Texto: Xóchitl Salazar, Ruth Gómez y Xochiketzalli Rosas
Imagen Tlatelolco 1985: César García Sánchez
Imagen Tlatelolco actual: Areli Martínez

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Alfredo Flores Islas no sabía a dónde lo llevaba la ambulancia en la que iba, pero sí sabía que el sismo que acaba de pasar seguramente había dejado muchos heridos. Aquella mañana del 19 de septiembre de 1985, cuando se registró un terremoto de 8.3 grados en la Ciudad de México, él hacía prácticas profesionales en la Cruz Roja y ante la emergencia él y sus compañeros abordaron los vehículos de auxilio y salieron sin ruta alguna para ir a buscar a quien necesitara ayuda.

Por vez primera, con tan solo 23 años, Alfredo tuvo que poner en práctica lo que estaba aprendiendo como socorrista. Fue entre los escombros del edificio Nuevo León de la unidad habitacional Tlatelolco, donde tuvo que auxiliar a un número de heridos que ahora no recuerda. Según cifras oficiales del Registro Civil de la Ciudad de México, aquel movimiento telúrico dejó 12 mil 843 muertos. El motivo de la imagen que hoy les presentamos es justamente la presencia de la Cruz Roja en la zona de Tlatelolco, luego de aquel terremoto.

Alfredo Flores, ahora de 54 años, platica con EL UNIVERSAL que siguió sus estudios y se convirtió en paramédico, profesión que aún ejerce. Sin embargo, dice que ahora ya no hay jóvenes que quieran ser voluntarios de la Cruz Roja.

Un dato añade a la percepción de don Alfredo. Pese a que la página Facebook "Cruz Roja Mexicana Juventud" tiene 7 mil personas que, dicen, les gusta el contenido del sitio, solo 44 han indicado haber participado en las actividades que el grupo organiza. Y tampoco es que el número de seguidores del sitio sea descomunal: la página de Facebook "Jóvenes por la Caza" tiene cuatro veces más, 30 mil miembros.

El año pasado, al conmemorarse 30 años del sismo, recibió junto con sus compañeros un reconocimiento del presidente de la Cruz Roja, Fernando Suinaga Cárdenas, por la labor que realizaron hace ya más de 35 años.

Así como él, aquel septiembre de 1985, cientos de socorristas, paramédicos, médicos, enfermeras y ciudadanos de a pie se dieron a la tarea de buscar sobrevivientes para trasladarlos a hospitales. En esa tragedia, la Cruz Roja Mexicana fue fundamental para ofrecer los distintos servicios médicos y humanitarios que le dieron origen en 1863.

La primera vez que la institución ofreció su ayuda en México fue durante las inundaciones del 27 y 28 de agosto de 1909 en Monterrey, hechos por los que el entonces presidente Porfirio Díaz expidió el reconocimiento oficial de la Cruz Roja Mexicana, el 21 de febrero de 1910 en el Decreto Presidencial No. 401.

Por su gran desempeño y labor altruista la Cruz Roja significó un referente para los mexicanos por dar un beneficio inmediato a la población de la época, ya que atendió a los heridos de la Revolución y a los que dejó la Decena Tragica en la zona centro de la ciudad. Desde entonces, esta institución apoya tanto a un accidentado en la vía pública, como a los afectados por desastres naturales.

Alfredo nos cuenta que dentro del caos, y al ser insuficientes las ambulancias de la Cruz Roja, hubo quienes ayudaron usando sus propias camionetas a las que pegaron cartulinas blancas con una cruz roja pintada para que fueran reconocidas como unidades de auxilio. En ellas “también se repartieron botellas de agua o bolillos con un poco de jamón para aquellos que llevaban horas ayudando y no habían probado bocado”.

Narra que uno de sus compañeros, el socorrista Rafael Águila Sánchez, ya no alcanzó ambulancia, por lo que decidió equipar su propia camioneta con un botiquín, una sirena y el logotipo de la institución. Así, salió a salvar vidas.

Algunas de las personas rescatadas fueron llevadas al Hospital General de la Cruz Roja Mexicana, mejor conocido como Cruz Roja de Polanco, el cual fue creado en 1968 para brindar mejor atención médica. De esta manera, dice, “los pacientes que se encontraban ahí fueron reacomodados en salas adornadas con flores, muñecos de peluche y hasta televisiones, para que estuvieran en un ambiente de hogar y no se alarmaran por los cientos de heridos que iban ingresando”.

Recuerda que días después, muchos de los que ingresaron a la Cruz Roja con la indicación médica de reposo absoluto, recibieron la visita de las entonces primeras damas Paloma Cordero de De la Madrid de México y la de Estados Unidos, Nancy Reagan, quienes recorrieron las habitaciones en medio de un aparatoso, estorboso y prepotente equipo de seguridad.

Seguramente a los lectores actuales no les tocó vender calcomanías de la Cruz Roja Mexicana en la primaria. El maestro te daba hasta una semana para tal hazaña. Eran dos tiras de 10 estampillas, cada una valía 50 centavos y tenías que entregar diez pesos al maestro, esto ocurría cada año. La venta de estos pegotes ya no se hace en las escuelas, pero la colecta de esta institución sigue año con año. La de este 2016 es del 8 de marzo al 8 de mayo.

Foto de la colecta de la Cruz Roja, del EL UNIVERSAL ILUSTRADO del 11 de mayo de 1917, en un desfile en el zócalo de la Ciudad de México.

Imagen de nuestro Archivo fotográfico, se trata de la colecta de 1964 en la ciudad de México, con una guapa enfermera almidonada luciendo una capa de época parte del uniforme, ¡vuelvan a las calles por favor, se les extraña!

* Fuente: Cruz Roja Mexicana y Alfredo Flores Islas, paramédico de la Cruz Roja Mexicana.

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