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Texto y fotos actuales: Hugo Santos Gallagher
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
Las monedas y billetes han sido instrumentos de valor para concretar intercambios comerciales en toda civilización. En el México prehispánico y durante el trueque o intercambio de mercancías, las semillas fungían como las monedas que hoy conocemos y con el paso del tiempo se formalizó su acuñación, así como la impresión de billetes. Aquí la historia de una de las sedes de la Casa de Moneda y ahora también Museo de Numismática.
En este lugar que alguna vez fue la cuarta sede de la casa de moneda y fundidora de metales aún se pueden encontrar máquinas del siglo XIX, algunas funcionan con vapor y otras con electricidad. Las más antiguas aún pueden operar, pero sólo son encendidas para hacer demostraciones sobre su funcionamiento, hoy conforman el Museo de la Numismática.
Al entrar a esta antigua fundidora, ubicada en la calle del apartado en el Centro Histórico de la ciudad de México, se percibe un olor a metal. Los muros y techo de bóveda se han teñido de negro por los gases de los minerales que se fundieron durante décadas. “De hecho, si rascas las paredes puedes encontrar residuos de oro y plata, y otros minerales por haber estado en ebullición”, dice Ángel Valtierra Matus, el subdirector del Museo Numismático Nacional de la Casa de Moneda de México.
“La fundición de minerales se hacía en lo que antes era una fábrica de ácido sulfúrico planeada por Manuel Tolsá alrededor de 1811-1813”, relató Valtierra Matus en entrevista con EL UNIVERSAL acerca de este lugar.
Luego de 40 o 50 años junto a esta fábrica de ácido sulfúrico, se instaló también una de las que fuera sede de la Casa de Moneda, con la actividad de acuñación, ambas factorías compartieron el terreno. Tiempo después ambos oficios se concentraron aquí, había turnos dobles o hasta triples y una constante nube negra por las calderas que alcanzaban más de mil grados centígrados, estos gases se plasmaron sobre las paredes dándoles el color negro que hasta hoy perdura.
En la fundidora es notorio que el tiempo se detuvo, ya que aún hay objetos de 1992 como calendarios y altares viejos a la virgen de Guadalupe usados por los empleados que trabajaban ahí. Y es que la Casa de Moneda de Apartado dejó de operar a principios de los años 90, ya que la demanda de dinero era muy alta, así que las operaciones se trasladaron a la planta de Calzada Legaría y a la de San Luis Potosí, mismas que actualmente están en operación. Las dos plantas se construyeron en las décadas de los 70 y 80 en apoyo a la fundidora de la calle de Apartado.
¿Cómo se hace una moneda o billete y quién elige al personaje?
La fabricación empieza en las fundidoras, donde se derriten los minerales como el níquel, la plata y el oro a una temperatura de más de mil grados centígrados, luego el mineral sale en forma de barras y son llevadas a la sala de maquinaria.
Esta sección se diferencia de la fundidora por los muros blancos y rieles en el suelo que eran usados para mover carros cargados de metales de una habitación a otra. Los metales llegan al cuarto de máquinas en forma de placas, éstas son puestas en una aplanadora varias veces para tomar una capa más fácil de perforar. Posteriormente, las barras son cortadas y llevadas a la perforadora, donde salen en forma de circunferencias.
Estas piezas eran introducidas a otra máquina que les quitaba los sobrantes o rebaba y les grababan el contorno. El paso final era llevarlas a la prensa de acuñación conocida como “La Bailarina”, la cual les daba el diseño del anverso y reverso.
— ¿Quién elige qué diseños y personajes deben aparecer en las monedas y billetes?- preguntamos.
—No hay persona que elija qué personaje debe aparecer, la tarea cae en el poder ejecutivo y estas iniciativas van a la Cámara de Diputados, quienes lo discuten, a partir de ahí se formula un decreto con las características específicas que debe tener el diseño de una moneda, incluyendo su peso, su diámetro, la composición de los metales y desde luego las imágenes y leyendas que debe tener —respondió Ángel Valtierra.
Cinco sedes de la Casa de Moneda
La colección numismática de este museo alberga todas las monedas usadas en México desde los tiempos prehispánicos hasta nuestros días. Para eso, Salvador García Lima, jefe de Proyecto Apartado de la Casa de Moneda, dijo a EL UNIVERSAL: “En un principio, las monedas se hacían a martillazos, era un trabajo artesanal, las monedas eran imperfectas, se les conocían como Carlos y Juana, nombre de los reyes españoles que era grabado en la moneda”. Aunque la moneda tenía nombres populares, el nombre correcto de la moneda era el de Real de 8.
