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“El significado se lo da la gente”, dice el agente J.A. Hernández del cuerpo de seguridad perteneciente a la delegación Coyoacán, que hace su base en una de esas figuras, la que tiene el nombre de “Las tres gracias”. “Alguno de los turistas que la visitaba me dijo que simbolizaba la infidelidad, que era la pareja y al tercero en discordia”, relata al tratar de explicar sobre la escultura. “Me dijeron que lo buscara en internet, que ahí estaba su significado pero la verdad no la he buscado”.
Sin embargo, “Las tres gracias” distan mucho de representar la infidelidad. Esta escultura es la estación tres de la Ruta de la Amistad —un recorrido de 19 magnas esculturas realizadas para los Juegos Olímpicos de México 68— y fue elaborada por el artista checoslovaco Miloslav Chlupac; está conformada por tres columnas de 12.5 metros de colores rosa y lila que días antes de finalizarse su construcción fueron pintada con consignas durante un mitin estudiantil, en coincidencia con la invasión de Checoslovaquia por parte de la Unión Soviética.
Originalmente, esta ruta constaba con una longitud de diecisiete kilómetros y diecinueve esculturas distribuidas cada kilómetro y medio a lo largo de Anillo Periférico, dando pie a que diferentes paisajes se dibujaran detrás de ellas: desde un valle de piedra volcánica, resultado de la emanación del Xitle de hace dos mil años, hasta los campos rurales de siembra y pastizal que se extendían tranquilamente por la zona de Cuemanco. Otras tres esculturas, dando un total de veintidós, se instalaron en lugares representativos de los olímpicos: el Estadio Azteca, el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria y el Palacio de los Deportes.
La Ruta de la Amistad formó parte de las llamadas Olimpiadas Culturales. Inauguradas la noche del 19 de enero de 1968 en el Palacio de Bellas Artes. Las olimpíadas buscaban rescatar la antigua tradición griega que daba énfasis tanto al cultivo del alma como al del cuerpo, en donde eventos culturales se desarrollaban paralelamente a los encuentros deportivos.
Ángela Gurría, joven mexicana escultora, contó en la Revista Obras en mayo de 1974 que una de sus obras abre la ruta de la amistad: "Hoy en día la única solución de este arte está en la escultura urbana, lo demás me parece obsoleto y sin sentido. En las grandes ciudades el arte es tan necesario como la comida, de todas las artes plásticas me parece que solo la arquitectura y la escultura se sitúan en la plena realidad de la vida, en el cotidiano ajetreo, la escultura es un volumen maravilloso que debe ocupar un espacio determinado".
Asimismo el artista Mathias Goeritz en la misma publicación comentó: "significa que la obra artística sale del ambiente, del arte por el arte, y establece contacto con las masas por medio de conjuntos planificados con el fin de ayudar a convertirlos en la expresión espiritual necesaria de la sociedad moderna".
Nuestro país, siendo su precursor, dio inicio a una serie de festivales, exposiciones y reuniones en donde un sinfín de manifestaciones culturales como danza, música, poesía, escultura y pintura infantil provenientes de diferentes partes del mundo se dieron cita a lo largo de casi un año, finalizando el 31 de diciembre de 1968.
Incluso, en su época la Ruta de la Amistad fue el escenario de un video clip en el que apareció la famosa actriz Raquel Welch, quien bailó entre las esculturas de la ruta. El video se tituló "Space Girl Dance".
Así, entre tantos acontecimientos, hubo uno que obtuvo notoriedad por la magnitud que representaba. Se trataba de la Reunión Internacional de Escultores, el cual consistía en la realización de magnas esculturas cuyo destino no serían los museos, sino las mismas calles.
Se buscaba unificar a los escultores con planificadores, arquitectos e ingenieros para realizar la utopía de un camino que enlazara el arte, el deporte y la fraternidad internacional, cuyo fruto fue la Ruta de la Amistad. El responsable de la reunión fue el artista mexicano de origen alemán Mathias Goeritz con el apoyo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos.
La Reunión Internacional de Escultores fue inaugurada el 17 de junio de 1968 contando con la participación de diecinueve artistas más tres invitados especiales, que pertenecían a quince países de los cinco continentes. Entre ellos se encontraban diez europeos, ocho americanos, dos asiáticos, un africano y un australiano. La fructífera reunión dio lugar a veintidós extraordinarias esculturas que iban desde los seis hasta los veintidós metros de altura, en dónde la creatividad se dio lugar tanto en el diseño como en los materiales.
Por el arte en las calles
Pese a los ideales que dieron origen a este proyecto artístico que reunió a tan importantes figuras del arte en México, actualmente el paraje se ha modificado radicalmente: el valle se ha convertido en un frío y gris monstruo de concreto en dónde miles de automovilistas transitan día a día. Los campos se han transformado en edificios, paraderos y unidades habitacionales que se enmarañan con el smog citadino. De aquella Ruta de la Amistad que recorría una ciudad que transitaba de lo rural a lo urbano, sólo queda la añoranza, y por consiguiente las esculturas se vieron abandonadas.
