Más Información
“Vamos a dar apoyo a los pequeños agricultores por sequía en Sonora”; Claudia Sheinbaum instruye a Berdegué
Derrota de México en disputa por maíz transgénico contra EU; estos son los argumentos de Sheinbaum y AMLO para prohibirlo
Óscar Rentería Schazarino, ha operado contra CJNG, Viagras y Templarios; es el nuevo secretario de Seguridad en Sinaloa
Claudia Sheinbaum pide respeto para Maru Campos; gobernadora anuncia acuerdo para transporte público
Claudia Sheinbaum anuncia los Centros de Cuidado Infantil en Chihuahua; inaugura hospital en Ciudad Juárez
Texto: Magalli Delgadillo
Foto actual: Xochitl Salazar
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
Pero nadie baja en el piso 13 del hoy World Trade Center —antes Hotel de México— aunque físicamente sí existe, en su elevador no está marcado.
Triscaidecafobia: tendencia mundial en los hoteles
La triscaidecafobia —miedo al número 13— se apoderó de distintas edificaciones del mundo. Se cree que parte de esta superstición se debe a la relación del crack de 1929 y una predicción de una crisis financiera publicada por Thomas Lawson en su libro Viernes el XIII (1907).
La cifra cabalística también se asocia al número de personas (12 los apóstoles y Jesús) en la última cena, antes de que fuera entregado para morir. Hoy vemos esta fobia asociada a entes y, por supuesto, a construcciones.
“No hay ningún hotel que tenga piso13 marcado en sus elevadores. El Hotel de México no es el único, tampoco el Hotel Continental ni muchos otros inmuebles que antes lo fueron —como en el caso de la Seduvi (Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda)— ”, afirma para EL UNIVERSAL el ingeniero Carlos Corral, director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Urbanistas. Relata que fue una tendencia mundial en la década de los 20, cuando las obras saltaban del 12 al 14 por creer de mala fortuna a este número.
Incluso hoteles de Francia o Nueva York tratan de evitar augurios negativos. Esta creencia sigue vigente, comenta el ingeniero Corral. ¡Es cuestión de superstición!
En el terreno donde hoy se levanta este el World Trade Center se encontraba el Parque de la Lama, propiedad del empresario José Jerónimo de la Lama. Este lugar fue un centro recreativo de 54 mil m² que contaba con amplias áreas verdes, un gran número de abedules, olmos, palmeras y sauces. Este sitio embelleció la colonia Nápoles.
La urbe fue creciendo. En1952, el entonces regente capitalino, Ernesto P. Uruchurtu, decidió expropiar el parque para uso público. En 1966, el empresario español, Manuel Suárez y Suárez—conocido patrocinador de proyectos de la rama turística y hotelera como el Casino de la Selva en Cuernavaca, Morelos—, comenzó la construcción formal de lo que pretendía ser el hotel más grande de Latinoamérica. Sin embargo, la obra fue suspendida, pero en 1972 se reanudó la construcción.
A finales de la década de los 80 y hasta 1992, los trabajo de edificación se detuvieron de nuevo. A pesar de esto —en 1980—, el Gran Salón del entonces Hotel de México recibió al grupo inglés The Police.
The Police en lo más alto de México
Eran las 8:30 de la noche cuando comenzó la cena-concierto y Alfonso Ochoa no había llegado. Él fue uno de los admiradores emocionados que abarrotaron el Gran Salón del Hotel México —el 15 de noviembre de 1980—para ver al trío británico. Él —con sólo 10 años de edad— fue afortunado pues el precio de la entrada hizo de éste un evento exclusivo.
El grupo Size —de género punk, recién formado— había concluido su participación como “telonero”, cuando Alfonso Ochoa y su papá arribaron: “Me quedé parado y con la boca abierta durante la hora y cacho que tocaron. Para mí fue una de las cosas más emocionantes”, relata para EL UNIVERSAL.
La mayoría de los fanáticos, según Alfonso, eran personas de entre 20 y 40 años, quienes iban de “pipa y guante”. Todo hubiera sido perfecto, pero el público y la banda tenían una preocupación: la presentación se llevó a cabo “en el giratorio —un lugar que funciona como restaurante, pero en este caso fue para un concierto, donde ya no cabía ni un alma— y cuando brincaban daba miedo, pues sentían como si se inclinara el edificio. Recuerdo que los integrantes de The Police tenían una mezcla entre felicidad y preocupación de que éste fuera su último concierto”.
