Texto: Karen Esquivel
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El 28 de mayo de 1942 México declaró por primera vez en su historia la Guerra. El enemigo fue el Eje conformado por Alemania, Italia y Japón durante la Segunda Guerra Mundial. El motivo fue el hundimiento de dos barcos petroleros mexicanos por proyectiles alemanes: Potrero del Llano y Faja de Oro que abastecían a los Estados Unidos, el 13 y 20 de mayo de aquel año.
El entonces presidente Manuel Ávila Camacho dijo en aquel discurso que se presentaba a cumplir “el más grave de los deberes que incumbe a un jefe de Estado: el de someter a la representación nacional la necesidad de acudir al último de los recursos de que dispone un pueblo…ninguna consideración detuvo a los agresores. Ni la neutralidad del país al que la nave pertenecía, ni que ésta llevase todos los signos externos de su nacionalidad”, ni la humanidad de los que viajaban ahí dentro.
Fue hasta el 8 de mayo de 1944, que el gobierno mexicano anunció públicamente que soldados nacionales serían llevados a distintos frentes de batalla a mediados de julio.
Se creó entonces la denominada Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana (FAEM), mejor conocida como Escuadrón 201, conformado por al menos 300 hombres, integrado por elementos del servicio del Ejército con antigüedad y experiencia y jóvenes recién egresados de colegios militares y 62 civiles voluntarios que provenían de la Fábrica de Materiales de Guerra. Más tarde, en el campo de batalla, recibieron el sobrenombre de Las Águilas Aztecas.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Filipinas no era un país independiente. “Todavía éramos una colonia norteamericana, aunque teníamos un gobierno autónomo, Estados Unidos controlaba la política exterior y la política de la defensa de las islas”, explica el Embajador de la República de Filipinas en México, Eduardo José A. de Vega para EL UNIVERSAL.
El libro Escuadrón 201. México en la Segunda Guerra Mundial relata que una vez que el personal fue seleccionado, los integrantes del Escuadrón 201 “fueron despedidos (en México) con flores, abrazos y palabras de aliento tanto por sus familiares como por una multitud eufórica” el 24 de julio de 1944 en la estación de trenes de Buenavista, iban hacia Estados Unidos. Allá fueron entrenados en bases aéreas del estado de Texas para luego ir al campo de batalla, uniéndose al grupo número 58 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, a cargo del general Douglas MacArthur en el Pacífico.
Partieron, inicialmente, a la ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas, para llegar a Texas en donde fueron recibidos por autoridades civiles de aquella población estadounidense y por una banda militar de aquella nación que interpretó la pieza del compositor mexicano Genaro Codina, “La marcha de Zacatecas”, la cual, por cierto, fue confundida por los que tocaban como el Himno Nacional Mexicano.
Luego de siete meses de preparación en Texas concluyeron su adiestramiento en febrero de 1945. En esta etapa al menos dos murieron y los que se graduaron lo hicieron “con grado de excelencia”.
El arribo a Manila, Filipinas, y su actuación
Corría abril de 1945 cuando el Escuadrón 201 llegó por fin a tierras filipinas con el objetivo de combatir a las tropas japonesas. En el pueblo de Porac, durante la ceremonia de arribo a las seis de la mañana, la bandera mexicana ondeó por primera vez en su historia en otro país en tiempos de guerra. En aquella nación, los miembros de esta unidad fueron recibidos con mucha emoción, incluso la gente les llevó flores.
“Ahí se encontraba nuestra patria, su historia y el honor de toda una nación representada por su Ejército que contribuiría a la liberación de una nación hermana y a la derrota de una de las potencias del Eje, para restaurar la paz mundial; ideales por los que estábamos dispuestos a dar la vida de ser necesario”, se detalla en el libro en voz del sargento 2° Fernando Nava Musa.
Desde entonces y debido al esfuerzo de Nava Musa, por decreto gubernamental nuestra bandera debe ondear a media asta cada 2 de mayo, como un homenaje y un recuerdo de la participación del Escuadrón en la Segunda Guerra Mundial, una acción que continúa realizándose.