Durante veinticinco años, las esculturas fueron condenadas al olvido. Víctimas de la misma modernización que las vio nacer, las figuras se vieron enredadas entre construcciones de segundos pisos y distribuidores viales, entre el descuido y el maltrato de la propia gente.
Incluso, Daniela Terroba Schlam, coordinadora de proyectos del Patronato Ruta de la Amistad A.C, reconoció en entrevista con EL UNIVERSAL: “Siempre veía las esculturas pero no sé, veía que estaban ahí pero no tenía idea de que eran parte de un conjunto escultórico. Creo que es generacional, un día vi que las movieron y bueno dije, ¿qué pasó?”
Así se inició su rescate. Luis Javier de la Torre González comenzó en 2004 con la titánica tarea. En entrevista con EL UNIVERSAL, el ahora presidente y fundador del Patronato Ruta de la Amistad A.C. comenta que fue un libro de Guillermo Tovar y de Teresa, un link sobre las olimpíadas del 68 y una situación familiar quienes lo motivaron a comenzar su misión en “un esfuerzo totalmente ciudadano”.
“Las esculturas se siguen y están en constante restauración, tuvimos que moverlas, cuando se construyó el segundo piso fue volver a empezar con diez obras, el trabajo no termina jamás porque las piezas están al aire libre y están en una ciudad que no tiene protección de absolutamente nada, es estar peleando para preservarlas y rescatarlas”, dice De la Torre.
Pero no todo se queda en las esculturas, el patronato se ha encargado de darle otro tipo de giro; por ejemplo, De la Torre comenta que también se ha emprendido un programa de rescate ecológico alrededor de las piezas, lo que les da un cambio radical. Daniela Terroba, por su parte, comenta que en la ruta se han realizado eventos de música, ciclos de cine, obras de teatro. ¿La finalidad? Que la gente, sobre todo las nuevas generaciones, la conozcan. ¿Se ha logrado? La respuesta quizá queda en el aire.
Aunque existen personas como el señor Manuel Cruz, quien desde hace siete años trabaja como encargado del mantenimiento de las esculturas. “Me dedico a darles pintura y jardinería. Lunes, miércoles y viernes me dedico a juntar la basura que se encuentra en las esculturas; el martes y los jueves a cebar y a sacar el pasto de los jardines. Voy de una en una y el señor Luis me da el plan de por cual comenzar”.
Además de esas labores, el señor Manuel cumple con la función de ser guía. “A veces doy los recorridos a los turistas y a gente importante que viene a visitarla, como al presidente de Japón”. De sus anécdotas recuerda que hace como seis años cuando hacía trabajo de jardinería en la estación de Australia encontró una orquídea. “Se llama Bletia urbana, de la cual hay muy pocas especies. La vendimos y nos dieron dos mil pesos por ella, estábamos muy contentos”.
De periférico a la realidad virtual
“Cuando era más chico y pasábamos por periférico, iba con mi hermano en el coche y siempre hacíamos una apuesta de haber quién se acordaba de cada una de las esculturas sin ver el nombre del país y se volvió un juego cada vez que pasábamos por ahí”, relata e Miguel Ángel Alva, director de mercadotecnia de Google México, en entrevista con EL UNIVERSAL, quien platicó sobre el proyecto de la Ruta de la Amistad en realidad virtual.
“A partir de una coincidencia en una entrevista de televisión en dónde Ricardo Zamora (Gerente de Comunicación de Google México) y gente del patronato de la Ruta de la Amistad, surge la idea de poder llevar la ruta a special collections con motivo de todo el trabajo que estaban haciendo ellos por darle mantenimiento” Nos comenta Alva, que con una satisfacción en el rostro “que mejor que la gente lo pudiera conocer en google maps, en esa herramienta que acceden desde la computadora o el teléfono, con una experiencia de 360°”.
Special collections, en voz del propio Miguel son, junto con Street view, “tecnologías que hemos dado a conocer hace algunos años en el país, particularmente cuando hablamos de special collections nos referimos a capturar espacios no abiertos al público o que forman parte de colecciones o de organismos o instituciones con las que se colabora para poder llevarlo a los mapas”. Con este proyecto se da a conocer uno de los grandes emblemas de las olimpiadas de 1968 desde una oficina en la Ciudad de México hasta en una recámara en Londres o un smarphone en Chile. Para ver la ruta, dar clic aquí.
Un recorrido poco alentador
Se desconocen las cifras de cuántas personas realizan el recorrido virtual de la ruta, pero hacerlo por medios tradicionales toma 30 minutos en automóvil y en bicicleta dos horas con todo y sus paradas obligatorias, recorriendo las 19 esculturas que se encuentran en Periférico, comenzando en el entronque entre Canal Nacional y Periférico Sur y terminando en Boulevard de la luz.
