Más Información
Videojuegos, el nuevo gancho del crimen para captar menores; los atraen con promesas de dinero y poder
“Vamos a dar apoyo a los pequeños agricultores por sequía en Sonora”; Claudia Sheinbaum instruye a Berdegué
Derrota de México en disputa por maíz transgénico contra EU; estos son los argumentos de Sheinbaum y AMLO para prohibirlo
Texto y fotos actuales: Midory Salinas
Diseño Web: Miguel Ángel Garnica
Compara el antes y después deslizando la barra central (ABRIR MÁS GRANDE)
Sin embargo, con la llegada de los españoles también vinieron enfermedades desconocidas para nuestros antepasados y hubo epidemias de viruela, sarampión, paludismo, fiebre amarilla y dengue. La atención médica era muy inestable y por esa razón Hernán Cortés fundó el primer hospital por iniciativa de Fray Bartolomé Olmedo al terminar la Conquista.
La fe de Petronila le dio nombre al hospital
A pesar de tener un nombre religioso, no se llama así porque sus fundadores lo fuesen. En un principio fue conocido como Hospital de la Limpia Concepción de Nuestra Señora, que después fue llamado Hospital del Marqués. Sin embargo, el último nombre proviene de una india de nombre Petronila Jerónima, quien dijo haber visto en sueños a Jesús.
La devota mujer buscó a un escultor que pudiera tallar en madera la imagen vista en sueños y visiones. Ningún artista pudo plasmar la imagen que ella les describía. Cuenta la leyenda que entonces Jesús conmovido por la devoción de Petronila envió a un grupo de indios que se ofrecieron a tallar la imagen. Eran tan buenos que pudieron hacer una magnífica reproducción de su retrato solamente con la descripción de aquella mujer en una sola noche.
Cuando ella los buscó para darles las gracias, los indios habían desaparecido de forma tan misteriosa como cuando se aparecieron por primera vez. Petronila guardó la imagen en un adoratorio pequeño que tenía en su hogar y dispuso que a su muerte la imagen fuera rifada entre los templos de la Ciudad de México. Ese donativo lo recibió el hospital.
En un inicio, los encargados del nosocomio no creyeron que una imagen que había sido tan célebre fuera para ellos, ya que el recinto era muy pobre, y aunque la rifa se realizó más de una vez, el modesto hospital siempre terminaba favorecido.
Fue por esta razón que decidieron conservar la imagen y por el recuerdo de este evento fue llamado el Hospital de Jesús. El Cristo se encuentra en una vitrina delante del altar. Y como parte fundamental de la los hospitales coloniales era la fe, estos siempre contaban con un templo o capilla.
De acuerdo con un texto de la Guía del Centro Histórico, este hospital es un cúmulo de hitos médicos, pues en este recinto inició la práctica de la medicina europea bajo la supervisión de Pedro López, el primer médico graduado en llegar a Nueva España. Por sus instalaciones pasaron personajes como Juan Correa (quien realizó la primera disección anatómica con fines didácticos del continente en 1646); José María Luis Mora instaló ahí el Instituto de Humanidades, parte de una reforma educativa laica y científica; José María Vértiz fue su director de 1867 a 1871, y Gustavo Baz Prada formó parte del cuerpo médico.
En la década de los 30, el hospital perdió parte de sus terrenos para abrir la avenida Pino Suárez. Lo que se compensó con la intervención arquitectónica a mediados de los años 40 del arquitecto José Villagrán, quien renovó la antigua fachada por una más moderna, respetando gran parte del interior de la antigua edificación. Una intervención de un edificio histórico para que subsistiera en la actualidad.
Así, el nuevo edificio del histórico Hopital de Jesús quedó construído con una sucursal del Banco de México en planta baja en el cruce de la calle de Mesones y la avenida 20 de Noviembre. Justo como se puede observar en la imagen principal de este texto, al cual data de la década de los 50.
La tumba de Cortés
En su testamento, Cortés dispuso dos cosas muy importantes: la primera que el hospital continuara aún después de su muerte y la segunda que sus restos fueran traídos de vuelta a Nueva España. Con la Independencia de México redujeron los fondos de la institución. Sin embargo, la viuda de Hernán Cortés, Juana de Zúñiga, pidió que se anulara el testamento porque consideraba que la despojaba de bienes legítimamente suyos. Los descendientes del conquistador solventaron los gastos del hospital hasta 1932, cuando falleció el último de ellos. Desde entonces se sustenta gracias a las cuotas de recuperación y es por eso que algunos de sus servicios se cobran.
El tema de los restos del conquistador es una historia que se tergiversa. Cuando uno decide emprender la búsqueda de la tumba en el hospital pueden ocurrir dos cosas: explican dónde están o niegan la existencia de los restos en el inmueble.
La historia nos indica que cuando los restos llegaron de España fueron enviados originalmente a la Iglesia de San Francisco en Texcoco; luego al Convento de San Francisco en la Ciudad de México. Tiempo después fueron llevados al Templo de Jesús Nazareno donde Manuel Tolsá les hizo un mausoleo y Fray Servando Teresa de Mier dedicó una oración.
Por la época de la Independencia hubo amenazas de profanar la tumba y quemar los restos, por lo cual los exhumaron para esconderlos debajo de la tarima del altar. En 1836, fuera de todo peligro, pusieron los huesos en un nicho sin inscripción y permanecieron así hasta 1946, cuatro años después de que se inaugurara el nuevo edificio del Hospital de Jesús, uno de los anexos del nosocomio, y tras confirmar su autenticidad los devolvieron al sepulcro donde los habían encontrado junto con una placa conmemorativa.
