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Texto: Salvador Corona
Fotos actuales: Salvador Corona e Iván Stephens
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
Asesinato, lo acusamos de asesinato. Asesino de policías, comunista, terrorista; queda usted detenido, dijeron los policías mexicanos al presunto asesino. Él respondió a las acusaciones diciendo que era turista. Sin embargo, la afronta llegó: Lo hemos visto lanzando una nota sobre la cerca en la embajada soviética en la Ciudad de México. Acto seguido, el hombre fue arrestado por la policía mexicana, y un oficial de los Servicios de Asuntos Exteriores de Estados Unidos lo acompañó a la estación de policía.
Esta escena no es de la vida real. Es parte de la película Falcon and the Snowman (1985), que fue traducida como El Juego del Halcón. Esta cinta relata la historia de un par de jóvenes estadounidenses que vendían información confidencial a la Unión Soviética durante la Guerra Fría desde la embajada rusa de la Ciudad de México, pero las escenas dentro de la sede rusa realmente se filmaron en un edificio de Polanco que fue adaptado como la embajada rusa en México, pues no fue permitida la filmación dentro de la real sede diplomática.
En la filmación, en 1985, la construcción ya era la sede diplomática de la URSS, pues la propiedad le fue vendida al país socialista en 1942. Antes, la casona —construida en el espacio que ocupó el casco de la Hacienda de la Condesa— perteneció a la familia Gómez de Parada.
Si pasas en auto o caminando no te darás cuenta que esta casona está ahí. La embajada de la Federación Rusa pasa desapercibida por estar rodeada de árboles y de una barda de láminas que impide su plena visibilidad. Está situada sobre la avenida José Vasconcelos, antes Avenida Tacubaya, hoy continuación de Circuito Interior, cerca de la estación del Metro Juanacatlán, en la colonia Hipódromo Condesa.
Don Alberto González, hombre de 89 años, platicó con EL UNIVERSAL y narró que vio la transformación de esta casa donde en alguna época hombres armados la rodeaban desafiantes. Él trabajaba en una panificadora llamada El Sol de Tacubaya, cerca de la embajada, y relató con nostalgia que esa zona era muy tranquila en sus años de juventud, pero que cuando se empezó a poblar la colonia Condesa perdió parte de su encanto y tranquilidad.
También dijo que alguna vez vio salir del inmueble a varios soldados con armas: “Fue cuando terminó la Guerra Fría. Se veía cómo salían soldados con armas, escudos y banderas de los soviéticos; fueron sacados, fue muy sonada esa noticia. Incluso después de eso se levantaron las bardas que ahora están”.
Incluso, don Alberto recordó que en su infancia la casa estaba muy abandonada y era terrorífica. “Era de las pocas casas que más llamaban la atención, incluso fui testigo cuando se grabó ahí una película. Fue meses antes del terremoto del 85. Recuerdo muy bien quién era el actor. Es el que ahora sale en las noticias por el caso de El Chapo”.
Y así es, don Alberto se refiere a la película El Juego del Halcón y al actor Sean Penn, quien protagonizó en la cinta a un joven narcotraficante. Incluso después de esa actuación, el histrión norteamericano ganó más fama en el mundo de la cinematografía.
Más de la mitad de esta película se filmó en diversas partes de la Ciudad de México, otra sede fueron las pirámides. El soundtrack “This is not America” estuvo a cargo de David Bowie. Curiosamente, a los treinta segundos del clip se ve a Sean Penn frente a Bellas Artes marcando una equis con cinta adhesiva en un poste, que era la señal de que tenía nueva información confidencial estadounidense. La película está basada en hechos reales.
En una de las escenas de la cinta se muestra al narcotraficante Andrew Daulton Lee, personaje que es interpretado por Sean Penn, fotografiando documentos estadounidenses para enviarlos a la Unión Soviética y donde Lee es detenido por la policía mexicana y torturado para que diga la verdad.
