Cientos de hombres y mujeres de uniforme beige y quepí negro recorren a diario las calles de la capital para ganarse al menos 200 pesos al día, mientras giran el manubrio de su organillo. Su oficio es antiguo y sus canciones rememoran al México de épocas pasadas, aunque su origen se haya dado en Europa.

Los organilleros son personajes que desde hace siglos son parte del paisaje capitalino. Su música tan caraterística trae recuerdos y nostalgia a muchos. Archivo EL UNIVERSAL.
Los organilleros son personajes que desde hace siglos son parte del paisaje capitalino. Su música tan caraterística trae recuerdos y nostalgia a muchos. Archivo EL UNIVERSAL.

En el siglo XVII, un italiano de apellido Barberi inventó el organillo, un instrumento que suena por medio de un cilindro con púas, movido por un manubrio y encerrado en una caja portátil de madera.

Sin embargo, los organilleros se popularizaron en Alemania, pues ese país tenía a los mejores fabricantes de órganos musicales en todo el mundo.

El investigador Víctor Inzúa señala en La vida de los organilleros, tradición que se pierde que fueron tan populares que el gobierno alemán contrató organilleros para que ―ataviados en trajes típicos― tocaran canciones y fueran motivo de diversión en las calles de Hamburgo.

Imagen de un organillero a principios del Siglo XX. Arriba del organillo se alcanza a ver la figura del mono araña vestido de organillero y que era el acompañante tradicional y a quien la gente daba las monedas. Ahora estos animales ya no se ven en las calles. Crédito ESPECIAL.
Imagen de un organillero a principios del Siglo XX. Arriba del organillo se alcanza a ver la figura del mono araña vestido de organillero y que era el acompañante tradicional y a quien la gente daba las monedas. Ahora estos animales ya no se ven en las calles. Crédito ESPECIAL.

Así, la magia y sencillez del cilindro se extendió a circos, ferias, jardines y, por supuesto, a México. Los primeros organillos llegaron al país en el año de 1884, puestos en venta por la compañía alemana Wagner & Levien Sucs.

Pedro Chávez toca uno de esos cilindros originales. Se considera afortunado porque éstos se dejaron de fabricar poco antes de la Primera Guerra Mundial, y aunque después diversas marcas reiniciaron la producción de instrumentos, asegura que ya no sonaron igual.

El sonido más tradicional de la CDMX

Con más de 130 años de ejercer el oficio en México, los cilindreros han visto pasar la historia y ahora forman parte de ella. Se han constituido como una figura tradicional de las calles de la Ciudad.

Diversos elementos de su identidad se deben a sucesos históricos. Durante la época de la Revolución dejaron de tocar valses europeos y de sus cajas emanaron canciones como Adelita y Cielito lindo, y más tarde el repertorio incluía también Cuatro Milpas, El Charrasqueado, Gema y Voler, volver, entre otras.

Dibujo de fines del siglo XIX donde a la derecha se observa a un organillero en lo que parece una calle de algún lugar de México. Tres niños descalzas observan al personaje, al igual que tres hombres con sombrero y vestidos de manta; mientras, una mujer de rebozo y con canasta atraviesa el lugar. Crédito : ESPECIAL
Dibujo de fines del siglo XIX donde a la derecha se observa a un organillero en lo que parece una calle de algún lugar de México. Tres niños descalzas observan al personaje, al igual que tres hombres con sombrero y vestidos de manta; mientras, una mujer de rebozo y con canasta atraviesa el lugar. Crédito : ESPECIAL

Su uniforme también está basado en esa época. Víctor Maya mencionó que un organillero andaba con Pancho Villa y su ejército llamado “Los Dorados”.

Tiempo después, la Unión de Organilleros de la República Mexicana decidió que se vestirían como ellos, en parte para preservar el recuerdo. Una entrevista de EL UNIVERSAL en 2023 reveló que los primeros organilleros en uniformarse usaron auténticos uniformes de "Los Dorados".

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Sin embargo, Maya comentó que ha habido organilleros que llegan a dejar de usar el uniforme y, en su lugar, visten ropa muy elegante. “No descartamos cambiar algunas cosas, siempre y cuando sea para el beneficio del oficio”, señala.

La ropa no es lo único que está cambiando entre los miembros del gremio. Algunos han dejado de cargar el pesado cilindro de 40 kilos sobre su espalda y ahora lo montan en un carrito para poder recorrer las calles con mayor facilidad. Víctor Maya es uno de ellos.

