Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Fotografía actual: Carlos Villasana
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española una pagoda es un "templo de las deidades en algunos pueblos de Oriente", una construcción en la que se adora a los dioses. Pero para don Andrés Llorente, uno de los primeros vecinos en habitar la colonia Country Club, era la vista cotidiana.
"Mi familia llegó aquí a finales de los cuarenta, el 12 de octubre de 1948. Pasaba por el Parque de la Pagoda muy seguido porque era el camino a diferentes lugares de la colonia, aunque no era asiduo, mi tiempo lo dedicaba al estudio y a los deportes. El parque era más o menos como está ahora, estaba muy bien cuidado. Había una fuente muy bonita —más o menos en el centro—, el lago funcionaba con agua cristalina, con patos y tenía una cascada en la parte nororiente, además de que tenía un laberinto", describió.
En el centro del parque se encuentra una placa en la que se puede leer que fue inaugurado en 1942 por el entonces regente capitalino, Javier Rojo Gómez. En aquellos días el parque no tenía nombre, pero inmediatamente lo ubicaron como "Parque de La Pagoda" debido a la estructura central del mismo y a todos los elementos decorativos tipo asiático que se encontraban tanto en el jardín, como en todas las avenidas y calles que lo circundaban.
En cuanto al laberinto de árboles que algún tiempo existió en el parque, don Andrés comentó: "No sé qué tipo de árboles eran, pero eran arbolitos bien recortados con varios metros de altura que servía para distraerse un poco tratando de llegar al centro, pero había gente que, como de costumbre, lo ocupaban para hacer sus trastadas, o los pillos que se iban allá a esconder para hacer de las suyas o para pasarla bien amorosamente".
A inicios de la década de los setenta, el parque estaba "un poco descuidado y fueron haciendo mal uso de la Pagoda. No recuerdo si se quemó por accidente o si la quemaron, pero después de ese acontecimiento las autoridades decidieron quitar lo que quedó de ella tras el incendio", explicó don Andrés.
La colonia de las locaciones
Con la llegada de los Estudios Churubusco se veían pasar por la colonia a las estrellas de la época de oro del cine mexicano como Pedro Infante, Cantinflas, Tin Tan o Viruta y Capulina. En poco tiempo las calles de la colonia Country Club fungieron como locación para gloriosas películas de los años cincuenta de la talla de A toda máquina, El señor fotógrafo o El Rey del Barrio.
Situación que podemos apreciar en la imagen principal de este texto. En la que aparece Mario Moreno Cantinflas, Gabriel Figueroa y el alumbrador Daniel López (a la izquierda de la imagen), durante la filmación de una escena de El señor fotógrafo en 1952 en el Parque de la Pagoda, cuya estructura se alcanza a ver entre el follaje en el extremo izquierdo de la imagen.
Don Andrés compartió a EL UNIVERSAL que la fachada que aparece en la película El Rey del Barrio, cuando el personaje de Tin Tan huye de la casa que pretendía robar, es propiedad de uno de sus familiares. Hoy en día, las calles de la colonia siguen apareciendo en producciones que se realizan dentro de los Estudios Churubusco.
El japonés del parque
Ya en 1980, el Parque de la Pagoda sería rebautizado y reinaugurado bajo el nombre de Parque Masayoshi Ohira. Este personaje fue el Primer Ministro japonés en visitar de manera oficial México y contaba con gran relevancia política en su país natal, razones suficientes para que las autoridades capitalinas decidieran ponerle su nombre.
Al paso del tiempo el mantenimiento del parque volvió a decaer, y en respuesta a las constantes quejas de los colonos de la Country Club para la recuperación del parque, en marzo de 2015 la delegación Coyoacán lo reinauguró —una vez más— en compañía del Embajador de Japón en México, Akira Yamada y Tomonori Ohira, nieto de Masayoshi Ohira, luego de una inversión de seis millones de pesos para su rehabilitación.
Gerardo Suárez dice en su artículo "Reinauguran el parque La Pagoda, en Coyoacán" que "las obras de rehabilitación consistieron en construcción de pisos de concreto, colocación de lámparas y bancas nuevas, reconstrucción de jardineras, rehabilitación del espejo de agua, fuentes y puentes, así como la siembra de diversas especies de plantas y de 15 cerezos ofrecidos por la comunidad japonesa".
De acuerdo con algunos vecinos de la colonia, después de la remodelación el parque ha sido utilizado por grupos que realizan actividades de influencia japonesa. Y, según Don Andrés, “sigue habiendo pillos, pero aún así lo visitan los habitantes de cualquier parte de la Ciudad de México".
Don Andrés, de 84 años, comenta que hace tiempo que no se da la oportunidad de caminar por la Country Club, ya que tiene problemas de salud. Se despidió de EL UNIVERSAL pidiéndonos vehementemente que no le tomáramos fotografías porque estaba muy flaco. "No hay mucho que ver" y diciendo que "a veces uno sigue creyendo que las cosas son como las conoció, o quizás uno se aferra a que seguirán por siempre como las guardamos en la memoria, pero no es así, ahí es cuando se enciende la imaginación".
Como en otros casos, el actual parque se resiste a usar el nombre que tiene desde hace más de 30 años. De hecho, al realizar esta nota ninguno de los vecinos se refirió a él como Parque Masayoshi Ohira, todos lo siguen llamando y lo conocen como Parque de La Pagoda, aunque no tenga pagoda.
A pesar de que varios vecinos manifestaron su desagrado a que la colonia haya perdido su tranquilidad que la caracterizaba, se sienten orgullosos de contar con este lugar y, como en ocasiones anteriores, esperan que no vuelva a ocurrir lo de siempre: que el parque sea descuidado.
Fotografía principal: Cortesía Fundación Televisa / FOTOGRÁFICA MX.
Fotografía antigua: Colección particular y libro "Country Club" de la asociación de colonos.
Fuentes: Don Andrés Llorente, libro "Country Club" de la asociación de vecinos, y artículo "Reinauguran el parque La Pagoda, en Coyoacán" de Gerardo Suárez, EL UNIVERSAL.