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La señora María del Pilar Castillos Fuentes tiene 70 años y desde hace 49 es propietaria de una tortillería en la colonia Peña Pobre de la delegación Tlalpan; sitio en el que pasó los primeros años de su vida, cuando su padre, don Arturo Castillos, trabajó en una famosa fábrica de papel de la ciudad: la de Loreto y Peña Pobre, S.A.

Esta fábrica se construyó en terrenos de la Hacienda Peña Pobre que se utilizaban para cultivar y criar ganado. Este espacio contaba con ocho manantiales que abastecían a la Hacienda de Coapa, San Antonio y San Juan de Dios. En 1845, el propietario de la hacienda, Guillermo Benfield, la aprovechó para iniciar con la fabricación de papel con dos molinetes de cilindro.

Así, en 1928 se convirtió en la Fábrica de Papel Loreto y Peña Pobre, con máquinas que tenían la capacidad de producir al día más de cuatro toneladas de materia prima de trapo y celulosa de madera. Los avances tecnológicos de la época ayudaron a que la producción se expandiera a papel para escribir, imprimir y también para cigarros y moños.
 


Máquina Fordrinier de 140 centímetros de ancho. Crédito: Historia del papel en México y cosas relacionadas.


Máquina Smith Winchester & Co. de 150 centímetros que se utilizaba para papeles de litografía y cartulinas de color. Crédito: Historia del papel en México y cosas relacionadas.

Alberto Lenz Adolph, el último dueño de Loreto y Peña Pobre —y quién compró la propiedad en 1924, luego de que aprendiera todo lo relacionado con el papel en Suiza y lo aplicara en su propia empresa—, mandó a construir una unidad habitacional, una escuela y un campo deportivo para sus trabajadores en los terrenos aledaños a la fábrica. Dicha unidad está ubicada en la Avenida San Fernando, pero los únicos habitantes que tienen relación con ex trabajadores de la fábrica son María del Pilar y otras dos familias.

De esa gran fábrica ahora sólo quedan los cimientos, porque en su lugar se erigió la Plaza Inbursa Cuicuilco. El terreno fue adquirido en 1987 por Grupo Carso, un mes antes de que la fábrica dejara de funcionar. Así, la adaptación del centro comercial dentro del cascaron de la fábrica concluyó en el año 2000. Desde entonces sus visitantes pueden apreciar la entrada original de la antigua papelera; así como las vigas, chimeneas y las máquinas por donde se procesaba el papel.


Así luce la entrada de la Plaza Comercial Inbursa Cuicuilco con el letrero original de la fábrica de Papel.


Esta máquina se encuentra en uno de los pasillos centrales del centro comercial.

A unas cuadras de la plaza comercial, en Avenida San Fernando, se encuentra la tortillería “San Cayetano”, propiedad de la señora María del Pilar, quien narró a EL UNIVERSAL que su papá trabajó más de 30 años en la fábrica (de 1930 a 1960, aproximadamente), hasta que un accidente en las bodegas de la manufacturera le lastimó uno de sus brazos y tuvo que jubilarse.

Sin embargo, María del Pilar recordó con orgullo aquellos años de trabajó duro en los que su padre se esmeró por darle una vida digna a su esposa  y sus dieciséis hijos; María del Pilar era la tercera.

Don Arturo trabajaba de lunes a domingo y, a veces, pedía turnos dobles. Se encargaba de que el papel se secara bien y que pasara por las máquinas adecuadamente. De acuerdo con su hija, su salario era de 123 pesos semanales con los que, tras mucho tiempo de ahorro, compró un terreno para construir su propia casa y, por eso, no aceptó la oferta de vivir en la unidad habitacional de la empresa. No obstante, hace 10 años la hija de María del Pilar compró la primera casa de la unidad para dársela a su madre y rememorara su infancia.


Vista panorámica de la Fábrica de Celulosa Peña Pobre en 1944, donde se aprecian de lado derecho las viviendas de los trabajadores y del lado izquierdo la zona arqueológica de Cuicuilco. Crédito: ICA.