“[El carrito] nos permite trabajar de forma diferente. Yo antes no podía trabajar todo Reforma, porque cargar el organillo es pesado y para lo que me voy a ganar no vale la pena. Pero ahora con carrito ya puedo llegar hasta la Estela de luz y regresarme. Aunque no gane mucho, tampoco me estoy desgastando".

Otro detalle que destaca, y que seguro gran parte de la población habrá notado, es que este oficio ya no se limita a la colonia Centro.

De acuerdo con Maya, "antes nada más nos parábamos en el Centro, ahora buscamos movernos a los cruceros, a los semáforos. Tocamos también entre las calles, en los mercados, en los tianguis. Buscamos generar más ganancias”.

El uniforme color caqui de los organilleros también es tradicional y muy característico; sus uniformes los recibieron en las primeras décadas del siglo XX. Archivo EL UNIVERSAL.
El uniforme color caqui de los organilleros también es tradicional y muy característico; sus uniformes los recibieron en las primeras décadas del siglo XX. Archivo EL UNIVERSAL.
Actualmente, los organilleros buscan opciones para facilitarse el trabajo diario. Aquí una adaptación del organillo con ruedas para agilizar su transportación, pues son largos los trayectos en la capital. Archivo EL UNIVERSAL.
Actualmente, los organilleros buscan opciones para facilitarse el trabajo diario. Aquí una adaptación del organillo con ruedas para agilizar su transportación, pues son largos los trayectos en la capital. Archivo EL UNIVERSAL.

Gracias a lo anterior, en años recientes es posible escuchar la música de los cilindros ambulantes en zonas como Coyoacán o, incluso, en el Estado de México -aunque de forma más ocasional-.

Mientras Víctor piensa que su oficio debe ajustarse a las necesidades, otros se oponen totalmente a los cambios. Pedro Chávez opinó que quienes traen un carrito lo hacen sólo por bienestar.

“Yo por comodidad mejor me traigo una silla, me siento y ahí le estoy dando. Con el carrito hay mucha comodidad, pero se pierde lo tradicional. Ya nada más falta que le pongamos una mesita y un refresco”, dijo el señor Chávez.

Lo mismo pasa con las melodías. En Chile crearon un organillo con música de The Beatles. Los debates sobre si se deben modernizar las canciones o no son intensos en el gremio. Pero la mayoría aún coincide en que gran parte de su identidad se debe a las canciones antiguas que tocan.

Este 2024, es posible que la Alameda Central resuene con éxitos de la banda británica como Yellow Submarine, pues el segundo Festival de Organilleros de este sábado 18 de mayo tendrá como invitados a organilleros chilenos.

Personajes que integran el paisaje local

El libro La vida de los organilleros, tradición que se pierde, de Víctor Inzúa, documenta que en los años 50 el gobierno presentó un programa de embellecimiento en la ciudad que implicaba retirar el empleo ambulante porque “daba mal aspecto”.

Los organilleros llegaron a un acuerdo con el regente Ernesto P. Uruchurtu que les otorgó su permiso especial para trabajar en las calles. Hasta la fecha, ese acuerdo evita que la policía los retire. “Si alguien nos quiere quitar de alguna calle, desempolvamos el decreto y ahí está”, comentó Maya.

El oficio del organillero se basa en la tradición y la profunda convicción de que el espacio público es mejor con música.

El organillero Pedro Chávez dice que aunque los organillos sean alemanes, el oficio ya es toda una tradición mexicana y debe preservarse, pues de otra forma una parte del México antiguo también se desvanecería.

―¿Por qué es necesario preservar este oficio en la Ciudad de México? ―se le preguntó al cilindrero Víctor Maya.

―De repente pienso que estamos en un momento en el que se están buscando hacer muchos cambios [...] Tenemos una juventud que quiere parecerse a la de Estados Unidos. Hace tres meses fui a Tijuana con el organillo y noté que hay una gran cantidad de personas que buscan el sueño americano, pero también hay un letrero que dice “de este lado también hay sueños”. Creo que este oficio nos genera identidad como mexicanos y una cohesión social. Nos permite mostrarnos como los que vamos a estar aquí, pese a todas las vicisitudes que podamos encontrar.

  • Fuentes consultadas:
  • Inzúa, Víctor, "La vida de los organilleros, tradición que se pierde", Conaculta, México, 1981.
  • Entrevistas: a organilleros Pedro Chávez y Víctor Maya.
  • Archivo Fotográfico EL UNIVERSAL.
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