Texto: Grisel Meléndez
Fotos actuales: Xochitl Salazar
Diseño web: Miguel Ángel Garnica

Al acudir a una función de circo, después de algunas acrobacias en el aire y el número de los payasos, llegaba la hora que muchos esperaban: el número de los tigres. Una reja que rodeaba la pista separaba a los felinos del público que se mantenía al borde del asiento viendo cómo el domador los hacía pasar por un aro o subir y bajar de un peldaño.

Pero estos no eran los únicos animales que se presentaban en la función, también había elefantes que elevaban una pata como saludando al público, se hincaban o mantenían su gran peso sobre una extremidad. No hay que olvidar a los caballos y ponis que usaban un vestuario muy sofisticado y lleno de lentejuelas, o a los perros amaestrados; también llegaron a presentarse osos y hasta gorilas. Pero eso era antes, luego de que entrara en vigor la nueva ley de circos sin animales en la Ciudad de México, en 2015, cuando los espectáculos circenses cambiaron.

¿Palco, luneta o gradas? Era la pregunta que siempre hacían en las taquillas cuando se iba a comprar un boleto para la función, al entrar y tomar el lugar correspondiente solo quedaba esperar, las palomitas no podían faltar para disfrutar del espectáculo. Las luces se apagaban y se escuchaba una voz que decía: “Tercera llamada, tercera. ¡Cooomenzamos!”. Reflectores de colores iluminaban la pista, la función había empezado.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

¡Primera llamada, primera! Los primeros circos fijos

Estos espectáculos han sido una de las diversiones más populares a nivel nacional e internacional. En el México del siglo XIX las calles eran los escenarios de malabaristas, contorsionistas y payasos que se esmeraban por hacer reír a su público.

El Circo Olímpico de José Soledad Aycardo fue el primer circo mexicano que nació en 1841 y que se presentó por más de 25 años. Su propietario era titiritero, payaso, acróbata y ecuestre; es decir, que realizaba actos con caballos como saltos o guiar al equino en alguna rutina.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

Los circos comenzaron a elevar su popularidad cuando en 1864 el italiano Giuseppe Chiarini innovó la industria con actos internacionales como la presentación del baile can can, también fue el primero en usar alumbrado con gas e instalar un circo-teatro fijo construido en madera. El 17 de octubre de 1864 debutó en el zócalo capitalino con una función en la que se presentaron 15 caballos y 20 artistas en escena.

Los segundos en construir un circo-teatro fijo en México fueron los hermanos Orrin originarios de Inglaterra y que en 1881 instalaron en la Plazuela Villamil (donde ahora se encuentra el Teatro Blanquita) su espectáculo con pantomimas, escenarios lujosos, actos en barras y la presentación del famoso payaso Ricardo Bell. Los Orrin fueron los primeros en usar alumbrados eléctricos. Se presentaron durante 26 años en la Ciudad de México.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

El programa de estos circos (Chiarini y el Orrin) consistía de 17 números y de los más vistos era el trampolín con 20 árabes y el combate de las amazonas

¡Segunda llamada, segunda! La Revolución favorece a los circos nacionales

Después de iniciar la Revolución Mexicana la llegada de los circos extranjeros se interrumpió y gracias a ello la industria circense nacional comenzó a crecer, un ejemplo de ellos es el famoso Circo Atayde que ha hecho presentaciones desde hace 128 años.

Mazatlán, Sinaloa, fue el lugar donde la carpa de los hermanos Aurelio, Patricia y Andrés Atayde Arteche se elevaba en aquel 1888.

El Circo Atayde Hermanos rebaso fronteras y en 1927 los hermanos triunfaron en sus presentaciones por Europa, incluso ganaron un lugar en el libro de Récords Guinness por un acto acróbata realizado por Andrés, uno de los hermanos, quien saltó de la primera a la tercera barra dando dos giros y medio en el aire.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

Para ese entonces en la capital de Chihuahua ya había surgido, desde 1913, el Circo Modelo de Francisco Beas, el empresario se inspiró en el modelo estadounidense utilizando tres pistas y fusionando los actos circenses con juegos mecánicos y teatro. En las funciones Prince, un mono y Katinka, una osa, eran parte del espectáculo, ambos acompañados por sus domadores.

En el libro La fabulosa historia del circo en México y la revista Luna Córnea se menciona que el circo del señor Beas fue apoyado por Pancho Villa, pues al Centauro del Norte le gustaban los actos circenses. A finales de 1913 el revolucionario donó 23 vagones de ferrocarril como muestra de agradecimiento después de que el Circo Modelo ofreciera funciones gratuitas para los revolucionarios.