Exhumación de los restos de Hernán Cortés en 1946.
“Están del lado de la capilla, en una urna junto con una placa que indica que son los restos de Hernán Cortés. Pero así, el cuerpo como tal no lo puedes ver”, indica la recepcionista del hospital a EL UNIVERSAL cuando preguntamos dónde podíamos encontrar los restos del conquistador. Usa el uniforme blanco de las enfermeras.
No se refiere a la capilla del hospital, sino al Templo de la Inmaculada Concepción y Jesús Nazareno, la construcción original del hospital, la que mandó a edificar Cortés, que se encuentra junto al estacionamiento anexo al edificio. Ahí, otras dos muchachas que parecen ocuparse del recinto religioso comentan que los restos no están ahí.
No obstante, detrás del altar en una de las paredes izquierdas hay una placa escarlata con los bordes dorados al igual que su nombre: Hernán Cortés; además del año de su nacimiento (1485) y el año de su muerte (1547).
Nuevo Hospital de Jesús
En el libro La ciudad de los palacios, crónica de un patrimonio perdido, el cronista de la Ciudad de México, Guillermo Tovar de Teresa, lamenta la perdida de la antigua fachada: "Cuando se amplió Pino Suárez se destruyó la fachada, que ya presentaba ciertas modificaciones. Los claustros quedaron encerrados por un exterior que para nada corresponde con los betusto de sus muros". Así, cuando se hizo la intervención arquitectónica se instalaron también los quirofanos con los que cuenta en la actualidad el hospital.
No obstante, este hospital fue, entre otras cosas, el escenario de la primera cirugía a corazón abierto de América Latina, realizada por el doctor Raúl Baz Iglesias el 17 de marzo de 1956 a una pequeña de ocho años utilizando hipotermia.
Placa conmemorativa de la primera cirugía a corazón abierto realizada en el hospital.
En sus inicios, entre su personal este hospital sólo contaba con veintiún personas: tres capellanes (sacerdotes de servicios no parroquiales), un administrador interno, un médico, un cirujano, un barbero, un enfermero mayor, una enfermera, una cocinera, tres indios, limpieza y ocho esclavos. En la actualidad son cerca de setenta médicos además de camilleros, paramédicos y enfermeras, una de ellas es Gabriela Raya Bolaños.
Esta mujer de 54 años de edad, de los cuales 36 los ha dedicado a la enfermería en el Hospital de Jesús; además de especializarse en administración y docencia. Su jornada laboral comienza a las siete de la mañana. Lo primero que debe hacer es supervisar que el personal se encuentre dentro de los servicios correspondientes para recibir al turno que va de salida, pues ella es supervisora.
En este hospital le tocó vivir el acontecimiento que cambió la vida de los capitalinos: el sismo del 19 de septiembre de 1985.
“Cuando llegué aquí –al hospital– vi que en la calle de Pino Suárez y Mesones había varios edificios aplastados y mucha gente aquí en el hospital, había bastantes pacientes, no nos dábamos abasto. Venía mucha gente de las vecindades que están alrededor, se les estuvo dando alimento, y también venía gente, de los que dan alimentos gratuitos. Tomaban sus tres alimentos, más la gente de aquí del hospital. Sin que te lo pidiera el hospital, por humanidad tenías que quedarte”.
Gabriela permaneció cuatro días seguidos en el hospital.
Algunos de los servicios de los que se encargan las enfermeras son la consulta externa, urgencias y terapia. Comenta que lo que más le gusta de su trabajo es la cercanía que existe con los pacientes para poder darles los cuidados óptimos para poder reintegrarse a la vida cotidiana. Por esta misma razón algo que no le gusta es ver a sus pacientes y a sus familiares sufrir cuando les dan un diagnóstico de fase terminal.
Algo que la llegó a marcar mucho en su carrera fue el día en que asistió a una cirugía de cáncer de lengua, con el oncólogo Emilio Illanes Baz, quien es sobrino del doctor Gustavo Baz, pionero en la cirugía mexicana. Ella era enfermera instrumentista y como tal debía conocer el tipo de cirugía, equipar la sala y ordenar el instrumental conforme a los tiempos quirúrgicos. Jamás había asistido en un procedimiento quirúrgico de esa naturaleza y para ella era impactante ver a una persona a la que le hacían falta partes de la cara.
Respecto a su sueldo como enfermera, Gabriela comentó que en este hospital los salarios no son fijos, pues como pertenece a la Junta de Asistencia Privada, los IAP, hay cuotas, hay donativos y el salario como enfermera no es muy remunerado.
Al tratarse de un nosocomio tan antiguo, es inevitable preguntarle sobre lo que significa para ella formar parte de un inmueble con tanta historia que ha funcionado hasta nuestros días: “Me siento orgullosa de ser parte de este hospital”, responde con una sonrisa.
Así, el Hospital de Jesús está próximo a cumplir 500 años de existencia, de trabajo ininterrumpido y de permanecer en el sitio en donde fue edificado.
Fotos antiguas: Archivo de EL UNIVERSAL, Colección Villasana-Torres y Seis Siglos de Historia Gráfica de México de Gustavo Casasola, tomo 1.
Fuentes: Enciclopedia de México, Historia de una Obra Pía de María Elena Sodi de Pallares, entrevista con la enfermera Gabriela Raya Bolaños, Breve Historia de la Enfermería en México de Leticia Cuevas Guajardo y Dulce María Guillén Cadena, Medio siglo de cirugía a corazón abierto en México por Marcelo García Cornejo, sitio web guiadelcentrohistorico.mx