En este restaurante giratorio —el único en su tipo en México y el más grande del mundo— se puede disfrutar de distintos platillos y observar la ciudad en casi toda su extensión sin marearse. Este sitio, actualmente, tiene capacidad para 332 comensales y se mueve a la velocidad de un metro por minuto; es decir, en una hora con 45 minutos el visitante recorrió la ciudad desde las alturas. En este sofisticado sitio (que en algún momento fue una discoteca) se llevó a cabo este evento musical.
Los fans como Alfonso disfrutaron cada una de las canciones interpretadas por el vocalista del grupo, Sting: “La banda estuvo a todo dar. Cantaron como 12 canciones, entre ellas ‘Roxanne’, ‘De do do de da da da’, ‘So lonely’, inclusive una que después sería solo de Sting: ‘Bring on the night’”.
El concierto terminó. La alegría de ese momento quedó grabada en la memoria de Alfonso Ochoa; el Hotel de México, continuó esperando el día de ser un reconocido lugar de hospedaje.
Nunca pudo ser hotel
Los distintos conflictos económicos truncaron el sueño de ser uno de los sitios más importantes en hospedaje. A finales de la década de los ochenta, Alfredo Suárez Ruiz y Francisco de Paula León, inversionistas, cambiaron el concepto original por un Centro Internacional de Negocios.
En 1992, el Banco de Comercio Exterior (Bancomext) se convirtió en el socio mayoritario, de acuerdo con información proporcionada por el Centro Internacional de Exposiciones y Convenciones, WTC.
Ese mismo año, comenzó la remodelación del proyecto comandado por la familia Gutiérrez Cortina —dueños de la empresa constructora Grupo GUTSA—. Dos años más tarde, la obra había cambiado a una estructura moderna con cobertura de cortinas cristalinas, elevadores más rápidos que los de la Torre Latinoamericana, oficinas de vanguardia…pero inconclusa.
A pesar de esto, su historia inició formalmente el 18 de noviembre de 1994 con un nuevo nombre: World Trade Center (Ciudad de México). También se llevó a cabo una ceremonia inaugural, donde el ex presidente Salinas de Gortari cortó el listón “que inmediatamente iluminó la cúpula de todo el edificio, y aparecieron efectos especiales con los logos de las principales firmas empresariales” participantes en la obra, de acuerdo con la nota publicada en EL UNIVERSAL.
Ese mismo día, se prometió que el inmueble con valor de más de 650 millones de dólares estaría completamente listo dos años después. La primera exposición en ese lugar fue Expo Mercería y Manualidades el 23 de mayo de 1995.
El World Trade Center pasó por distintas manos debido a las crisis financieras que enfrentó. En un intento por rescatar el modelo mercantil de este lugar, Bancomext adquirió “la deuda por 102 millones de dólares al fondo de rescate”—tres años después de su apertura—, de acuerdo con una nota publicada por EL UNIVERSAL el 11 de diciembre de 1999. A partir de 2005, HIR Expo Internacional se convirtió en el administrador del Centro Internacional de Exposiciones y Convenciones.
Hoy, en este lugar —con más de 900 oficinas y 35 elevadores— se llevan a cabo distintos eventos nacionales e internacionales y exposiciones como Expo Mole Comic Con, Expo Café, Mexipan, Expo Cerveza, entre otros. Además, los primeros cuatro pisos son parte de un centro comercial en el que se puede encontrar cerca de 69 locales, entre ellos, un cine premier, cafeterías, restaurantes… También en este lugar se encuentra el Pepsi Center —inaugurado en 2012—donde se han llevado a cabo distintos conciertos y exhibiciones. La plaza luce iluminada y concurrida casi todo el tiempo. Quizá eso da vida y “borra los recuerdos” del antiguo Hotel de México.
Las actividades en el WTC no paran. Las personas entran y salen. Mientras tanto, el hombre uniformado que viaja en los elevadores se queda sólo por unos instantes, pero el ascensor vuelve a ser solicitado por oficinistas, empresarios y visitantes de este gran espejo.
Fotos antiguas: Colección Carlos Villasana-Torres.
Fuentes: Relato de Alfonso Ochoa. Libro Tengo que morir todas las noches de Guillermo Osorno. “Dolor fantasma: una arqueología virtual del World Trade Center”, Peter Krieger. Publicación del Departamento del Distrito Federal. Página oficial del Word Trade Center. Archivo de EL UNIVERSAL.