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Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Fotografía comparativa actual: Claudia Ochoa
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
Hasta los años treinta, el primer cuadro capitalino lucía completamente distinto al que conocemos. Además de las jardineras y fuentes sobre la plancha del Zócalo, frente a la Catedral Metropolitana se encontraba el Portal de las Flores y el Antiguo Palacio del Ayuntamiento -que aún existe-, separados por una angosta calle conocida como Callejón de la Diputación o simplemente “La Callejuela”, que iba de las actuales Plaza de la Constitución hacia Venustiano Carranza.
Tomando en cuenta las crecientes necesidades viales de la ciudad, el presidente Abelardo Rodríguez decretó, el 14 de diciembre de 1933, la ampliación de "La Callejuela" y con ello la construcción de la Avenida 20 de Noviembre. "A fin de darles mayor vida a las arterias que corren de oriente a poniente dentro del sector comprendido entre la Plaza Mayor y la Calzada de Chimalpopoca, facilitando la comunicación con la parte sur de la Ciudad", de acuerdo a lo reportado por la Revista "Arquitectura y Decoración".
En el Decreto Presidencial se indicó que la avenida correría de la Capilla de Concepción Tlaxcoaque a la Plaza de la Constitución, tendría un ancho de 37 metros en su primer tramo (Zócalo-Venustiano Carranza) y de 27 metros en el restante (Venustiano Carranza-Tlaxcoaque) y, como parte fundamental para el embellecimiento de la capital, al centro de su traza reluciría la Catedral Metropolitana, "que indudablemente es en su género el edificio más hermoso de toda América".
Para lograrlo fue necesaria la demolición de más de una decena de inmuebles, como el Portal de las Flores que fue sustituido por una réplica del Antiguo Palacio del Ayuntamiento para oficinas del gobierno capitalino y otros tantos fueron recortados parcialmente, como la Iglesia de San Bernardo.
Asimismo, el gobierno de aquella época afirmó que la Avenida 20 de Noviembre favorecía al comercio local y nacional, ya que las rutas comerciales no fluían de manera óptima y que el congestionamiento vial se traducía en pérdida de dinero para todos aquellos que proveían a la ciudad desde diferentes partes del país. Fue inaugurada de manera oficial en 1936, pero los trabajos de construcción finalizaron en años consecuentes.
La llegada del siglo XXI
La avenida no tardó en ocupar un puesto de relevancia en la jerarquía vial citadina. Desde su inauguración ha sido protagonista en eventos gubernamentales, se flanquea de banderas extranjeras para reuniones diplomáticas, se llena de color cuando se le ilumina o adorna con motivos de las fiestas patrias, época decembrina o eventos especiales, como en las Olimpiadas celebradas en la capital en 1968.
Sin embargo, hacia 1992 el cronista Guillermo Tovar de Teresa abordó de manera crítica en su libro “La ciudad de los palacios: crónica de un patrimonio perdido”, la funcionalidad de la Avenida 20 de Noviembre.
Dentro de sus páginas afirmó que esta avenida no sólo había significado una gran pérdida de identidad para la ciudad, sino también una excusa perfecta para que gobiernos posteriores optaran por demoler patrimonio arquitectónico con la finalidad de privilegiar al tránsito vehicular. A su vez, mencionó que en esos años ya existían propuestas para hacer de la Avenida 20 de Noviembre una gran calle peatonal, lo cual consideraba un error ya que:
"De hacerse, 20 de Noviembre quedará, al igual que la Calle de Leandro Valle, como la avenida que no va a ningún lado ni viene de ningún otro. Concebida como si el progreso consistiera en la tarea de facilitar a cualquier costa el tránsito de los vehículos. 20 de Noviembre hace que la ciudad de México se parezca menos a aquella que mereció el nombre de Ciudad de los Palacios y mucho menos a París, perdiendo otro tanto de su fisonomía original, sin siquiera lograr la imitación de una ajena“, sentenció.
Veinticuatro años después, la declaración de don Guillermo parece un déjà vu. En diciembre de 2014 la Autoridad del Espacio Público (AEP) anunciaba la puesta en vigor del proyecto "Mi Calle", en el que dos de los cuatro carriles de la Avenida 20 de Noviembre, en su tramo de Izazaga al Zócalo, serían convertidos en espacios públicos con macetones, sillas, mesas y sombrillas para el descanso de los visitantes del Centro.
La coordinación de la AEP explicó que el proyecto estaría a prueba por tres meses y en caso de ser exitoso, se replicaría en otras calles. El proyecto sigue vigente y desde febrero de 2015 se implementó el proyecto "Mi Plaza", que consiste en hacer de la Avenida 20 de Noviembre una calle peatonal desde Venustiano Carranza al Zócalo, sólo los domingos de ocho de la mañana a ocho de la noche.