La primera parada, la estación diecinueve “Puerta del viento” realizada por la mexicana Helen Escobedo, mide 18 metros de altura y es de color azul verde en honor a los campos de alfalfa y el cielo azul que en aquella zona prevalecía en los sesentas. Ahora luce totalmente descuidada, con la pintura descascarada y al punto del colapso.
Don Gonzalo Rodríguez, checador del paradero de microbuses de Cuemanco, en entrevista con EL UNIVERSAL comenta que a la escultura no se le da mantenimiento desde hace año y medio. “Vienen los de parques y jardines del GDF cada año y medio o dos a pintarla, hace dos años sembraron maíz alrededor de la escultura pero no más no funcionó”.
La siguiente en el camino es la estación dieciséis “Francia” del francés Olivier Seguin, la única que no tiene a la vista la esfera con los datos que la caracteriza como parte de la ruta. También luce con la pintura descascarada y con unos tubulares rojos ajenos al modelo original. Las siguientes dos estaciones, el número diecisiete “Charamusca Africana” del marroquí Mohamed Melehi y la catorce “Tertulia de Gigantes” del holandés Joop J. Bejlon, se encuentran en jardines de Periférico sur dirección sur-norte, caracterizada por ser vía de alta velocidad. Es un poco complicado detenerse a admirarlas.
La siguiente parada es el trébol uno, dónde fueron reubicadas varias esculturas. Localizadas a lo largo de Periférico e Insurgentes Sur. El trébol cuenta con trece de las diecinueve esculturas de la ruta. La primera que salta a la vista de sur a norte es la estación once, “México”, realizada por el español José María Subirachs de color negro y detalles en gris. Se caminan algunos pasos y se encuentra con la estación dos “El ancla” del suizo Willi Gutmann, caracterizada por su azul intenso. Cuando se baja hacia la avenida de los insurgentes se encuentra con tres estaciones: la ya mencionada “Las tres gracias”, la estación doce “Janus” del australiano Clement Meadmore, un anillo de color negro, y la estación diez “Reloj Solar” del polaco Grzegorz Kowalski, conformada por siete conos de diferentes tamaños pintados en colores cálidos: amarillo, naranja y rojo.
A unos metros de distancia sobre Insurgentes hacia Cuicuilco se encuentran otras dos esculturas: la estación uno, “Señales”, de la mexicana Ángela Gurría y la estación trece, “Muro articulado”, del austro estadounidense Herbert Bayer. Ambas se encuentran entre jardines cercados y cerritos de tierra.
A unos metros más se encuentra la estación ocho, “Disco Solar”, del belga Jacques Moeschal, y que fue la imagen de la ruta con sus diecisiete metros de altura. Si se adentra a la Villa Olímpica se encontrara con la estación nueve, “Estados Unidos”, perteneciente a Todd Williams, caracterizada por su multicolorido.
Si se sube a Periférico dirección norte-sur, encontraremos cuatro esculturas más: la estación cuatro “Sol” del japonés Kiyoshi Takahashi, dos gigantes esferas de color gris; la seis “Torres del viento” del uruguayo Gonzalo Fonseca, que es la única escultura con la que se puede interactuar: se puede subir y bajar de sus escaleras y hasta jugar avioncito si así lo desea; la siete “Hombre de paz” del italiano Constantio Nivola, una escultura de color blanco con una paloma en la punta, la única pieza que cuenta con un andén para su acceso. La estación cinco se encuentra en el Boulevard de la luz, “El sol bípedo” del húngaro-francés Pierre Székely, la cual finaliza este recorrido.
Las tres invitadas ubicadas en los recintos deportivos se recorrieron por separado. El Estadio Azteca cuenta con la primera invitada: “Sol Rojo” del estadounidense Alexander Calder, la cual se convirtió en el símbolo del lugar. Por su parte, el Estadio de CU tiene la segunda invitada del mexicano Germán Cueto “Hombre corriendo” que pasa de inadvertida, incluso para los mismos trabajadores del lugar que no supieron dar razón de ella. Finalmente, en el Palacio de los Deportes se encuentra la tercera invitada, “Osa mayor” de Mathias Goeritz, a la cual es imposible entrar a observar; un policía se encarga de negar el acceso y sólo se puede contemplar desde la reja que rodea el palacio.
Así, después del recorrido una pregunta es inevitable: ¿Con este conjunto escultórico y artístico se logró el cometido por el cual nació: “Sacar el arte de las galerías y de los grupos de intelectuales para acercarlo a la gente”?
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Fotos antiguas: Archivo fotográfico El Universal.
Fotos de la restauración: Archivo fotográfico del Patronato Ruta de la Amistad A.C.
Fuentes: Entrevistas a Luis Javier de la Torre González, presidente y fundador del Patronato Ruta de la Amistad A.C.; Daniela Terroba Schlam, Coordinadora de proyectos del Patronato; Miguel Ángel Alva, Director de Marketing en Google México; Gonzalo Rodríguez, checador del paradero Cuemanco, agente y encargado del mantenimiento. Biblioteca digital del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey Campus Ciudad de México, página electrónica del Museo Experimental El Eco y página electrónica México68.