El embajador José A. de Vega refiere que en Porac, “los ancianos todavía recuerdan a los mexicanos que fueron allá”.
El embajador de la República de Filipinas en México, Eduardo José A. de Vega recuerda que en una de las reuniones en las que estuvo presente con algunos miembros del Escuadrón 201, “un veterano comentó que cuando los llamaron pensaron: 'por qué voy a luchar contra Japón, si no me hicieron nada. Pero las palabras del presidente Ávila Camacho fueron muy inspiradoras, quien mencionó que ese era un compromiso que México debía tener'”.
“El público, los barrios, los recibieron con flores porque los filipinos ya estábamos bajo el control de los japoneses, pero se sabía que eso iba a cambiar porque los estadounidenses ya habían controlado Manila y poco a poco se iban a despachar a los japoneses, por eso los recibieron bien”, detalló el embajador De Vega.
Su misión consistió, además del avistamiento de las posiciones enemigas, en “la destrucción de puestos de artillería enemiga y en apoyar a las operaciones de las tropas Aliadas que combatían en tierra”, según se narra en el libro, para consolidar la liberación de Filipinas. Su área de acción fue Porac, un pueblo en la provincia de Pampanga, a una hora y media al norte de Filipinas.
De Acuerdo con archivos del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), el Escuadrón 201 realizó 96 misiones en compañía de Aliados de la Segunda Guerra Mundial, lanzó 252 bombas de propósito general y voló mil 966 horas en zonas de combate.
La participación de los mexicanos en la Segunda Guerra Mundial fue de tan solo 7 meses en comparación de los seis años que sostuvieron otras naciones como Estados Unidos, Alemania y Japón; sin embargo, representó una ayuda importante para Filipinas, como lo comentó el cónsul de Filipinas en México, “seguro salvaron muchas vidas”.
Pancho Pistolas como su emblema
El teniente miembro del Escuadrón, Miguel Moreno Arreola, fue quien eligió a un personaje animado de la película Los Tres Caballeros de Walt Disney como la representación de la unidad mexicana, latinoamericana y estadounidense en la Batalla de Luzón.
De Vega comenta que en su país muchos niños habían visto la película de la productora estadounidense por lo que relacionaban a los miembros del Escuadrón con el personaje de Pancho Pistolas.
Este personaje era un gallo mexicano, amigo del Pato Donald, quien junto con Pepe Carioca, daban vida a Los Tres Caballeros, la cinta fue estrenada en 1944 con el objetivo de conseguir el apoyo político de los países latinos hacia Estados Unidos ante la conflagración.
Pancho, como buen mexicano, se distinguía por ser muy alegre, le gustaba cantar en las fiestas tradicionales mexicanas, usando traje charro, sombrero y cargando un par de pistolas que traía a los costados para disparar cuando quisiera.
La bienvenida a México
Después que el ejército japonés se rindió el 2 de septiembre de 1945, el Escuadrón 201 regresó a México. El expresidente Ávila Camacho los recibió con todos los honores de héroes de guerra, también recibieron reconocimientos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y del país filipino.
Los integrantes del batallón fueron ascendidos al grado inmediato superior y les otorgaron la medalla Servicio en el Lejano Oriente, Legión de Honor de México, Medalla de la liberación de la República Filipina, con gafete de recomendación presidencial y algunas condecoraciones de Estados Unidos como Eficiencia del Ejército, Eficiencia de la Fuerza Aérea, Campaña de Americana, Campaña Asia-Pacifico, y Victoria de la Segunda Guerra Mundial.
El embajador De Vega contó que incluso “el general estadounidense, Douglas MacArthur, los alabó porque tuvieron una participación importante. Nadie diría que sin los mexicanos no hubiéramos ganado, pero ayudó mucho porque sus misiones salvaron vidas”.