Pocos meses después, el proyecto "Mi Calle" tomaba otro carril de la avenida para dar vida a la ciclovía del Centro, que corre de la calle Nezahualcóyotl a la Plaza de la Constitución. De acuerdo con lo reportado en el Proyecto del Presupuesto de Egresos para el Distrito Federal para el Ejercicio Fiscal 2016, la cantidad de dinero necesaria para el funcionamiento de dichos proyectos ascendía a los 30 millones de pesos:
Para el programa “Mi Calle” "se consideran 18.0 mdp, los cuales se destinarán para realizar una serie de intervenciones, las cuales consisten en lo siguiente: Reconfiguración geométrica. Arbolado/jardinería. Mobiliario urbano y señalización", mientras que para Mi Plaza "se proponen 12.0 mdp para adquirir 100 mesas, 400 sillas y 100 sombrillas para fortalecer la provisión o rehabilitación del equipamiento y mobiliario urbano para contribuir a conservar y mejorar la imagen urbana en la Delegación Cuauhtémoc".
Caminando sobre la avenida, EL UNIVERSAL se acercó de forma breve con transeúntes, policías de tránsito y personas tomando asiento en las mesas ya mencionadas. Las opiniones sobre cómo luce la vía son diversas, a algunos les parece “fantástico” tener un lugar donde descansar después de las compras en el Centro, teniendo de fondo un concierto que también contempla el programa “Mi Plaza”, ese domingo era de son jarocho.
En cambio, para automovilistas y policías de tránsito, el recorte de carriles ha significado un caos debido a la saturación vial, al reordenamiento en el sentido de las calles cuando 20 de Noviembre se debe de cerrar y por ende, un continuo suplicio para el flujo vehicular del primer cuadro citadino.
Sobre el origen de la avenida, la mayoría de los testimonios fueron de sorpresa. Muchos de ellos miraban atónitos las fotografías de un Zócalo rodeado de edificios y lleno de jardineras, aunque también admitieron que no se imaginan a la Ciudad de México sin 20 de Noviembre
Para septiembre de este año, aproximadamente 80 cortinas de los locales de la vía fungieron como lienzos pictóricos y ahora cuentan, en su mayoría, con coloridos retratos inspirados en la cultura e imaginario nacional. Este proyecto se llevó a cabo bajo la batuta del Fideicomiso del Centro Histórico (FCH), quien convocó a artistas urbanos de la capital y el país, para que se sumaran al esfuerzo de recuperar espacios públicos, en colaboración del gobierno capitalino.
Según lo dicho por el director del FCH a nuestra compañera Abida Ventura, el trabajo implicó “sentarse con los locatarios y convencerlos para que sus espacios fueran intervenidos con arte urbano y grafiti, expresiones normalmente asociadas al vandalismo”. A manera personal nos preguntamos si en esas pláticas se tuvo la oportunidad de que los locatarios contaran sobre el origen de sus comercios, ya que predominan las Catrinas en locales cuyo giro es la zapatería o perfumería.
Las intervenciones sobre la Avenida 20 de Noviembre se han justificado de manera cíclica con “mejoramiento vial”, “recuperación del espacio público”, “dar prioridad al peatón”, “embellecimiento del Centro Histórico” o “prevención del patrimonio”, lo que resulta una ironía ya que su construcción requirió demoler inmuebles coloniales y abrir al tránsito vehicular un Zócalo principalmente peatonal.
Se debe de analizar cuidadosamente el destino de esta arteria, ya que es tan relevante para la ciudad que cualquier cambio, la perjudicaría completamente: cerrando una vialidad, otras más colapsarían. Lo cierto es que sin esta vía, el Centro de la ciudad se sostendría en hilos…
Fotografía antigua: Colección Villasana - Torres.
Fuentes: Revista "Arquitectura y Decoración" del Órgano de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos Núm. 7, mayo 1938. Libro “La ciudad de los palacios: crónica de un patrimonio perdido” de Guillermo Tovar de Teresa, 1992. Artículos: “Convierten carriles de 20 de noviembre en peatonales” (16/12/2014) y “Confinan un carril de 20 de Noviembre para ciclistas” (21/05/2015) de Gerardo Suárez; “Artistas y grafiteros toman el Centro” (09 septiembre 2016) de Abida Ventura, EL UNIVERSAL. Proyecto del Presupuesto de Egresos para el Distrito Federal para el Ejercicio Fiscal 2016, Gobierno de la Ciudad de México.