Pese a que las monedas Carlos y Juana fueron las primeras unidades de cambio hechas de minerales, no fue el primer tipo de moneda mexicano. Los registros históricos del Banco de México relatan que en los tiempos del Imperio Mexica el trueque era la base de la economía mexicana, pero se usaban mucho las semillas de cacao como forma de pago, ya que eran altamente cotizadas entre los pobladores. Cuando los españoles llegaron a América traían en sus bolsillos monedas ibéricas conocidas como Castellanas. Debido a las riquezas de metales en México, los conquistadores decidieron usar estos para enriquecer los asentamientos.
Por orden de la corona española al virrey Don Antonio de Mendoza, se inaugura la Casa de Moneda, en 1535, que se ubicaba en el terreno hoy ocupado por el Nacional Monte de Piedad en la calle Monte de Piedad No. 7.
Por la demanda de monedas, la casa de moneda se mudó a los terrenos de la actual sede de gobierno de la Ciudad de México, pero siete años después se trasladó a la calle de Moneda No. 13, a un costado de Palacio Nacional. Ahí permaneció por 300 años. Es por la Casa de Moneda que la calle Moneda adquirió su nombre.
La selección de oro y plata para la elaboración de monedas, así como el control de calidad y registro corrían a cargo del llamado “apartador”. En 1655 José Retes quien fue el primer apartador general nombrado por el virrey Francisco Fernández de la Cueva. Su casa se ubicaría frente a templo mayor y aún existe.
En 1811 por la guerra de Independencia y por seguridad, se instalaron casas de monedas provisionales en varios estados de la nación.
Fue hasta 1846 que el presidente Mariano Paredes ordenó el traslado de la Casa de Moneda al nuevo edificio de la calle del Apartado. Sin embargo, su funcionamiento demoró dos años por la invasión norteamericana. Por ello, en 1848 la nueva casa de moneda se ubicó a un lado de una fábrica de ácido sulfúrico fundada por Lucas Alamán y que finalizó operaciones en 1907.
Estando juntos los terrenos fue que en ese año la fábrica empezó con un nuevo giro: a fundir metales de monedas. Esta sede de la Casa de Moneda de la calle de Apartado operó hasta 1992, cuando la Casa de Moneda ocupó la sede que actualmente tiene en la calzada de Legaria.
La reina Juana de España autorizó el logo que caracterizaría a la institución hasta nuestros días, siendo una “M” mayúscula debajo de una “o” minúscula, las letras están dentro de una circunferencia. Este logo significa “México” de forma abreviada.
Este tipo de simbología la adoptaron casas de monedas provisionales en otros estados en los tiempos de independencia, por ejemplo: Álamos, Culiacán, Chihuahua, Durango, Guadalupe y Calvo, Guanajuato, Guadalajara, Hermosillo, Tlalpan (En aquel entonces parte del Estado de México), Oaxaca, Real de Catorce, San Luis Potosí y Zacatecas además de la de la Ciudad de México.
La historia de las monedas
Después de las monedas Carlos y Juan, la que siguió fue la Macuquina en el reinado de Felipe II, que por la alta demanda dejaron de tener forma circular y adoptar una forma burda (conservando su peso y valor). Su demanda por todo el mundo era enorme y muchos países adoptaron estas unidades. “Se puede considerar que la Macuquina era el dólar de ese tiempo”, dice Salvador García de Casa de Moneda.
Las monedas posteriores empezaron a tener el registro de fecha de acuñación, siendo el más antiguo de 1607. A partir del segundo reinado de Felipe V (1724-1746), las piezas ya eran redondas y con la leyenda VTRAQUE VNUM (ambos son uno); mientras que las de oro eran plasmadas con el busto de Felipe V con abundante peluca. Debido a esto fue popularmente bautizada como “Pelucona”.
Desde 1772 se empezaron a elaborar monedas solamente con el busto del monarca en turno siendo el primero Carlos III. El material usado era únicamente cobre.
En el museo se encuentra una máquina de grabado de monedas de principios del siglo XIX que funciona de manera manual. Anteriormente se hacían a mano los sellos para grabar monedas. El pionero fue Gerónimo Antonio Gil, quien “no quería enseñarle a unos ‘indios’ el arte de grabar, por lo cual, trajo a sus hijos como discípulos y por obligación de tener más personal se lanzó una convocatoria para su escuela, y para sorpresa de todos hubo un gran interés de los colonos”, narró Salvador García.
