Texto: José Antonio Sandoval Escámez
Foto actual: Xóchitl Salazar
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
Sin embargo, cuando el anterior planchador se retiró, Jorge tomó el puesto y con la práctica logró plancharlos, arreglarlos, hacerles composturas, darles mantenimiento (que se lave, que se cambie el forro), darles forma, agrandarlos o achicarlos.
Un pedido curioso le enseñó el arte del sombrero. Un día, un cliente le pidió un sombrero para un bebé que no habían llevado a la tienda, razón por la cual él no podía tomarle las medidas; entonces tuvo que usar su imaginación para poder crear la pieza. Hizo varios recortes de un sombrero de adulto para adaptarlo al del infante. Todo fue ensayo y error. En esa ocasión, Jorge entendió la razón por la cual un sombrero es considerado una obra artesanal, pues cada una de las costuras se unió a mano.
Así, Sombreros Tardan ofrece diferentes medidas, colores y materiales; entre los principales se encuentra el pelo de conejo, de castor, o una combinación de conejo y liebre; tanto para hombres como mujeres.
Incluso, Tardan produce con un socio en Ecuador la campana de un sombrero llamado Palma Panamá. Lo fabrican dentro de cuevas porque el material que usa, paja toquilla, es húmeda y si lo fabricaran fuera de la cueva, ésta se secaría y no se podría moldear. Una vez en la Ciudad de México, Tardan termina la hechura.
Este tejido tradicional fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO el 6 de diciembre de 2012.
Esta es la mesa de trabajo de Jorge con todos sus utensilios.
Con planchines de madera y cepillos naturales, que algunos tendrán más de 50 años de existencia, Jorge nos muestra las diferentes partes en que se divide un sombrero, desde la campana, que es la base de todo sombrero, el tafilete y el forro que van por dentro de la copa, la quesadilla (la hendidura de en medio), las pedradas (hendiduras laterales), toquilla, ala y falda, esta última es la parte a la que más cambios le piden.
“Muchas veces, la falda es muy larga y muchos la prefieren más corta”, dice.
Tardan ya no hace sombreros a la medida como antes, pero aún posee un conformador de madera. El cual al colocárselo al cliente no le pesa y se obtiene la medida de la circunferencia de la cabeza. Es una herramienta que ya no se fabrica pero que es indispensable para poder adaptar un sombrero al gusto y tamaño de la persona que lo quiera.
“Sólo tenemos uno completo en la tienda, que es el que usamos, pero ni en Europa he encontrado alguno que pueda comprar. Ya no los fabrican”, nos dice orgulloso Luc Tardan, dueño actual de la tienda que por más de 100 años ha pertenecido a su familia.
“En México hemos de ser los únicos que poseemos esta herramienta”, concluye en entrevista con EL UNIVERSAL.
Jorge coloca el conformador a una clienta para tomarle sus medidas y diseñarle un sombrero.
Remontémonos a septiembre de 1847, cuando Estados Unidos ocupaba el territorio nacional y la bandera de las barras y las estrellas ondeaba sobre Palacio Nacional. Además, México perdía su franja de estados norteños (California, Arizona y Nuevo México) tras la firma del Tratado de Guadalupe. Es en este escenario cuando abrió sus puertas una tienda de sombreros llamada El Castor; en el número 5 del Portal de Mercaderes, hoy Plaza de la Constitución.
Aledaño a sombreros El Castor, en 1869 abrió otra tienda: El Sombrero Colorado, y ambas se consolidaron como prósperos negocios de la ciudad, en una época en que el sombrero era un accesorio de vestimenta indispensable. En 1870, el señor Francisco Dallet, empresario de origen francés que vivía en México, compró El Castor y poco tiempo después El Sombrero Colorado. Para la década de los 80 del siglo XIX, Dallet conoció al joven también francés Carlos Tardan, quien era mesero en el centro de la ciudad, y lo invitó a trabajar a la sombrerería. Más adelante lo convirtió en su socio. Ahí es como el apellido Tardan inició su historia en el negocio de los sombreros.
Aunque el apellido francés no lleva acento, el público mexicano comúnmente se refiere a la marca como Tardán.
Para 1899, Carlos Tardan, junto con sus jóvenes hermanos Augusto y Víctor, compraron su parte del negocio a Dallet y le cambiaron el nombre a Tardan Hermanos, como se puede apreciar en la foto principal del texto. Así inició la marca de sombreros que lleva más 100 años instalada en nuestra ciudad, caracterizándose en la calidad en cuanto a sus productos y servicio. Incluso, el presidente Porfirio Díaz solo compraba sus sombreros en este local del Portal de Mercaderes de la Ciudad de México.
