 en el departamento de sol”, de acuerdo con aquella nota de EL UNIVERSAL.
Sin embargo, este lugar no sólo albergó al público taurino. Entre las décadas de los 60 y 90 también entraron los aficionados de box, lucha libre y basquetbol. De 1963 a 1993 se llevaron a cabo 16 peleas de box de título mundial y se dieron a conocer pugilistas como Julio César Chávez, Rafael Torres, Vicente Saldívar, entre otros.
En 1977 se realizó la primera función de lucha libre. Ahí, también pelearon algunos dueños del cuadrilátero como Fishman, “Perro” Aguayo, “Canek Villano III”, “La Parka” y “El hijo del Santo”; además, fue el lugar donde se despidió “El Santo” el 12 de septiembre de 1982 con una lucha, en tercia con el “Huracán” Ramírez y “El Solitario”.
Quien también visitó “El Toreo” en 1977 fue el basquetbolista norteamericano Earvin “Magic” Johnson. Él y su equipo enfrentaron, en un encuentro amistoso, a los mejores de México, comandados por Horacio Llamas.
Incluso, el Toreo fue sede para llevar a cabo actos políticos. Era el coloso preferido del Partido Acción Nacional (PAN). Uno de los primeros fue en 1988 cuando Manuel J. Clouthier, entonces candidato presidencial, lo llenó con poco más de 20 mil simpatizantes.
La cornada mortal a “El Toreo”
Y como todo tiene un fin, el desenlace llegó al “Elefante blanco” (mote otorgado debido al domo blanco, colocado durante una remodelación a inicios de los años 70 y que lo caracterizó desde entonces) en junio de 1996 con la última corrida protagonizada por Pedro Louceiro hijo y Manolo García Méndez. Se dice que el mal manejo administrativo causó el cierre de este emblemático sitio.
A pesar de ello, las puertas siguieron abiertas para distintos eventos como campañas de los entonces candidatos presidenciales Vicente Fox y Felipe Calderón, en el 2000 y en el 2006, respectivamente.
La misma forma, pero con trazos más simples es la que se encuentra grabada en el símbolo de la estación Cuatro Caminos, de línea azul del metro. Sin embargo, el monumento redondo sólo podrá ser visto por los capitalinos en estos dibujos o a través de fotografías, pues en 2008 fue demolido para formar parte del proyecto Centro de Transferencia Multimodal Cuatro Caminos.
En 2008, un grupo de 15 trabajadores desmontó miles de láminas del domo —las cuales permanecieron ahí cerca de seis décadas—, bajo la orden del Grupo Dahos, empresa constructora que comenzó las operaciones en 2014 para la edificación de un centro comercial con el mismo nombre de: Toreo.
La desaparición de este emblemático lugar duró siete meses. La esfera con extensión de 25 mil metros y 60 de altura, fue desapareciendo y con él, uno de los referentes taurinos y de ubicación más famosos de la capital y de acuerdo con Héctor de Mauleón, aquel domo se convertiría “… en la estructura de una plaza de toros en el estado de Hidalgo” (2014).
¿Por qué “Cuatro Caminos”?
Sin embargo, el nombre tiene una historia más antigua, pues se encuentra instalado en la zona prehispánica llamada “Nahu Campa”, la cual quiere decir “hacia los cuatro rumbos”. En el pasado era llamada así porque se cruzaban los caminos que conectaban con cuatro rumbos: por el norte hacia Azcapotzalco; al Sur rumbo a Chapultepec; en el Poniente, Naucalpan y al Oriente con Tenochtitlan. De ahí el nombre de la estación. Ahora, las dos avenidas más cercanas son llamadas Francisco Cuautlalpan e Ingenieros Militares, en Naucalpan, estado de México.
El coloso de Naucalpan no fue la única obra importante realizada en la Ciudad de México. En 1969 se inauguró el primer tramo de la línea 1 del metro (color rosa). En ese año se estrenaron 16 de 20 estaciones (12.660 kilómetros), es decir, de Zaragoza a Chapultepec.
Un año después, las puertas de la línea 2 fueron abiertas a los “metrómanos” y comenzaron a funcionar 11 paradas (Tasqueña-Pino Suárez), pero no fue hasta el 22 de agosto de 1984, cuando los vagones transitaron, por primera vez, hasta Cuatro Caminos. “La rosa y azul” se construyeron para seguir “el trazo de grandes avenidas, donde las industrias, comercios y viviendas requerían conexiones eficaces”, según la publicación El metro es de todos.