Las monedas posteriores a la independencia fueron las siguientes: la del Primer Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide, éstas eran hechas de oro y plata, con la leyenda AGUSTINUS DEI PROVIDENTIA, y en el reverso, un águila coronada. “El grabado de la moneda no era muy atractivo, los coleccionistas llaman a esta como ‘El pollo’ ya que parece más un pollo que un águila”, declaro Salvador García.
¡Surge el peso!
También lucen las monedas de la primera república que se caracterizan por la leyenda LA LIBERTAD EN LA LEY. Y las monedas del Segundo Imperio Mexicano de Maximiliano Habsburgo quien fue el que oficialmente le dieron el nombre de Peso a la moneda mexicana. “El peso mexicano nace desde la época virreinal, la unidad de medida y la que se tomaba como referencia era el Real de 8, y ese peso coincidía con el peso de las monedas de España (El peso del Real de 8 era de 27 mil 468 gramos).
La cotización la establecía la ley del metal, pero como sacar el valor por la ley era muy difícil, la gente se basaba en el peso y calidad del metal para determinar su coste, por eso se le conocía popularmente al Real de 8 como Peso.
A mediados del siglo XIX, cuando se adopta el sistema decimal y los conservadores traen a Maximiliano, este hace el decreto que la moneda fuera llamada Peso y no Peseta como Juárez planeaba”, explicó Ángel Valtierra Matus.
Ahora hagamos un breve recorrido por la evolución del dinero: en las monedas del porfirismo, aparece, por primera vez, Miguel Hidalgo con la leyenda “ESTADOS UNIDOS MEXICANOS” (frase que se encuentra hasta nuestros días); en la época de la Revolución había variedad y las emitidas por Francisco Villa decían “MUERA HUERTA” y la de Emiliano Zapata “REFORMA, LIBERTAD, JUSTICIA Y LEY”. Con la llegada de los nuevos pesos, en 1993, el Banco de México trabajó con las nuevas denominación de cinco, diez, 20 y 50 centavos y uno, dos, cinco y diez pesos (las monedas de diez tenían centro de plata, las demás de cuproníquel y bronce aluminio. Ahora son de metal industrial).
Actualmente las monedas de centavos se han reducido de tamaño al grado de ser incomodas en uso y poco aceptadas por el público en general. Salvador García explicó: “Estas monedas son hechas con el metal sobrante de los pesos. El peso se hace de dos aleaciones de metal, la del centro y la del contorno, el centro que sobró del metal plateado antes era vendido como desperdicio, pero para ahorrar costos se empezó a usar este para acuñar centavos de 20 y 50”.
En ocasiones especiales se llegan a acuñar monedas conmemorativas: en los Juegos Olímpicos de 1968 y el Mundial de 1970, el 500 aniversario del descubrimiento de América, el bicentenario natalicio de Benito Juárez, las monedas del Centenario de la Revolución y Bicentenario de la Independencia con los protagonistas de ambos hechos.
Pero las monedas de mayor valor son el Centenario y Bicentenario, que son de plata u oro, y los llamados kilos también eran hechos de estos metales. Se presume que su valor se ha duplicado desde su lanzamiento en 2010, el kilo de plata valía 15 mil entonces; ahora, alcanzó los 30 mil pesos, mientras que el de oro valía 700 mil pesos, ahora se cotiza en millón y medio de pesos.
La evolución de los billetes cuadrados
A diferencia de las monedas, el billete apenas cuenta con casi de 200 años de existencia. Este se ha convertido en una forma más cómoda de uso, pero más propensa a la falsificación. El origen de estos data del Imperio Mexicano de Iturbide. Estos eran de forma cuadrada y con las nominaciones de uno, dos y diez pesos. A este le sigue el billete republicano que era impreso sobre Bulas canceladas (documentos papales) y era de tamaño carta. “La gente los detestaba, ya que era incomodo cargar con ellos y por eso se dejaron de producir”, señalo Salvador García.
Fue hasta el periodo de Maximiliano de Habsburgo que los billetes volvieron a entrar en circulación, estos eran de menor tamaño y fueron rápidamente aceptados por el pueblo. “El diseño de los billetes de este periodo estaban ligados al gusto de los banqueros que en ocasiones contaban con retratos familiares”, explico Salvador García.
El primer personaje histórico plasmado en el papel era Benito Juárez en el billete de 20. Esto fue cuando Juárez estaba en el poder. En el Porfiriato se encargó a la ABNC (American Bank Note Company) imprimir nuevos billetes pero otros bancos estales de México también sacaron los suyos, pero podían perder valor en una entidad distinta a la de su fabricación.
