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Texto y fotografía actual: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
No hay mejor símbolo de ilusión, inocencia y felicidad que los juguetes –u otros regalos– que nos traen los Reyes Magos. Para conmemorar este día, EL UNIVERSAL visitó dos sitios de tradición juguetera que son visitados por decenas de mexicanos.
En compañía de “Los Reyes”
Decenas de hogares mexicanos tienen dentro de sus álbumes familiares la clásica fotografía al lado de los Reyes Magos. En el caso de la capital, muchas de estas instantaneas fueron adquiridas en la tradicional romería navideña de la Alameda Central, que además de tener impresionantes escenarios con decoración alusiva al ambiente de "Los Reyes" o, en tiempos más actuales, Santa Claus, también contaba con locales de comida mexicana, postres y juegos de feria.
Sin embargo, desde hace cinco años los escenarios y la feria dejaron de estar en en el Centro capitalino y empezaron a distribuirse por zonas aledañas al corazón de la ciudad, como la explanada del Monumento a la Revolución o en la avenida Fray Servando Teresa de Mier.
En 2014 los locales que ocupaban la Plaza de la República fueron reubicados en las inmediaciones de la Delegación Cuauhtémoc. El pasado 30 de diciembre, nuestro compañero Erick Miranda describió que el ambiente era desolador. Se acercó a un par de locatarios para conocer su opinión sobre la ubicación y la escasez de visitantes. Víctor Alonso le comentó que la venta no había sido particularmente buena desde 2015 ya que los permisos delegacionales se atrasan, las calles son pequeñas y sin iluminación adecuada, aunado a los elevados costos del material fotográfico.
Mientras tanto, Oswaldo León le dijo que en su experiencia de 25 años, tenía muy claro que la afluencia había bajado en un 45% porque la zona en la que están instalados no es concurrida, ni turística y también por el horario, ya no los dejan trabajar antes de las 18:00.
Por otro lado, para la romería que se instala sobre la Avenida Fray Servando Teresa de Mier, en el Parque de los Periodistas Ilustres en la delegación Venustiano Carranza, el panorama no es tan "triste".
La familia Vargas decidió aceptar la oferta de instalar sus escenarios sobre la Avenida Fray Servando –a unos pasos del metro del mismo nombre–, después de que se les notificó que no podrían regresar a la Alameda, tal y como lo hicieron otros locales de comida, juegos mecánicos o de feria.
En su infancia, el señor Abraham trabajó en la romería de la Alameda Central y recuerda que en ese entonces tenía que correr a apartar el lugar donde montarían un trineo, un banquito y un Santa Claus para la foto. "Era muy modesto, no como hoy, que todo es vistoso y se le tiene que invertir mucho dinero a la decoración del escenario, dinero que tardamos en recuperar", comentó.
Desde su punto de vista la romería de la Alameda "colapsó" por cuestiones políticas y también porque había mala organización de los mismos locatarios. “Hubo un momento en el que ya no se pudo controlar el crecimiento de la feria", dijo. Al preguntarle su opinión sobre la caída de afluencia en las romerías de la delegación Cuauhtémoc, Abraham nos comentó que las calles destinadas para la instalación de escenarios son inseguras y sin certeza del funcionamiento de los servicios.
Abraham considera que a pesar de que aún no cuentan con el número de visitantes que se tiene en la Alameda –y por lo tanto menos presencia de turistas–, la romería de Fray Servando ha ido creciendo: "Poco a poco ha sido aceptada por la gente, es pequeña, está mejor organizada y es más segura que en la Cuauhtémoc. A pesar de todo, lo bonito de nuestro oficio es que podemos capturar en una foto un momento feliz con la familia, con la esperanza de que no sólo sea un recuerdo, sino una tradición que pase de generación en generación", finalizó.
Viviendo de los juguetes
La palabra “memorabilia” significa el arte de coleccionar objetos perdidos o coleccionables, en México al igual que en otros países existen sitios donde ciertas personas te transportan, a través del objeto de tu preferencia, a una época pasada.
En el Jardín Dr. Ignacio Chávez de la colonia Doctores, cada sábado y domingo se instala dentro del Bazar Cuauhtémoc un pequeño puesto que demuestra que los juguetes no sólo le traen sonrisas a los niños, sino también a adultos.