Porfirio Díaz no fue el único personaje histórico que compró en Tardan, también durante la Revolución Mexicana, Emiliano Zapata y Francisco Villa adquirieron sus sombreros en esa tienda; incluso ahí mismo se han restaurado sombreros que pertenecieron al caudillo del sur.
“El último presidente que llegó caminando de Palacio Nacional hasta la sombrerería para comprar fue Carlos Salinas”, nos menciona Luc Tardan, heredero de la tradicional marca de sombreros.
“También ha venido Felipe Calderón, pero ya no como mandatario”, dice el también ingeniero.
Otros personajes que han comprado en Tardan son el cantautor yucateco Armando Manzanero y el pintor José Luis Cuevas, quien no solo firmó el llamado “Libro de Oro” (empastado que firman sólo los personajes distinguidos que visitan la tienda como presidentes, cantantes, pintores, actores, para dejar huella de su compra), sino que también plasmó dibujos en sus páginas cinco obras de su autoría que aludían a la imagen de la marca.
Así lucían los aparadores desde el exterior de Sombreros Tardan en la década de los 20.
Con la llegada de las nuevas modas y el regreso de muchas otras, el uso del sombrero como accesorio indispensable va en aumento, especialmente los modelos tradicionales Panamá y Fedora, que son los más solicitados por los jóvenes en la sombrerería, esto debido a la llamada moda Retro y lo Hipster, según refiere Luc.
“En los años 60 viene toda la moda hippie, a nivel mundial el uso del sombrero empieza a decaer, ya no se usaba tanto”, narra Luc y asegura: “El sombrero siempre se ha vendido y siempre se va a vender. Lo usas para protección del frío o del calor. Es un accesorio que te cambia la identidad, si tú te pones un sombrero te cambia”.
Las modas van y vienen, pero el uso del sombrero no, tal vez no tenga el auge de los años 40 o 50 del siglo pasado, cuando su uso era imprescindible no solo para los hombres, sino también para mujeres y niños, no se podía salir a la calle sin llevar un sombrero, fuera de ala ancha o corta.
Luc Tardan es el actual dueño de la sombrerería que ha pertenecido a su familia por más de 100 años.
“De Sonora a Yucatán todos usan sombreros Tardán”, así es como sonaba en la radio del siglo XX uno de los primeros slogans comerciales de la tienda; sin embargo, no fue el primero de la sombrerería. El 6 de enero de 1917 apareció en las páginas de EL UNIVERSAL uno de sus anuncios: “Desde el Bravo a Yucatán todos usan sombreros Tardan”. No obstante, éste último no fue tan popular como el que se convertiría en un grito de moda y calidad de principios de siglo.
“Muchos me han criticado por la remodelación de la tienda, pero a muchos más les ha gustado”, dice Luc Tardan, sobrino bisnieto de Carlos Tardan (fundador de la emblemática sombrerería), quien desde principios del siglo XXI dirigió el negocio familiar.
Así, Tardan contaba con fábrica propia y varias tiendas en el interior de la república; pero al no ser rentables Luc decidió cerrarlas y colocar el producto en tiendas departamentales donde gana más. Actualmente, sólo existe la tienda en el centro de la ciudad y una boutique en León, Guanajuato.
Así lucía el anuncio de Tardan en las páginas de EL UNIVERSAL en 1917.
En una pequeña sala del local, con un café del mismo negocio porque “hay que diversificarse”, el ingeniero Tardan nos cuenta la historia de su familia, la cual va completamente ligada a Tardan y, por consiguiente, a la historia del Portal de Mercaderes de la Ciudad de México. Se podría decir que son tres historias a la sombra de las alas de un sombrero.
Se decidió renovar la antigua tienda del Portal de Mercaderes porque “ya no era operable con el antiguo estilo, pero no hacer un cambio tan drástico”, comenta Luc. Así, aprovechó el espacio que existía, quitaron los grandes aparadores y dejaron algunos. “Tardan lo que tiene es que ha seguido evolucionando, pero sigue con ese sabor de antaño que a mucha gente le gusta”.
Vista actual de la tienda Sombreros Tardan.
Fotos antiguas: Archivo EL UNIVERSAL y Colección Villasana-Torres.
Fuente: Página Sombreros Tardan. Entrevista Luc Tardán, empresario, Archivo El Universal, 2010 y El Universal Ilustrado, 1917.