La señoría María del Pilar relató que disfrutaba recorrer en bicicleta las milpas, magueyes, capulines y durazneros que había sobre la Avenida San Fernando, antes de que fuera una avenida con casas, para poderle llevarle comida o la cena a su papá. Narró que su padre trabajaba turnos dobles los fines de semana y que todos los domingos, a las nueve de la mañana, la familia completa (ya con los 16 hijos del matrimonio) desayunaba sopes con frijoles o chilaquiles con queso y crema en el parque enfrente de la productora de papel.

Pero, antes de degustar los alimentos, María del Pilar observaba como su madre le cambiaba el periódico que le metía dentro del overol a su papá para que no se enfermara por los cambios bruscos de temperatura.  

Relató también que su papá le contó que un día un ingeniero de la fábrica —un señor alemán distinguido— iba pasando por el área de secado cuando uno de los trabajadores se le acercó y le comentó que el cableado estaba mal. El ingeniero se molestó y le respondió con su mal español: “Ustedes les chambona, no cambiar”, y se fue refunfuñando sin creerles. Pasaron varios días hasta que los trabajaros decidieron dejar al ingeniero tocar el cable, por lo que inmediatamente sufrió de toques, con gritos hasta el cielo mandó a cambiar el material del cableado, sin volver a cometer un error así.

Otros de los accidentes que también ocurrían, contó la señora María, era que algún hombre descuidado cayera a las calderas, provocándole la muerte; o que con el manejo de alguna de las máquinas se destrozaran la mano o el brazo. 


Interior de la Fabrica Papelera de Peña Pobre en los años 40, donde se observa rollos y las grandes maquinas. Crédito: Tlalpan historia: Manuel Ivan Valdespino Jaimes.

Cada 1 de enero toda la familia celebraba la fiesta de iglesia de la Divina Providencia —que aún podemos encontrar junto a la plaza comercial—, en la que se realizaba una kermes entre la familia Lenz, los trabajadores y los vecinos de los alrededores; todos disfrutaban al compás de la música, los juegos mecánicos, ponches y otras golosinas.  

Ese es uno de los recuerdos más bonitos que tiene la señora María del Pilar de los años en que funcionaba la fábrica de papel, porque a esa celebración asistía con toda su familia.

Precisamente, en nuestra foto principal que data de 1954, cortesía de la familia Lenz, podemos apreciar la misa dentro de la fábrica con la que se celebró el 30 aniversario de la empresa. En la instantánea aparecen un grupo de trabajadores; en la esquina inferior izquierda se encuentra el párroco que ofició la misa y junto a él, de traje y corbata, se encuentra el dueño Alberto Lenz.


Busto del señor Alberto Lenz ubicado en Av. San Fernando e Insurgentes. Homenaje al empresario que llegó a ser un jefe y padre para sus trabajadores.

El señor Arturo Castillos falleció en 2014, a los 96 años de edad. María del Pilar, con un suspiro, nos dijo que extraña la unión familiar que experimentó en los años de la fábrica. El recuerdo de su padre es intachable: un hombre trabajador, honesto y dedicado. “La fábrica de Loreto y Peña Pobre no debió cerrar sus puertas, yo y otros hijos de los trabajadores han de recodar diferentes anécdotas dentro de esas instalaciones, casi siempre felices”.

Hoy, al visitar este lugar que congrega varias tiendas comerciales, queda latente en sus muros la historia de una de las fábricas de papel más importantes en la historia del país y la de miles de familias.

Fotos antiguas: Familia Lenz, Blog Tlalpan historia, ICA, libro: Historia del Papel en México y Cosas relacionadas 1525- 1950, de Lenz, Hans.

Fuentes: Entrevista con María Pilar, hija de un trabajador en la fábrica de Papel; Libro: Historia del Papel en México y Cosas relacionadas 1525- 1950, de Lenz, Hans, Editorial Miguel Angel Porrúa; Libro: La epopeya del Bicentenario en Tlalpan: los héroes olvidados de San Agustín de las Cuevas, de  Salvador padilla Aguilar, editado por Sederec de la CDMX.

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