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Texto y fotografía actual: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Diseño Web: Miguel Ángel Garnica
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Cambió de nombre a "Plaza de la Constitución" en honor a la Constitución española promulgada en Cádiz en 1812, a la que el gobierno de la aún Nueva España juró obediencia, sin embargo, pocos años después el país obtuvo su independencia y con ello sus propias leyes.
Cuando Antonio López de Santa Anna estaba en el poder, mandó a derrumbar El Parián -edificio que ocupaba casi la mitad de la Plaza- y ordenó la construcción de un monumento a la Independencia del que sólo se logró la base, también llamada "zócalo", de ahí el mote que la acompaña hasta nuestros días.
El Zócalo ajardinado
Para conocer un poco más de la historia de tan importante sitio, nos acercamos a Sandra Ortega, quién hace algún tiempo escribió sobre la historia de la Plaza de la Constitución para el Fideicomiso del Centro Histórico.
Nos explica que un antecedente del Zócalo como sitio de esparcimiento en el México independiente fue el ensanchamiento del “Paseo de las Cadenas” a mediados del siglo XIX. El Paseo era una fila de árboles plantados frente al atrio de la Catedral Metropolitana llamado de esa forma ya que estaba delimitado por pequeñas columnas unidas entre sí por cadenas que eran utilizadas como columpios o como bancas.
Sin embargo, fue hasta la llegada de Maximiliano de Habsburgo y de su esposa Carlota cuando el Zócalo finalmente se convirtió en un paseo: “Trajeron consigo las modas europeas en cuanto a urbanismo se refiere. Lo embellecieron con banquetas, bancas, andadores, fuentes, farolas y una estación de carretas para dar un paseo. A la población le gustó tanto que rápidamente se convirtió en un punto de reunión social”, comentó.
Años después, en el Porfiriato, el Zócalo lucía al centro un kiosco y un jardín repleto de árboles que también se podía observar en las noches porque ya contaba con alumbrado eléctrico. A sus alrededores se encontraba la principal estación del transporte público, de la Plaza salían diversas rutas del tranvía –primero de mulitas y después eléctricos- que corrían hacia distintos puntos de la ciudad.
“De 1915 a 1960 hubo una serie de intervenciones arquitectónicas que modificaron por completo la fisonomía de la Plaza de la Constitución. En 1915 se retiraron los árboles que había frente a la Catedral, ampliando la perspectiva hacia Palacio Nacional; en 1935 se abrió la avenida 20 de Noviembre y un año más tardé se construyó la Suprema Corte de Justicia. En la década de los cuarenta se edificó la réplica del Antigua Palacio del Ayuntamiento y para finales de los cincuenta se retiraron los jardines del Zócalo, dejando la explanada abierta y ya para los últimos años de los sesenta se iniciaron las obras del Metro”, explicó Sandra.
La suma de todas estas modificaciones reafirmó el valor simbólico del Zócalo y la colocación al centro del asta para la bandera monumental la coronó como la plaza pública más importante del país y el corazón de la capital. Por muchos años, el uso de la plancha fue exclusivo para conmemoraciones patrióticas o celebraciones gubernamentales, pero todo dio un giro con los hechos ocurridos en octubre de 1968.
Sandra nos comenta que esta fue la primera vez que un grupo organizado de personas “se aventuró a disputar el Zócalo. Las tres veces que los estudiantes ingresaron al Zócalo fueron un hecho sin precedente y sin duda marcó para siempre el uso del Zócalo como espacio para cualquier tipo de manifestación; aunque la siguiente ocupación social fue hasta 1982.”
Tras el sismo de 1985, la Plaza de la Constitución se convirtió espontáneamente en un centro de acopio, reunión y ayuda. Cientos de mexicanos acudieron a la explanada para refugiarse y después para apoyar distribuyendo comida, ropa o medicamentos. Y es ahí, donde año con año la bandera se iza a media hasta para recordar y honrar a los fallecidos en lo que fue un evento lamentable, pero que nos mostró la mejor cara de la sociedad mexicana: la acción y la solidaridad. Desde ese entonces el Zócalo ha fungido como centro de acopio cuando se es necesario.
Fue hasta 1997 que la Ciudad de México tuvo un gobierno propio y se otorgó a la Plaza el derecho de albergar manifestaciones artísticas, culturales y sociales de todas las índoles. Ha sido explanada para conciertos, exposiciones (fotográficas, de instituciones federales y recientemente, de autos clásicos), ferias del libro, actividades relativas a la época del año – como las ofrendas de Día de Muertos o la pista de hielo-, ha aparecido en decenas de películas nacionales e internacionales y también, es sede de festejos populares u oficiales, como lo son las fiestas patrias o el escenario perfecto para mostrar a la ciudadanía el equipamiento de las instituciones capitalinas o del país, puede ir desde mostrar los contenedores de basura que habrá en la ciudad o los helicópteros de las Fuerzas Armadas.
Hace un par de meses el Gobierno de la Ciudad de México anunciaba que le había propuesto al INAH un proyecto para remodelar la Plaza de la Constitución. Nuestra compañera Phenélope Aldaz informó que el Secretario de Obras y Servicios, Edgar Tungüí, había indicado que entre los trabajos de rehabilitación se tenía contemplada la ampliación de la plancha y la colocación de un nuevo piso. Según el Secretario, dichas obras tendrían una duración de siete meses y si el INAH respondía la primera quincena de este mes, para las fiestas patrias todo estaría listo.
Aún no se ha dado una respuesta oficial por parte del INAH, pero le preguntamos a Sandra su opinión al respecto: “No conozco en su totalidad el proyecto y por ello no puedo dar una opinión. Sin embargo, considero que si se piensa realizar algo en el Zócalo tiene que ser un plan muy bien elaborado, escuchando las opiniones de especialistas, que son muchas y también con miradas muy encontradas.
En forma de despedida, Sandra nos compartió que una de las posiciones que ha escuchado sobre el cuidado de la Plaza es que se debería de hacer un listado de cosas que sí “merecen” ser realizadas en el Zócalo, “pero es una plaza tan democrática que ¿cómo se definiría eso?”.
Compartimos esa visión, las actividades que se realizan en el Zócalo sean de nuestro agrado o no, son una muestra de lo diverso que es el país cultural y socialmente. Esperamos que si el proyecto de remodelación es autorizado por el INAH, no sea bajo una mirada romántica de sólo embellecerlo, sino que tengan al mejor equipo para hacerla una plaza funcional, de esparcimiento familiar y también de manifestación social, porque esa fuerza en inherente al Zócalo.
Todos como ciudadanos hemos hecho uso de la Plaza de la Constitución, ya sea para cruzarla, asistir a un concierto, al tradicional “Grito”, a una marcha, tomarnos una fotografía o sentarnos sobre ella para convivir, leer o contemplar el paisaje.
No es una locura afirmar que todos tenemos algún recuerdo particular sobre ella. Por lo tanto, es nuestro deber valorarla y en caso de que la remodelación suceda, cuidarla y seguirla dotando de vida.
Fotografía antigua: Colección Villasana-Torres, Fotográfica MX.
Fuente: Sandra Ortega. Artículo “Zócalo lucirá remodelación para el Grito de Independencia” de Phenélope Aldaz, EL UNIVERSAL.