Desde hace casi 48 años, cuando se abrieron las puertas del subterráneo, los usuarios se han acostumbrado a sus inclemencias: la sensación de altas temperaturas provoca incomodidad y la aparición del sudor; con la llegada de un vagón viene la prisa; el enojo y la desesperación se apodera de los usuarios por no alcanzar un lugar.
El ambiente en esta estación no es diferente. De enero a marzo de 2016, el Sistema de Transporte Colectivo (STC) calculó que el número de beneficiarios fue 113 mil 470. Esta cifra la colocó en el tercer lugar de “estaciones de mayor afluencia promedio en día laborable”, después de Pantitlán e Indios Verdes.
En esta trayectoria de tonalidad marina, con una longitud de 23. 431 kilómetro, transcurre parte de la vida cotidiana de muchos chilangos. A veces, parece más extensa por las largas esperas de la llegada de un vagón, las paradas a veces de varios minutos dentro de los túneles, entre otros obstáculos.
En febrero de 2013, autoridades de la ciudad y el estado de México prometieron comenzar en marzo del año siguiente una remodelación en el paradero —donde todos los días llegan 400 mil pasajeros—. Para diciembre de ese año aún no se llevaba a cabo.
Tres años después, el paradero de autobuses estaba cerca de ser terminado. Sin embargo, estuvo a punto de perder su nombre original y ser cambiado por el nombre de la empresa constructora: Mexipuerto Cementos Fortaleza. Los habitantes cercanos se indignaron y el nombre se conservó.
En abril de 2017, la Estación de Transferencia Modal Mexipuerto Cuatro Caminos, por fin fue inaugurada. De acuerdo con autoridades, conecta a 400 mil pasajeros al día de 11 municipios mexiquenses con la Ciudad de México.
A pesar de la restauración, este sitio sigue siendo inseguro, según denuncias de usuarios: “Cuatro Caminos sigue siendo tierra de nadie, pues ni autoridades de Naucalpan, ni del estado de México o de la delegación Miguel Hidalgo resuelven este caos”, de acuerdo con la declaración de Rodolfo Bravo, presidente del Consejo de Participación Ciudadana de Lomas de Sotelo en una nota de esta casa editorial.
Por su parte, entre 20 y 25 policías (por cada cuatro grupos) cuidan y vigilan dentro de las instalaciones del subterráneo, por lo cual, Juan Pérez, jefe de estación, menciona: “dentro del metro es 100 por ciento seguro. Afuera sí hay más inseguridad”.
Actualmente, la última parada de la Línea 2 se encuentra en remodelación. La empresa Inmuebles Carso está a cargo del proyecto, que consiste en un edificio de 18 niveles. Habrá distintos negocios, entre ellos cines y comida rápida.
En mayo de 2015, mencionada compañía anunció el término de la obra para finales de 2017. Hasta ahora, el trabajo se encuentra inconcluso.
Todo es posible en el metro
“Dígame, amigo”, menciona el jefe de estación. “Buenas tardes”, responde un hombre de edad mediana y playera amarilla y continúa hablando: “Dejé unas lonas en el vagón. ¿De casualidad alguien las trajo?”
Al ser paradero también es un lugar donde las personas olvidan sus pertenencias. Los objetos más encontrados en los trenes van desde documentos, ropa, portafolios… Quizá no es el lugar con mayor número de objetos extraviados, pero las personas llegan a dejar algunas partencias, las cuales pueden permanecer en la jefatura durante una semana, aproximadamente, y él envía un reporte al departamento correspondiente en la estación Candelaria.
Lo único que no se perderá, será la referencia de este paradero y la historia encerrada en ese “domo”. Este lugar seguirá platicando, a través de su imagen de “El Toreo”, dos veces desplazado y, lo que hubo antes en los alrededores del metro; algunos visitantes seguirán observando sencillos dibujos para ubicarse en las entrañas de la tierra y quizá algunos se pregunten, ¿qué significa esa imagen?
Fotos antiguas: Archivo EL UNIVERSAL y Colección Villasana-Torres.
Fuentes: Archivo EL UNIVERSAL. Página oficial Sistema de Transporte Colectivo (STC). Publicación del STC El metro es de todos. Libro: De Mauleón, Héctor, La ciudad que nos inventa, ediciones Cal y Arena, México, 2015, 400pp. Entrevista con jefe de esa estación, Juan Pérez —quien prefirió usar un sobrenombre—. Video: Out Takes / Cuts From Cp 444 - Mexico (1963) obtenido de la siguiente liga de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=dHL0H6AuVkM