La mañana del domingo 18 de noviembre de 1945, los “aguiluchos”, como fueron bautizados popularmente, eran esperados en la Ciudad de México por centenares de hombres, mujeres y niños que se arremolinaban en la estación Central de Buenavista, EL UNIVERSAL así narraba aquel día de júbilo:
“Llegaron los héroes llenando la ciudad de aplausos… Trescientos jóvenes volvían del trágico teatro de la guerra donde también quedó la sangre mexicana como símbolo de un destino cumplido. Ya estaban aquí, aquietando la angustia de sus seres cercanos y algunos pudieron, aún de prisa y emocionadamente, abrazar a los suyos al descender del convoy, porque antes debían recibir el gran abrazo, el aplauso popular, los vivas de todo México, que supo tapizar de flores y cariño el trayecto de los morenos aguiluchos de la Estación al Palacio Nacional”.
El Gran Diario de México reportaba en su primera plana todos los detalles sobre el arribo de los héroes nacionales. Del tren, la primera figura en distinguirse fue la del general Antonio Cárdenas Rodríguez, quien después del protocolo militar sostuvo un micrófono para agradecer a los asistentes y a todo el país: “Querido pueblo de México, -empezó diciendo con voz incapaz de disimular la emoción-, en nombre de los Jefes, Oficiales y Tropa Expedicionaria a mis órdenes, entrego nuestro mejor y más conmovido saludo y agradezco estas demostraciones de simpatía y de cariño que hoy ustedes nos brindan”.
“Cubriendo los aires con confetti, serpentinas y mensajes, el pueblo recibió a nuestros héroes, miembros de las Fuerza Aérea Expedicionaria, durante el recorrido que hicieron a bordo de sus propios “jeeps, desde la Estación Central al Zócalo”, relatan las crónicas escritas.
Recuerdos del Escuadrón en la ciudad
De acuerdo con el autor del libro “Escuadrón 201”, Rolando Niquet, “se estima que la participación de la FAEM durante la liberación del archipiélago filipino causó más de 30 mil bajas a las tropas japonesas”.
En el 2012 al Escuadrón 201 se le otorgó la máxima condecoración militar que da el gobierno filipino: la Legión de Honor de las Filipinas por la entonces presidenta Gloria Macapagal-Arroyo.
“Porque sabemos que fueron héroes y ella como presidenta tenía mucho interés en reivindicar los lazos filipinos con México, Latinoamérica y España”, agregó el diplomático de Filipinas en México.
Otros de los homenajes que se han hecho para que siga vivo el recuerdo de esta unidad se encuentra, en el Bosque de Chapultepec, el Mausoleo de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana en donde se encuentran los restos mortales de dos de los cinco pilotos fallecidos en combate: capitán Pablo Ruiz Rivas Martínez, teniente José Espinoza Fuentes, teniente Héctor Espinoza Galván, subteniente Fausto Vega Santander y subteniente Mario López Portillo.
Además, en la delegación Iztapalapa se encuentran tres elementos que honran la memoria de este suceso: el Monumento al Escuadrón 201, la estación del Metro Escuadrón 201 de la línea 8 y la colonia que recibe el mismo nombre dentro del perímetro.
Cordial relación México-Filipinas
Un año después de la guerra, en 1946, México y Filipinas volvieron a estrechar sus relaciones entrando en comunicación. “Para Filipinas es un honor que México decidió participar allá, en nuestra parte de la Tierra”, comentó el embajador De Vega.
Como en México, en la capital de Filipinas se encuentra un Monumento al Escuadrón 201 que es un águila devorando una serpiente que dice: “los componentes de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana. Escuadrón de pelea 201 dedican este monumento a los hermanos caídos en cumplimiento de su deber”.
Este monumento edificado por los mismos combatientes en 1945- y que sigue en pie-, atribuye el embajador, es una evidencia del respeto y aprecio que se tiene por México.
La foto comparativa antigua corresponde justamente a este monumento erigido por los propios combatientes en Manila, Filipinas. La imagen reciente donde aparece el presidente Enrique Peña Nieto, en Manila, es de Presidencia de la República, año 2015.
Fotos antiguas: Colección Villasana- Torres y Archivo EL UNIVERSAL.
Fuentes: Libro “Escuadrón 201. México en la Segunda Guerra Mundial” de Rolando Niquet Lagunes, editorial Trillas. Página oficial del Escuadrón 201. Archivos del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones. Secretaría de la Defensa Nacional. Entrevista con el cónsul de Filipinas en México, Eduardo José A. de Vega.