Al igual que en la galería de monedas en la de billetes, el periodo revolucionario fue el más diverso en cuestiones de tipo de diseño de dinero. “Por las políticas de Huerta que destrozaron la economía de México, los líderes revolucionarios imprimieron sus billetes, pero si estos morían, su dinero perdería valor absoluto”, comentó Salvador García. Estas piezas serian conocidas como Bilimbiques.
En el periodo postrevolucionario se estableció el Banco de México en 1925, pese a ser el organismo que regula la economía mexicana la ABNC siguió imprimiendo papel moneda nacional.
La primera serie de 1925-1934 estaba compuesta de billetes de 5, 10, 20, 50, 100, 500 y 1000 pesos. Estos eran diseñados por la empresa, pero a gusto del cliente, el Banco de México dictaba qué personaje y qué elementos debía tener el diseño.
Por ejemplo: “Había un billete al que popularmente llaman “La Gitana”, se creía que esta era amante del secretario de hacienda y que éste mandó a imprimir su cara en los billetes”, contó Salvador García.
En 1936, se emitió una nueva serie con medidas más reducidas a 157 x 67mm. Los billetes de 50 y 100 pesos cambiaron su diseño, el primero tenía a Ignacio Zaragoza como imagen mientras que el segundo a Francisco I. Madero. Esta serie duró hasta 1942.
“El hecho de que haya habido personajes históricos en los billetes, corresponde mucho a la corriente nacionalista de Cárdenas, ningún revolucionario aparece en esta serie más que Madero por la pureza política que ninguno de los demás tenía. Fue hasta finales de los 60 cuando ya aparece Carranza”, explicó Salvador García.
Casi a la par de ésta salió una tercera serie que incluía las denominaciones de uno y 10 mil pesos. Cabe mencionar que la de una unidad fue el único billete de esta generación emitido por el Banco de México.
A partir de 1969, el Banco de México empezó a emitir los billetes nacionales, estos pertenecen a la serie Tipo A (con altas denominaciones por la inflación) que iban desde los cinco hasta los 100 mil pesos.
Los Nuevos Pesos
Para 1992 el Banco de México creó una nueva unidad monetaria, equivalente a mil pesos del sistema anterior: Nuevos Pesos con el símbolo N$. Esta serie bancariamente fue llamada Tipo B y contaba con las denominaciones de 10, 20, 50 y 100; en 1994, se emitió otra serie de “Nuevos Pesos” estos serían la Tipo C la denominaciones de estos serían la de 10, 20, 50, 100, 200 y 500; ese mismo año se emitieron nuevos billetes Tipo D, similares a sus predecesores con la diferencia de que se suprimió el adjetivo “Nuevo”.
En 2001 se modificó el billete de 20 con materiales más resistentes y se sacó de circulación el billete de 10. Esta generación finalizó con la salida del billete de mil pesos en 2004, el personaje de este era Miguel Hidalgo.
La serie que se mantiene hasta nuestros días es la Tipo F, estos tienen nuevos elementos de seguridad y cambios en su aspecto y tamaño. Los de 20 pesos son los más pequeños (120 mm de largo), los de 1000 al ser los de mayor valor (155mm de largo).
Con motivo de la celebración del Bicentenario de la independencia y el Centenario de la Revolución, el Banco de México emitió billetes de edición especial con que conmemoraron ambas celebraciones. En 2010 la imagen de Ignacio Zaragoza en el billete de 500 fue sustituida por la de Frida Kahlo y Diego Rivera. Este año, en el marco del Centenario de la Constitución se imprimió un billete de 100 pesos que conmemora esta celebración.
“Esto se debe a las corrientes que sigue el país, se quiere tomar aspectos culturales y artísticos”, concluyó Salvador García.
La Antigua Casa de Moneda y Museo de la Numismática, una de las cinco sedes de la Casa de Moneda, es el lugar perfecto para visitar y conocer acerca de la historia de nuestra moneda nacional. La colección del inmueble en sí misma tiene gran valor monetario por ello está resguardada bajo altos niveles de seguridad. Este museo es uno de los cientos que tiene la ciudad de México y que no puedes dejar de visitar.
Fuentes: Antigua Casa de Moneda y Museo de Numismática. Línea de Tiempo de la Casa de Moneda y Museo de Numismática. Libro del Banco de México: Historia de la moneda y del billete en México.