Después de un par de décadas fuera del país el Atayde regresó a la Ciudad de México. Su primera función fue el 1 de febrero de 1946, desde ese entonces y hasta la fecha la empresa se ha dedicado a dar espectáculos para las familias mexicanas y no es raro que se acompañen de artistas internacionales.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

Otro de los circos de renombre en México es el de los hermanos Fuentes Gasca: el Circo Unión, fundado en 1938 por María Luisa Gasca y Jesús Fuentes Zavalza, de esta pareja nacieron 13 hijos y todos ellos fueron parte del circo. El Circo Unión se trasladaba en convoyes de carga en el ferrocarril y fue hasta 1946 cuando pudieron comprar su primer camión.

En 1968 se anunciaban como el circo más grande y moderno de América Latina y en 1984 adquirieron la primera parte del terreno en Buenavista, donde se presentan hasta la fecha. En 1987, Gustavo Fuentes Gasca incorporó a las funciones al Circo Chino de Pekín, número que obtuvo gran impacto ante el público.

El Circo Hermanos Vázquez se presentó por primera vez en la Ciudad de México en 1969, pues antes estuvo en Texas bajo el nombre de Circo Vázquez Hermanos; en 1986 hizo una presentación en el Zócalo capitalino, evento que se repitió en el año 2002.

Tercera llamada, tercera… ¡Comenzamos!  El arte de domar a las bestias

Los actos con animales eran la máxima atracción con la que contaban los circos, lo que atraía a cientos de espectadores. Los que asistimos al circo con la emoción de ver el espectáculo de los tigres de bengala, no olvidamos la adrenalina que se sentía cuando personal encargado salía a la pista y colocaba rápidamente las rejas que la rodeaban para que los imponentes felinos salieran uno a uno seguidos por su domador.

Otro momento que quedaba en la memoria era cuando podías tomarte una foto arriba de un elefante, subir por una escalera y sentir su piel áspera con pequeños pelos que parecían espinas.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

En entrevista para El UNIVERSAL, el domador José Manuel Lam, de 19 años de edad, nos contó cómo fue para él la vida en el circo y qué opina de los ahora circos sin animales.

José Manuel inicia la conversación diciendo que “para ser domador tienes que empezar desde abajo, desde limpiarles el corral, darles agua y comida, ver cuando están enfermos tiene que ver todo”.

Desde que nació, José Manuel tuvo contacto con la vida circense, siempre viajó con su familia por toda la República presentando funciones en el circo familiar, instruido por su padre, comenzó su entrenamiento como domador de animales cuando tenía ocho años, como se puede apreciar en la imagen principal del texto. Su primera presentación fue a los 12 años en Gómez Palacio, Coahuila, con el circo Johnny Lam.

“Siempre me han gustado los animales y desde chiquito me tocó ver, con el número de mi papá que era con tigres, como se criaban y todo; vivían prácticamente ahí con nosotros, pero solo cuando estaban cachorros, ya de grandes tenían sus jaulas”.

Juan Manuel Lam, papá de nuestro entrevistado, era dueño del circo Johnny Lam que estuvo en funcionamiento por 10 años aunque él llevaba alrededor de 30 años trabajando con animales; inició a los 12 años, cuando se escapó de Colima, su estado natal, para viajar con el circo, su labor era vender palomitas, desde ese momento decidió que se dedicaría al arte circense.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

King, el único gorila que se presentó en un circo en América Latina

El papá de José Manuel empezó realizando actos con chimpancés, de hecho fue la única persona que metió un gorila en la pista de un circo en América Latina. Su nombre era King y lo obtuvieron desde que era pequeño. El acto se presentó en circos como  Hermanos Vázquez y el Circo Unión. El circo Johnny Lam se presentó por diversos estados de la República Mexicana, principalmente en el norte.

En un día de entrenamiento, José Manuel tenía que levantarse a las siete u ocho de la mañana, alimentar a los animales y dejarlos descansar de dos a tres horas para poder continuar con el ensayo diario. Cuando algún animal se equivocaba en la realización del ejercicio se practicaba nuevamente.

Quince tigres blancos —que cuidaron desde cachorros— así como caballos, dromedarios y llamas, eran algunos de los animales que eran parte del show.

“Para entrenar a un tigre teníamos que estar ahí con ellos desde que tenían cuatro meses, dándoles la comida y todo para que no les dé desconfianza y te vayan a rugir o morder, así se van acostumbrando a que estés con ellos. Los tigres son animales salvajes y debíamos tener más respeto, porque por más que los tengas domesticados les puede salir el instinto y no es culpa de ellos, es culpa nuestra”.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

Cuando alguno de los tigres “se ponía bravo” antes de la función decidían que era mejor no sacarlo para evitar accidentes, que afortunadamente nunca ocurrieron.

“Desde la mañana tú te das cuenta, si ves que al tigre tantito le hablas y ya te quiere comer; ese día no lo sacábamos a la pista. Con los caballos es diferente porque todavía los puedes forzar tantito, si ves que de plano no mejor lo pones a correr hasta que se calme”, cuenta José Manuel.