“Mi historia es la misma que la de todos los que coleccionamos: no sabemos por qué, pero desde que tenemos uso de razón tenemos un gusto desmesurado por las chácharas”, así comenzó su plática Alfonso Martínez Sánchez, coleccionista de “carritos” desde que tenía seis años de edad. Narra que cuando su papá lo llevaba a Tepito a comprar carritos Matchbox que costaban un peso –de aquel entonces–, protestaba “¿por qué sólo uno?”, aunque tenía muy claro que ni con mil saciaría su gusto por los automóviles en miniatura.
Desarrolló su “ojo” de coleccionista desde los 11 años, cuando empezó a irse solo a comprar carritos para su colección en el tianguis "El Salado" (ubicado en Iztapalapa) y durante la secundaria en otro ubicado en Tulyehualco, con el dinero que se había ahorrado en el recreo durante la semana.
Durante la prepa, Alfonso dejó de lado su afición por los cochecitos, pero la retomó en la universidad. Volvió a ir a los tianguis en búsqueda de modelos únicos, empezó a relacionarse con vendedores y otros coleccionistas y en esa época empezó, propiamente, su faceta como vendedor de juguetes. José Luis "El Chino", un vendedor del Bazar Cuauhtémoc, le propuso que le comprara carritos de autopista, aprovechando que él (Alfonso) iba a comprar los de su colección.
En el Bazar también conoció a Roberto Nava, un ingeniero civil al que Alfonso le pidió trabajo para hacer planos –debido a que estudiaba Arquitectura– y que también era coleccionista y vendedor de carritos. Un día en el trabajo, Roberto le dijo: "Oye, si tienes por ahí carritos que no te gusten tanto o repetidos, te invito a vender conmigo en Cuauhtémoc".
Para Alfonso esto fue "pasar de vendedor ´satélite´ –que surte a los puestos– a vendedor de las grandes ligas". La pasión y el conocimiento que adquirió sobre la manufactura y producción de carritos desde los seis años lo llevó a convertirse en uno de los vendedores más importantes de estos juguetes en el Bazar. Hoy, tiene 18 años vendiendo.
A pesar de que terminó su carrera como arquitecto decidió abandonar su profesón tras 15 días de trabajar en un despacho, ya que ganaba menos del 10% de lo que ganaba con la venta de carritos en el mismo lapso de tiempo. Decidió dedicarse por completo a ser vendedor.
"El secreto de la chachara es que estés constantemente en los tianguis, en anunciarte por distintos medios y ahora en lo digital, como Facebook, Ebay o Mercado Libre".
Después de un accidente automovilístico Alfonso le propuso a su hermano sumarse al negocio, él iría a comprar y buscar carritos a los tianguis de la ciudad y Alfonso se dedicaría a venderlos, a atender a clientes y a darles contexto; es decir, definir la época, el estilo, la forma de producción, entre otras cosas.
La dupla ha funcionado de maravilla, aunque su hermano no es coleccionista ni apasionado de los carritos, pero tiene "muy buen ojo". Dice entre risas que tampoco lo son su esposa e hijos, pero que él se ve muy reflejado en un sobrino: "Es un vicioso de los cochecitos".
"Un año después de que empecé a vender, la venta estuvo muy floja. Me dieron ganas de tirar la toalla porque después de tanto utilizar el método científico para elaborar proyectos en la escuela, sentía que mi labor como vendedor de juguetes y baratijas no tenía nada de productivo para el país y que mi vida no estaba tomando el rumbo que yo quería. Pero después de platicar con mis amigos-clientes, me dijeron que estaba equivocado, que ellos no tenían tiempo con sus trabajos de buscar lo que les hacía feliz y que yo se los acercaba. Poco a poco entendí que mi labor es parecida a la de un hacedor de sueños, porque en ese juguete u objeto que me compran mis amigos, se llevan con una sonrisa experiencias y recuerdos que sólo ellos conocen", finalizó.
Fotografía antigua: Bob Schalkwijk Photography, Colección Villasana-Torres.
Fuentes: Alfonso Martínez Sánchez y Abraham Vargas. Artículos “Alistan la Alameda para Santa y los Reyes Magos” de Johana Robles, “Reyes Magos reciben hasta vales de despensa”, "Arranca la romería en la Cuauhtémoc" de Diana Villavicencio y "Desolada, romería de los Reyes Magos" de Erick Miranda, EL UNIVERSAL.