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Texto: Perla Miranda, Xochiketzalli Rosas y Angélica Navarrete
Fotos actuales: Archivo EL UNIVERSAL
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
Antes ser la sede olímpica representaba un honor para los países elegidos, todo era algarabía y organización para que todo quedara perfecto, desde el encendido de la antorcha olímpica hasta la ceremonia de clausura.
Sin embargo en épocas más recientes, esta festividad se ha ido apagando, la situación política, social y económica de los países seleccionados afectan directamente el ánimo de la sociedad que ya no calla ante el gigantesco evento, al contrario sale a las calles a gritar, a exigir que se respeten sus derechos.
Ejemplos hay muchos. La tensión de la que fue protagonista el pueblo mexicano durante las olimpiadas de 1968, en donde a tan sólo 10 días de que se registrara una masacre en contra de estudiantes y civiles el 2 de octubre en Tlatelolco, miles de palomas “de la paz” volaron por el cielo para inaugurar la máxima justa deportiva, la única que se ha realizado en México.
México 68, justa deportiva llena de contrastes
Desde las primeras horas, una corriente humana se dirigió al Estadio Olímpico, la misma que tres días antes formó largas filas frente a las taquillas para comprar sus boletos -que oscilaban entre los 10 y 150 pesos, dependiendo la localidad y si eran para eliminatorias, finales y semifinales-. Así el lugar se abarrotó y muchos estaban de pie, incluso en escaleras y pasillos.
Por un momento, una dualidad sacudió a los mexicanos: la multitud extasiada que se concentró en el magno evento y la que recorrió las calles días antes, según reportó una nota publicada en EL UNIVERSAL, en busca de sus familiares desaparecidos en Tlatelolco, hecho que parecía olvidado.
Y aun así, por un momento, el silencio del presidente Díaz Ordaz con respecto a la matanza contrastó con el ruido ensordecedor con las rechiflas, que algunos calificaron de aplausos, tras pronunciar su discurso en la inauguración: “El objetivo no puede ser más hermoso: la paz universal”.
La misma inconformidad se manifestó en su discurso ante los representantes de las 112 naciones que competirían en la olimpiada: “Estos juegos se han visto precedidos, como nunca en la historia, de múltiples y graves problemas de la más variada índole. Jamás tantas cuestiones de carácter político, tan ajenas a ellos, habían interferido a su preparación. En México hemos sufrido dolorosos desgarrones, mundialmente difundidos, incluso exagerados y distorsionados”.
La multitud incluso rodeada de los colores de la inauguración, no había dejado atrás la polémica votación del 4 de octubre en las tribunas de la Cámara de Diputados, en la que con una abrumadora mayoría se aprobó la difusión de un mensaje de apoyo total a Díaz Ordaz frente al llamado conflicto estudiantil.
Y aunque en la prensa de la época no se hacía referencia a estas protestas si no a la magnificencia de la apertura olímpica —que lo fue— los Juegos Olímpicos prosiguieron su curso.
Así, el segundo hecho que marcó la apertura de México 68 fue que una mujer fuera la que cubriera el último relevo del Fuego Olímpico y prendiera el pebetero; hasta ese momento sólo hombres lo habían hecho. México impuso esa novedad.
Enriqueta Basilio, campeona nacional de los 80 metros con obstáculos y de 20 años de edad, recibió la antorcha que viajó a 20 nudos por hora en la embarcación “Durango” desde el Viejo Mundo hasta la primera parada en territorio mexicano: Veracruz, y que pasó por la mano de 227 jóvenes en su viaje del puerto a la ciudad.
Tras dar una vuelta al estadio, cubriendo 400 metros planos y subir un escenario de 90 escalones para llegar al pebetero, saludó a los cuatro puntos cardinales con la antorcha en la mano antes de encender la flama, justo como se puede observar en nuestra imagen comparativa.
Inclusive, Queta Basilio dio una entrevista a EL UNIVERSAL aquel 8 de octubre en la Villa Olímpica. La estudiante originaria de Baja California y estudiante de Ciencias Políticas narró lo emocionada que se sentía y que a pesar de una lesión que había sufrido estaba lista para la encomienda.
Otra novedad en la inauguración fue el hecho de que al salir al campo del estadio, los representantes de los continentes lo hicieron al mismo tiempo por la derecha y la izquierda. Antes se hacía sólo por un lado. Así, aquel 12 de octubre en 37 minutos salieron los 107 países que desfilaron. Situación que nunca antes se había registrado.
En contraste con Brasil 2016, que serán los primeros juegos olímpicos en no transmitirse por las dos principales televisoras en México, los Juegos Olímpicos de México 68 fueron los primeros en televisarse a todo color, por eso los escenarios bajo techo o con competencias nocturnas contaron con iluminación adecuada que permitiese el envío correcto de las señales. Se fijó un mínimo de 2 mil 500 “luxes”.
Precisamente el día de la inauguración EL UNIVERSAL publicó que la transmisión por radio y televisión sería presenciada y escuchada por más de 600 millones de personas en cinco continentes. Los satélites ATS 3, Pájaro Madrugador, Pájaro Celestial y el soviético Molnya trasmitirían la señal originada en México.
Mientras que por tierra, varias estaciones, encabezadas por la de Tulancingo, Hidalgo, recibieron la señal y la retransmitieron a otras. Todo el territorio mexicano fue cubierto por 475 estaciones con cronistas como Jacobo Zabludowsky, Paco Malgesto y Eduardo Orvañanos.