En todas las funciones Juan Manuel, padre de nuestro entrevistado, trabajaba con los tigres y José Manuel con los animales de pesuña; los caballos son su especialidad. El espectáculo que presentaba tenía levadas (que consisten en la elevación del equino apoyado en las patas traseras y doblando las patas delanteras suspendidas en el aire), cabriolas (que es cuando el animal se impulsa en el suelo para dar un salto y cuando está en el aire cocea; es decir, hace un movimiento brusco con las extremidades traseras, y al mismo tiempo pliega sus extremidades delanteras); piruetas entre otros ejercicios de alta escuela.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

—¿Cómo era un día de entrenamiento antes de la función?

—En la mañana los alimentábamos y los dejábamos reposar, entrábamos a la pista a hacer una rutina de la que hacían todos los días en la función y los corríamos un poco para que se ejercitaran al mismo tiempo. Normalmente terminando el ensayo los bañábamos, dependiendo si estaban sucios o no, y después estaban sin hacer nada por seis horas con agua y comida. Media hora antes de la función se les quitaba la comida, se les vestía, limpiaba y se arreglaban sus cascos. Esperábamos a que empezara el número y de la cortina para adentro hacían su trabajo, terminando el número se les quitaba todo y si había otra función se volvían a arreglar. Al finalizar las funciones del día iban derechito a sus corrales donde ya tenían agua y comida. En la noche se les limpiaba el corral otra vez y les poníamos aserrín nuevo y a dormir.

La presentación que más recuerda fue en el Circo Atayde, último circo donde él y su padre trabajaron, pues en un principio a José Manuel no le gustaba salir a la función porque le daba pena presentarse ante la gente, él se encargaba de entrenarlos y los cuidaba, pero no le gustaba salir a la pista.

“Recuerdo mucho una función en el Circo Atayde que me marcó mucho porque yo vi al señor Alberto trabajar sus caballos y me quedé ilusionado; fue cuando decidí salir a la pista, me puse las pilas y a ensayar porque quería ser como ese señor”, relata.

Por eso, José Manuel dice que se lleva muy bien con los dueños del Atayde, sobre todo con el señor Alberto Atayde, pues fue él quien los contrató a él y a su papá para trabajar en el espectáculo con animales.

José Manuel y su papá estuvieron en una temporada de invierno y una de vacaciones en el Circo Atayde, en las últimas funciones con animales. En todas las presentaciones que realizaron los animales siempre fuero propiedad de los Lam.

Después de entrar en vigor la ley que prohíbe los animales en el circo, los tigres que poseían fueron llevados a una bodega en Tizayuca, Hidalgo, donde ahora reside la familia Lam. Ahí estuvieron hasta que ya no pudieron hacerse cargo de ellos y se vieron en la necesidad de venderlos, a excepción de uno que conservan junto con siete caballos árabes, tres ponis y un percherón.

“Gracias a dios todavía puedo trabajar con mis caballos de vez en cuando en las ferias con un espectáculo ecuestre”.

Para José Manuel es importante que a los animales se les dé un trato digno. “Me llegué a pelear con mucha gente del circo porque no les daban el trato correcto a los animales, el que merecen porque son seres vivos”. Y aunque él puede seguir trabajando algunas veces con sus caballos, otros de sus amigos, que al igual que él eran domadores, no corrieron con la misma suerte.

La función debe continuar…sin animales y con nuevas atracciones

El 8 de julio de 2015, la industria circense sufrió una baja al entrar en vigor la Ley General de Vida Silvestre que prohíbe el uso de animales en circos en la Ciudad de México.

Esta ley causó polémica entre quienes estaban a favor de los números con animales y de quienes criticaban el mal trato que, aseguraban, sufrían las bestias en estos lugares.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

La ley sin animales en la ciudad de México ha hecho que varios circos implementen nuevos actos, como Truxon el gorila robot de aproximadamente nueve metros de altura que se presentó en el Circo Atayde. Otro ejemplo es el Slava´s Snow Show un espectáculo proveniente de Rusia donde los payasos son los protagonistas, aquí el lenguaje no es un impedimento para entretener al espectador, pues no se usa un lenguaje verbal y en él los artistas interactúan con su público yendo hasta sus butacas. O el Cique du Soleil que basa sus funciones en acrobacias realizadas por artistas de diferentes partes del mundo, contorsionistas, payasos, un juego de luces y música que acompaña los actos, así es como la función debe continuar.

El niño que creció junto a los animales de un circo
El niño que creció junto a los animales de un circo

Fotos antiguas: Archivo de  EL UNIVERSAL y cortesía de José Manuel Lam.

Fuentes: Libro La fabulosa historia del circo en México de Julio Revolledo Cárdenas, revista Luna Córnea 29. Maravilla, entrevista con el domador José Manuel Lam, libro Seis siglos de historia gráfica de México, tomo 4 de Gustavo Casola.

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