En el siglo XIX el edificio que ahora es la Embajada de la Federación Rusa llegó a ser una de las propiedades más elegantes e innovadoras de esta zona colindante con Tacubaya. Según los registros de la página web de la Federación Rusa en México, en 1704 este recinto fue adquirido por el Conde de Miravalle, quien después la regaló a su esposa y por ello recibió el nombre de casa de “La Condesa”. Posteriormente hasta 1911 la propiedad pasó a Jorge Gómez de Parada, padre del último dueño de la casona.
Cuando este espléndido palacete pasó a manos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), convirtió a México en el primer país del continente americano que accedió a tener presencia de aquella nación en su territorio.
Así fue como esta casa fue primero Embajada de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas y después Embajada de la Federación de Rusa, al caer el sistema socialista el 25 de diciembre de 1991, cuando el presidente soviético Mijail Gorbachov renunció ante la televisión, poniendo punto final a siete décadas de sistema comunista y a un orden mundial basado en la rivalidad con Estados Unidos.
Aspecto actual de la fachada de la Embajada rusa
El hijo de Gómez de Parada, Fernando, aún vive y tiene 80 años; de vez en cuando visita esta casa donde vivió su infancia. Hoy las bardas que la rodean y los árboles que han crecido, dificultan ver esta casa e incrementan la curiosidad de conocerla por dentro.
El UNIVERSAL pudo acceder a dicho recinto donde parece que el tiempo no ha trascurrido. El piso es de duela, hay pinturas antiguas y que posiblemente son originales, las líneas sinuosas y composiciones asimétricas en las puertas con figuras de flores principalmente. En la decoración predomina el color dorado y el blanco marfil del salón principal.
Los espacios son muy amplios, parece que la tecnología no ha tomado dicho recinto, algunos teléfonos son de disco y los materiales para trabajar son de lo más básico, hojas blancas, una o dos computadores se alcanzan a ver en los escritores, y una copiadora y un gran sello de color rojo se usa para marcar los documentos diplomáticos.
Edward Malayan, embajador de la Federación Rusa en México, durante la recepción que ofreció al cuerpo diplomático en noviembre del 2015 al interior de la embajada
En una de las polémicas recientes en las que se ha visto envuelta la Embajada rusa es el caso de David Constantino Rodríguez Ochoa Siqueiros, bisnieto de David Alfaro Siqueiros y heredero de los derechos patrimoniales del pintor, quien acusó a la embajada de la Federación de Rusia en México por retener nueve obras que fueron creadas por su bisabuelo, entre ellas cinco pinturas y dos litografías.
La nota fue publicada por El UNIVERSAL en 2015, luego de una investigación sobre las pinturas de Siqueiros. El día que la reportera de esta casa editorial, Sonia Sierra, cuestionó a la embajada sobre las pinturas, le dijeron que no iban a comentar nada al respecto, aunque se pudo corroborar que las pinturas se encontraban ocultas en la embajada y las habían retirado del recinto. En la nota se consignó que ya no se supo nada de ellas, incluso, el INBA mencionó que la trasportación debió hacerse con procedimientos especiales por tratarse de obras históricas. La embajada rusa nunca dio declaraciones al respecto.
Este diario estuvo en contacto con el agregado de prensa de la embajada para conocer qué pasó finalmente con dichas obras; sin embargo, la respuesta del personal fue que no tenían conocimiento del asunto.
Además, se le pidió a este medio enviar la nota por correo electrónico, la cual había sido pública desde el 2015, pero aun así no hubo ninguna respuesta al respeto.
En la actualidad, México y la Federación Rusa han establecido un intercambio cultural: en el año 2012 un amplio grupo de artistas mexicanos (cerca de 200 personas) participó en los “Días de la Cultura de México”, una colaboración lingüística-cultural; además de actividades del científico-educativas y en la Feria de las Culturas Amigas desde el 2011.
Fotos antiguas: Colección Villasana-Torres.
Fuentes: EL UNIVERSAL CULTURA, 2007, 2015. EMBAJADA DE LA FEDERACION RUSA; vecinos de la Condesa.