Más protestas que festejos en Brasil
La apertura de la justa olímpica en México no ha sido la única que se ha visto envuelta en un ambiente de tensión social, incluso la actual, la de Río de Janeiro 2016, ha contado con manifestaciones por el desfalco que el gobierno ha hecho en la organización de la olimpiada sin atender las desigualdades de sus pobladores.
Aquel 2 de octubre de 2009 las lágrimas resbalaron por las mejillas del entonces presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, con la voz entrecortada dijo “Los juegos serán inolvidables, pletóricos de pasión, energía y la creatividad del pueblo brasileño”.
Era la primera vez que el Comité Olímpico Internacional elegía un país de sudamérica para ser sede de la justa deportiva veraniega. La emoción era grande, pues el país de la samba también había sido anunciado como sede de la Copa Mundial en 2014.
Las cosas han cambiado para la ciudad carioca, ya no se vislumbra como la potencia en la que empresas de todo el mundo querían invertir, ya no es aquella nación que sacó a millones de brasileños de la pobreza.
El gobierno brasileño no tuvo las manos suficientes para atender a los miles de habitantes que reclamaban que se gastara dinero público en construir estadios o que exigían un mejor servicio de salubridad, transporte, vivienda y nivel educativo.
Previo a las olimpiadas Río 2016, el país atraviesa una severa crisis política, social y sanitaria. Brasil se hunde en una recesión poco alentadora en donde el desempleo ha llegado a niveles históricos. Estos hechos golpearon inevitablemente a la presidente Dilma Rousseff.
“Si somos capaces de organizar los juegos olímpicos, si somos capaces de organizar los paraolímpicos, entonces somos capaces de que la economía del país vuelva a crecer” dijo en abril la entonces mandataria en la sede olímpica de natación.
Un mes después, el 12 de mayo, Rousseff fue suspendida de su cargo y sometida a un juicio político por el Senado. El vicepresidente Michel Temer la sustituyó. Esto no significó un cambió en los ánimos, de acuerdo con una encuesta realizada por la empresa Datafolha el 50% de los brasileños no apoyan la organización de los Olímpicos.
Las autoridades de Brasil afirman que la población espera con entusiasmo el arranque de las olimpiadas; sin embargo, por las calles de todo el país han aumentado los intentos por apagar la antorcha.
Este no es el único obstáculo que deberá librar la justa deportiva, pues los principales sindicatos de trabajadores del metro de Río amenazan con iniciar una huelga para exigir mejores condiciones laborales, también es preocupante la seguridad, la policía ha disuelto con violencia a grupos de manifestantes.
Como una peste se hizo presente el virus del zika, por lo que se cree que turistas extranjeros no querrán asistir a las competencias, también impone un riesgo para los deportistas. Esto ha generado que apenas el 50% de las 3.5 millones de entradas asignadas para brasileños se hayan vendido.
Por si esto fuera poco, en las sedes de vela, remo, canotaje y natación en aguas abiertas contienen bacterias de aguas negras, se han encontrado restos de materia fecal y todo tipo de basura, incluso se ha hablado de restos humanos.
No todo es samba y carnaval, para el gobierno brasileño no será fácil cubrir el sol con un dedo, aunque quieran maquillar la situación, la tensión no deja de rondar los Juegos Olímpicos de 2016.
Rechazo al olimpo
Al caso de Brasil se le suman más: en Seúl, un año antes de las olimpiadas de 1988, surgieron protestas por toda Corea del Sur en contra del gobierno autoritario que exigían una mejor democracia. Estas protestas lograron su cometido, provocaron una serie de reformas para que se pudieran realizar elecciones presidenciales directas.
En 2008, Pekín se vistió de gala, pero a dos días de la inauguración de los juegos y durante la llegada de la antorcha olímpica al país, activistas extranjeros fueron detenidos por encaramarse a postes eléctricos y desplegar dos pancartas con los lemas “Tíbet será libre” y “Un mundo, un sueño: Tíbet libre”.
Los Juegos de Invierno de 2014 se realizaron cerca de una zona de guerra, había levantamientos violentos en Chechenia, Daguestán, Ingusetia y Kabardia, Balkaria. Algunos líderes rebeldes lanzaron amenazas directas a las olimpiadas.
Londres no fue diferente, en las olimpiadas de 2012, miles de personas protestaron en contra de los juegos por aceptar a la química Dow como patrocinadora.
Los requisitos para ser sede olímpica
Los postulados del COI indican que las ciudades interesadas en ser sede olímpica deben pasar tres etapas: en la primera se presenta la estrategia planeada y el apoyo que se tendrá de particulares y público en general.
En la segunda el COI evalúa aspectos como Gobierno, legalidad y financiamiento y se asegura que las ciudades cuenten con mecanismos legales y financieros necesarios para albergar los Juegos.
En la tercera etapa, las ciudades interesadas presentan cómo albergarán los Juegos Olímpicos y su legado de manera sostenible. Por último miembros y la Sesión del COI realizan una votación secreta para elegir a la ganadora.
Estas ciudades deben presentar además un proyecto sustentable, también tener espacios adecuados, crecimiento óptimo, servicios e infraestructura deportiva.
Si es que las aspirantes a sedes pasaran las tres etapas anteriores, se llega a un proceso de Evaluación, en el cual el COI verifica la veracidad de la información presentada por las ciudades, estudia la viabilidad de los planes y determina la capacidad de los aspirantes para asegurar el éxito de la justa deportiva.
¿Podría México hoy cumplir con todos estos requisitos para volver a ser sede olímpica? ¿Serían bienvenidos los juegos como en 1968?
Fotos antiguas: Archivo fotográfico de EL UNIVERSAL.
Fuentes: Archivo hemerográfico de EL UNIVERSAL